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Fallece Teresa Rovira, bibliotecaria republicana e hija de Rovira i Virgili

Se convirtió en una de las grandes especialistas en literatura infantil y fue uno de los símbolos de la lucha por el retorno de los 'Papeles de Salamanca'

Carles Geli
Teresa Rovira en una imagen de 2007.
Teresa Rovira en una imagen de 2007.TEJEDERAS

Venía de un mundo donde lo primero era el trabajo bien hecho, herencia directa de los mejores ideales del Noucentisme que representaba como pocos su propio padre, el historiador y político Antoni Rovira i Virgili. Era un entorno en el que, por ejemplo, para el curso de junio de 1936 de la mítica y exigente Escuela de Bibliotecarias creada por la Mancomunitat en la que pudo entrar (solo lo hicieron seis de las 40 aspirantes, algo de lo que se sintió siempre orgullosa) se pedía una redacción perfecta y el dominio del inglés, francés y alemán. Porque era fruto de ese entorno, lamentó muchos años después Teresa Rovira que no pudiera reprimirse e hiciera desaparecer unos libros infantiles de Falange de una biblioteca. “Decían cosas que eran una vergüenza que los niños leyeran, pero en cualquier caso eso una bibliotecaria no lo ha de hacer nunca”. Las circunstancias le habían lanzado más de un cruel zarpazo a lo largo de una accidentada vida que ayer acabó en Barcelona, a los 95 años.

Hija mayor del fundador de Acció Catalana y de la rigurosísima Revista de Catalunya (cuya llama hasta hoy ella ayudó a mantener y que en octubre le dedicará un suplemento especial), Teresa Rovira mantuvo siempre una fuerza de voluntad encomiable, que la llevaría a licenciarse en Letras (Geografía e Historia) en Montpellier en 1944 (repetiría por la Universidad de Barcelona en 1973), tras la huida a Francia de toda la familia apenas dos días antes de la entrada de las tropas franquistas a Barcelona el 26 de enero de 1939.

Pero el impacto que le causó de niña una visita a la Biblioteca Popular de Tarragona donde veraneaba había sido lo suficientemente hondo como para que entre 1949 y 1950, aprovechando las tímidas pero cada vez más frecuentes visitas a Barcelona, acabara la carrera de bibliotecaria que había decidido desde que tenía 15 años que haría; y ya instalada en Cataluña con su hijo (el marido, colaborador personal del presidente de la Generalitat en el exilio Josep Irla, se quedó en Francia) trabajó en la Biblioteca de Esparraguerra, entre 1953 y 1958. Fue allí –un guiño: era la última que creó la Red de Bibliotecas de la Generalitat republicana-- donde, tan decidida como emprendedora --“y tozuda, como mi padre”, admitía--, empezó a sacar poco a poco del infierno de ese centro todos los libros escritos en catalán y los que había hecho su padre mientras hacía desaparecer al mismo ritmo los juveniles de Falange. También ahí tomaría una iniciativa entonces tan revolucionaria y hoy tan lógica: separar y crear espacios propios para los libros infantiles y los de adultos.

El retorno definitivo y la reagrupación de la familia se produjo en ese 1958, el mismo año en que entró a trabajar en la entonces Biblioteca Central

El retorno definitivo y la reagrupación de la familia se produjo en ese 1958, el mismo año en que entró a trabajar en la entonces Biblioteca Central (hoy Biblioteca de Catalunya). Fue allí donde investigó su fantástico fondo de libros infantiles en lengua catalana. Como le gustaba trabajar en equipo, junto a su colega Carme Ribé propuso la creación de una biblioteca infantil y juvenil que se traduciría en las de Sant Pau y de la Santa Creu. El otro gran resultado de ese encuentro con aquellos fondos fue su especialización en la literatura infantil y juvenil catalana, que le permitió publicar estudios capitales para ese ámbito como la Bibliografía histórica del libro infantil en catalán (1972) o su tesina inédita Noucentisme i literatura infantil (1973).

Por oficio y amor, le dolió como pocas cosas en la vida el expolio que a los 15 días de huir de Barcelona sufrió la biblioteca de su padre por las fuerzas fascistas y que ella, a manera de prácticas, catalogó en su momento. Buena parte de ese fondo formó parte de la aún hoy vigente pugna política por los llamados Papeles de Salamanca. Luchó por su recuperación sin descanso, pero el resultado fue agridulce: apenas pudo salvar un centenar, aquellos que por las dedicatorias o por estar aún marcados podían testificar que eran de su progenitor.

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Responsable de las bibliotecas populares de la Diputación de Barcelona (1981-1983), Creu de Sant Jordi en 2002 por toda esa labor en el libro infantil y juvenil, el próximo 30 de octubre su figura recibirá un homenaje en la Biblioteca de Catalunya en el contexto de la presentación del dosier Homenatge a Teresa Rovira de la Revista de Catalunya, de la que formó parte de su junta, como en su momento de la de Òmnium Cultural, de la misma manera que fue jurado del Premi d’Honor de la Lletres Catalanes. Mañana miércoles, a les tres de la tarde, se celebrará un funeral en el Tanatorio de Horta. Desde el año pasado, la Generalitat había instituido un premio para bibliotecas públicas que llevaba su nombre. Era un reconocimiento a la innovación. No podía ser otro.

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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