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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Vaya semanita

Esta última semana ha sido particularmente intensa en el ámbito político

Esta última semana ha sido particularmente intensa en el ámbito político. Para los escoceses, que, finalmente, dijeron no a la independencia, los frutos obtenidos de la consulta, en sí misma, no parecen despreciables. David Cameron que arriesgó mucho más en esto, que cuando su “hermano” James rodó Titanic, ha tenido que reaccionar de inmediato ofreciendo a Escocia (y a Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte), algo así como una autonomía por la vía el art. 155. Como muy acertadamente resaltó Jordi Sevilla en Twiter: Antes del referéndum, los catalanes querían ser como los escoceses. Después de él, los escoceses quieren ser como los catalanes.

Tan sólo dos días después, el Parlament de Catalunya aprobó por amplia mayoría la Ley de consultas no refrendarias (menuda palabra), ante la recurrente pasividad del Presidente del Gobierno, repitiendo obviedades tan banales, como irrelevantes políticamente, como que la consulta va en contra de la ley, que ésta no se celebrará, y todo esas vacuidades a las que ya nos tiene acostumbrados. Comienza a resultar cómico, si no fuera porque es patético, contemplar como todo un gobierno espera reunirse con carácter extraordinario, unos segundos después de que Más publique el decreto de convocatoria, mientras éste último amaga con la fecha de publicación para tenerlo en vilo.

Y luego está Gallardón, con su Ley Orgánica de Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada, más conocida como Ley del Aborto, por mucho que él mismo se esfuerce en evitarlo. Según parece, los asesores del PP, tiene encuestas en las que se demuestra que esta ley podría quitarle algunos votos de sus tradicionales electores (en unos momentos tan comprometidos como éste), de tal manera que, siguiendo la conocida máxima: el programa electoral se cumple siempre, a no ser que su cumplimiento nos perjudique, el gobierno la retira temporalmente, a la búsqueda de “un consenso más amplio”. ¿Consenso? ¿amplio? ¿Ahora?

Pero, en fin, si hubiera que resaltar el hecho más trascedente de la semana, políticamente hablando, éste es, sin duda, la aparición de Pedro Sánchez en el Hormiguero, tras una llamada (en privado) a J. J. Vázquez, de Sálvame, para mostrar su postura contraria al maltrato animal. Y la verdad es que a juzgar por las reacciones de sus adversarios políticos y entusiastas palmeros mediáticos, la nueva estrategia de “acercamiento” al pueblo diseñada por Ferraz, está siendo todo un éxito. A. Alonso, portavoz del PP en el Congreso, se apresuró a aconsejar a P. Sánchez que: "Debería llamar menos a la tele y más a los diputados del PSC para poner orden". Su colega en el Senado, R. Hernando, siempre tan sutil, no defraudó: "No sé si va a Sálvame porque necesita ser salvado, pero no hace falta ir a esos programas para salvar al señor Sánchez”.

Aunque la estrella fue sin duda, como casi siempre, el valenciano González Pons: "Le vendría mejor estar en el despacho trabajando, que haciendo bolos por las televisiones", dijo; olvidando, ay, que él mismo estuvo, años ha, en el Hormiguero haciendo sus propios bolos; mientras que sus amigos de TVE, que ahora ejercen en Twiter, informaban de que: “aun siendo variada, en nuestra programación de hoy no estará Pedro Sánchez”. Son tan cachondos…

En fin, que una semana más como esta y solicito mi entrada en la Iglesia de la Cienciología. Aviso

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