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El PP necesita dos vueltas para elegir a Font de Mora presidente de las Cortes

El octavo presidente de la Cámara valenciana tendrá el mandato más corto José Ciscar, Alfonso Rus o Maritina Hernández, ausentes de la votación

Alejandro Font de Mora momentos antes de la votación en las Cortes Valencianas.
Alejandro Font de Mora momentos antes de la votación en las Cortes Valencianas. Tania Castro

En la legislatura con una mayoría absoluta más aplastante, el PP valenciano necesitó ayer dos vueltas para elegir al sustituto de Juan Cotino en la presidencia de las Cortes Valencianas. Y eso para escoger al que será el presidente de mandato más corto, dado que las encuestas descartan que los populares puedan controlar la Cámara en la próxima legislatura.

La primera votación, presidida por la vicepresidenta segunda, la socialista Ana Barceló, registró 48 votos a favor de Alejandro Font de Mora y 42 en blanco. En el PP, que dispone de 55 escaños, había una vacante, la de Cotino, que no será cubierta hasta la semana que viene, y faltaban otros seis diputados, algunos tan significados como el vicepresidente del Consell, José Ciscar, el presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, o la exconsejera Maritina Hernández. También faltaban Andrés Ballester, Miguel Zaragoza y Marcos Zaragoza. Tanto Ciscar como Rus tenían compromisos previos. Hernández y Marcos Zaragoza llegaron al hemiciclo una vez concluida la votación

Al no darse mayoría absoluta, tuvo que repetirse la votación de Font de Mora, que en segunda vuelta fue designado por mayoría simple. El nuevo presidente de las Cortes Valencianas comenzó su discurso haciendo alusión al hecho. “Parece que lo mío es salir a las segundas”, comentó. Su deslucida elección contrastó con la votación de Rafael Maluenda como vicepresidente de las Cortes. El veterano parlamentario del PP logró 50 votos a favor, es decir, justo la mayoría absoluta.

Font de Mora se convirtió, pues, en el octavo presidente de las Cortes Valencianas para un mandato de apenas siete meses. Pese a reconocer esa circunstancia (“No hay tiempo que perder, ni tan siquiera siete meses, esos siete meses que le quedan a la presente legislatura”, dijo), pronunció un discurso lleno de citas de Churchill, de Dante, de Kavafis o de Maura, en el que defendió una actitud parlamentaria contraria al maniqueísmo (“la democracia genuina exige desterrar del pensamiento político la idea de enemigo reemplazándola por la de adversario”) y propugnó la reforma del Estatut y del reglamento de las Cortes, en línea con las propuestas del jefe del Consell, Alberto Fabra. Añadió que “centraría un mayor interés sobre la Cámara la posibilidad, hasta ahora remota, de que la oposición ponderara sus valoraciones después de los oportunos debates y propiciara un escenario parlamentario de acuerdos ocasionales y bien fundamentados, lo que indudablemente trasladaría a los ciudadanos el convencimiento de auténtica utilidad de esta Cámara”.

El nuevo presidente de las Cortes Valencianas ignoró el hecho de que esta legislatura pesan ya seis sentencias del Tribunal Constitucional sobre la Mesa de la institución, de la que ha formado parte, por vulnerar los derechos fundamentales de los diputados de la oposición y apenas se refirió a los escándalos que han sacudido y sacuden a su grupo parlamentario cuando señaló la desafección ciudadana hacia la política. “Coyunturas desfavorables como la crisis económica”, leyó en valenciano, “acentúan la disposición crítica del pueblo al no ver satisfechas sus expectativas de bienestar y mejora o al constatar situaciones de abuso o de corrupción, que precisamente los mecanismos de transparencia del propio sistema ponen de manifiesto y, en definitiva, al no apreciar en los políticos actitudes adecuadas a la situación actual”.

Esa reflexión no fue óbice para que Font de Mora citara en su lista de agradecimientos a su predecesor, Juan Cotino, que se ha marchado asediado por los escándalos en los que, sin estar imputado, se ve implicado. El nuevo presidente del Parlamento autonómico se referió a Adolfo Suárez, con el que entró en política en 1991 en el Centro Democrático y Social. A Eduardo Zaplana, que según dijo reforzó su vocación parlamentaria al nombralo portavoz. A Francisco Camps, que le sostuvo “contra viento y marea”, en velada alusión a su paso por la Consejería de Educación, cuando trató de boicotear la asignatura de Educación para la Ciudadanía obligando a que se impartiera en inglés, lo que levantó en pie de guerra a la comunidad educativa. A Alberto Fabra "y los compañeros del Grupo Popular". Y a su familia.

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Los diputados de Esquerra Unida exhibieron durante el pleno en su ropa pegatinas con la frase “No al copago”.

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