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Red Bull Cliff Diving 2014

Nacidos para saltar

Diez clavadistas compiten en Bilbao para lograr la mejor caída desde el Puente de La Salve 27 metros de altura y el Guggenheim de fondo

Los clavadistas en el entrenamiento de Bilbao.Foto: atlas | Vídeo: ATLAS / F. Domingo-Aldama
Eneko Ruiz Jiménez

Todos quieren una foto con Jonathan Paredes, Andy Hunt y Orlando Duque. No son futbolistas o actores, pero la gente los para por el Casco Viejo de Bilbao, les piden un selfie y no les dejan ni un minuto para atender a su pareja o comerse un pintxo. Todos ellos son clavadistas o saltadores profesionales. Este jueves han disfrutado de sus primeros entrenamientos ante 3.000 curiosos.

Los tres se reúnen este fin de semana en la capital vizcaína para tirarse desde el Puente La Salve, de 27 metros de altura, la última parada incluida en el campeonato mundial de saltos de gran altura Red Bull Cliff Diving, que celebra el sábado su gran prueba.

“De pequeño, en la playa de Colombia, salía corriendo y saltaba al agua. Esa sensación de estar en el aire es la misma que tengo hoy”. Así describe Duque (Cali, 1974) los tres segundos en los que se queda en el aire. “La mente va muy rápido y solo piensas en todos los movimientos”.

Un clavadista hace su salto de entrenamiento desde el Puente de La Salve.
Un clavadista hace su salto de entrenamiento desde el Puente de La Salve.Fernando Domingo-Aldama

Tiene 10 títulos de campeón del mundo y dos récord Guinness. Es el más veterano del torneo y todavía vive para la adrenalina. Se pasa el año entrenando, nadando y saltando en trampolines más pequeños. “Al final de temporada me tomé dos semanas de vacaciones e incluso allí iba a nadar y a hacer ejercicio”. Su meta es llegar a 2017 y centrarse entonces más en la aventura y menos en competir.

Su cuerpo necesita estar a punto para el choque contra el agua, algo que asegura siempre duele: “Es fuerza, técnica, orientación del aire, y un poco de locura la que te empuja. La reacción natural es no hacerlo”.

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El torneo tiene un premio en metálico por parada, un galardón para el ganador de la serie y, además, un extra para los cinco primeros. Todo suma unos 275.000 euros. “Pocos conseguimos vivir de esto. No tenemos contratos millonarios pero hacemos una vida profesional con patrocinios y torneos”.

Los orígenes son también diversos. El estadounidense Andy Jones trabajó en el Circo del Sol, el británico Blake Aldridge es saltador olímpico, David Colturi tiene un bar y el checo Michael Navratil es doble de cine.

Todos son “una pequeña familia”, asegura Paredes (México, 1989), el más joven de la competición, que describe a Jones como “un héroe”. Desde La Habana a Las Azores, en plena naturaleza, los diez participantes viajan juntos por el mundo, donde han forjado una camaradería. “Nuestras esposas son amigas y conocemos a los niños de los pocos que tienen. Después de saltar, nos vamos juntos a tomar unas cervezas”, reconoce Jones.

Antes de prepararse para el salto ríen y bromean. No se encierran en su mundo como otros deportistas. Su único reducto es una sala junto al Guggenheim con un pequeño gimnasio y comida. Allí nadie puede entrar. Se preparan para otro gran salto. Ese para el que han nacido y para el que entrenan día a día.

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Sobre la firma

Eneko Ruiz Jiménez
Se ha pasado años capeando fuegos en el equipo de redes sociales de EL PAÍS y ahora se dedica a hablar de cine, series, cómics y lo que se le ponga por medio desde la sección de Cultura. No sabe montar en bicicleta.

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