_
_
_
_
_

La desigualdad horaria desangra a los centros comerciales

Los espacios que rodean Valencia advierten al Consell que no pueden competir con los de la ciudad, que abren 50 días festivos más al año

Ignacio Zafra

Los pasillos del centro comercial Gran Turia, encajonado entre el barrio de la Luz de Valencia y el nuevo cauce del río, pero levantado sobre terrenos de Xirivella, resultan melancólicos. "La situación del centro comercial en estos momentos es dramática. A poco que te hayas fijado podrías contar con los dedos de una mano las personas con las que te has cruzado. Nosotros vivimos de la venta y con eso está dicho todo”, cuenta David Soriano, director de zona de una agencia de viajes y portavoz de los comerciantes que resisten en el lugar. El espacio tiene capacidad para 110 tiendas. Desde que empezó lo que Soriano llama “desigualdad horaria” han cerrado 30. Quedan 60.

Un difícil consenso

Después recular en su anuncio de generalizar la libertad horaria, la Generalitat apuesta ahora por que los centros comerciales alcancen un consenso. El titular de Economía, Máximo Buch, ha planteado al sector un "intercambio" voluntario para que “en Valencia se abra menos a cambio de que fuera se abra más”. Las grandes superficies, representadas en la asociación Anged, no parecen proclives al pacto. "La evolución se hace hacia adelante, no hacia atrás", resume su portavoz, el abogado Antonio López Tena. Mientras se prueba esa vía, David Soriano, que alterna el “dramático” y el “agónico” para describir el estado de su centro comercial avisa de que la situación actual deja al borde del cierre a Gran Turia. Con ello, se perderían “600 puestos de trabajo” y una inversión de 65 millones para remodelar el espacio que su propietaria, la multinacional holandesa Corio anunció cuando la libertad de horario parecía que iba a ser para todos.

Quizá por su ubicación, el fenómeno es especialmente llamativo en Gran Turia, el centro comercial más antiguo de la provincia de Valencia (junto con Nuevo Centro), inaugurado en 1993. Pero historias parecidas se escuchan en casi todos los grandes centros comerciales del área que rodea Valencia. Desde hace un año y 10 meses los de la ciudad, casi sin excepciones, pueden abrir los domingos y días festivos. Los de fuera no. “Eso implica una diferencia de más de 50 jornadas de apertura al año. Se ven enormemente favorecidos”, afirma el director del centro comercial Bonaire, en Aldaia, Fernando García.

En 2012, el Gobierno estableció que las grandes ciudades debían designar zonas de gran afluencia turística en las que reinaría la libertad de horarios. A principio del año pasado Valencia estrenó las suyas, interpretando generosamente la definición de turístico. Las grandes superficies aplaudieron la medida. El resto del sector lo rechazó argumentando, como señala una fuente del sector de los supermercados, que el Ayuntamiento había elegido “todas las zonas en las que había un centro comercial”. La Generalitat aceptó la petición de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, y ahora está elaborando “criterios” que fijen qué debe entenderse por zona de afluencia turística.

La idea del Consell, según todos los actores del sector, ha cambiado en los últimos meses. En septiembre del año pasado el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, anunciaba que iba a “permitir la libertad de horarios comerciales en todo el territorio”, de modo que cada municipio podría decidir dónde dejar abrir en domingos y festivos. El anuncio soliviantó al pequeño comercio. Sus organizaciones, como Cecoval y Covaco, sostuvieron que la medida provocaría un efecto dominó, de modo que si un Ayuntamiento daba libertad, el alcalde del pueblo de al lado se vería presionado por sus grandes superficies para hacer lo mismo con el argumento de que peligraban sus puestos de trabajo.

“Sobre todo, estamos a favor de tener todos las mismas reglas”
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

El frenazo en la liberalización ha impedido a los centros comerciales de los municipios cercanos a Valencia seguir el camino de los de la ciudad. Iniciándose así, afirman, un proceso de erosión. “Hemos detectado que clientes que teníamos fidelizados han dejado de venir. Un domingo probaron en otro sitio y han acabado acostumbrándose a ir allí. Las personas somos así”, considera Emilio Serrano, de Parque Ademuz, situado entre Burjassot y Valencia. “Hasta el año pasado teníamos una tendencia de crecimiento que se ha visto afectada. Hay operadores que lo primero que preguntan es si pueden abrir en festivos. Estamos a favor de dar al cliente la posibilidad de comprar cuando quiera. Pero, sobre todo, estamos a favor de tener todos las mismas reglas”, añade el director de Bonaire.

El consejero de Economía, Máximo Buch, explicó hace unos días el portazo a la petición de Ikea para poder abrir los domingos en Almussafes con el argumento de que iba por allí y no veía “muchos turistas”. “Pero es una percepción subjetiva”, agregó. El elemento subjetivo disgusta a los responsables de centros comerciales. “Nosotros competimos con centros que están a pocos centenares de metros. ¿Dónde se para la afluencia turística? ¿Alguien me quiere decir que Campanar o la zona del centro comercial Arena [en Orriols] es más turística que Xirivella?”, pregunta el portavoz de Gran Turia.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_