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“Gato blanco, van a hacer una redada”

Una trama de policías de Barcelona alertaba a empresarios de inspecciones a prostíbulos por dinero y sexo gratis

Jesús García Bueno
Uno de los policías detenidos en el 'caso Playa' por presunta corrupción (a la derecha, mirando hacia atrás).
Uno de los policías detenidos en el 'caso Playa' por presunta corrupción (a la derecha, mirando hacia atrás).

El mensaje del policía local Enrique F. era escueto, pero suficiente: “A la playa”. Tras leerlo, Carlos Caballero, uno de los empresarios más influyentes de la noche barcelonesa, alertó a sus trabajadores para evitar riesgos ante la inspección que los Mossos d’Esquadra y la Guardia Urbana estaban a punto de realizar en el prostíbulo Night Beach. “Vamos para allá, atentos”, precisa el guardia. Para cuando llegan los funcionarios, en el local ya solo quedan 18 chicas —en lugar de las 40 habituales— para sortear posibles sanciones por exceso de aforo. Es la madrugada del 19 al 20 de junio de 2014 y los investigadores ya andan tras la pista de una red empresarial que, presuntamente, pagó con dinero y sexo gratis a policías a cambio de información.

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Caballero mimaba a los pepitos, como llama a los cuatro policías —un cabo y tres agentes— que participaron, supuestamente, en los sobornos. Una veintena de personas fueron detenidas hace tres semanas por los Mossos en una operación que ha revelado turbias complicidades entre policías y empresarios del ocio nocturno. El 16 de junio, tres días antes de la inspección, Caballero cena con los pepitos. Y acaban la noche en el otro club bajo sospecha, Fuego, donde “mantuvieron relaciones sexuales sin pagar”, según el sumario del caso Playa, al que ha tenido acceso EL PAÍS.

Night Beach y Fuego, cerrados por orden judicial, no eran burdeles al uso: tras contactar con los clientes, las chicas les llevaban a pisos cercanos, donde mantenían las relaciones. Las conversaciones telefónicas son elocuentes. Caballero indica a una empleada que “suba a la paraguaya y a tres chicas más” al “piso del bosque” para los agentes. Ella responde que tiene “una rubia tetona, la bailarina de la danza del vientre, Daniela y la paraguaya”. La noche de desenfreno corrió a cargo de Caballero, que pagó a las chicas 540 euros y los pasó como gastos.

Uno de los empresarios detenidos tenía un trato muy cercano con altos mandos policiales

“Hola gato blanco, van a hacer una inspección en Bailén 22 [antiguo club, rebautizado como Cabaret Berlín y convertido en discoteca]. Quieren saber qué actividad está realizando”, le detalla, el 5 de junio, otro policía al que tiene en nómina. “Merci, gato negro”, responde Caballero, que en ese instante asiste a una cena en Barcelona con mandos de todos los cuerpos policiales.

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Los Mossos describen al empresario en sus informes como un hombre “con una gran influencia” y contactos en “estamentos políticos, empresariales y policiales”. Y distinguen dos grupos de policías: los citados pepitos y los policeman. Estos últimos son los mandos y, salvo en dos casos puntuales, los investigadores les desligan de la trama, aunque admiten que se encuentran con Caballero para “cenar” o “ver partidos de fútbol”. La juez investiga, en concreto, a dos jefes de la Guardia Urbana —el intendente mayor Jesús H. y su hermano, el inspector Agustín H.— por supuesto trato de favor a los empresarios.

La red drogaba a clientes con un chupito gratis y vaciaba sus tarjetas

En un seguimiento, los Mossos observaron cómo Caballero quedó con el agente Oriol D. en una gasolinera y cómo después le entregó un sobre. A mitad de mes, quedaba con ellos para entregarles el dinero. “¿Ya le diste los 3.800 a los pepitos?”, le pregunta su pareja. “No, ahora vienen, qué pesaos”, contesta Caballero.

Los presuntos sobornos son solo parte de una compleja investigación que nació a raíz de la denuncia de una antigua trabajadora. Los mossos sospechan que las chicas drogaban con chupitos a clientes extranjeros de alto poder adquisitivo (con la complicidad de los dueños), para desvalijar sus tarjetas de créditos. Los cobros se hacían con terminales de otras empresas de la trama (de crédito, restaurantes, etcétera), lo que servía para blanquear el dinero de la prostitución. Hay una decena de denuncias. Uno de los hombres relató que le sirvieron copas y cocaína y que, antes de subir a una habitación con tres chicas, le invitaron a un chupito. Se despertó a las 6 de la mañana, confuso y sin tarjeta. El banco le informó de que le habían desplumado 22.000 euros.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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