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Abanca elimina el “bombo y platillo” en la fundación

La entidad recortará el gasto en los 73 inmuebles de los que dispone, pero de los que sólo utiliza de forma directa la mitad

“Menos pompa, sin bombo ni platillo”. El flamante presidente de Afundación, la heredera de la obra social de las antiguas cajas de ahorro gallegas, tiene claro que no sólo debe cambiar radicalmente en esta nueva andadura la estructura, sino también la forma de funcionar y trabajar. Miguel Ángel Escotet reivindica para la entidad tutelada por la Xunta y con Abanca como único e imprescindible mecenas eliminar cualquier fasto o signo de ostentación para impregnarle un perfil “más profesional y menos político” que cuando funcionaban como fundaciones de las desaparecidas Caixa Galicia y Caixanova. Y alejarla de cualquier localismo. “Su sede y su norte es Galicia, debe ser una fundación menos fragmentada que abarque” toda la comunidad autónoma, insistió ayer el nuevo responsable en un desayuno con periodistas.

Primo hermano del dueño del grupo venezolano Banesco, que integra Abanca, el presidente de Afundación abogó por concentrar la actividad social, cultural y científica de la institución. El banco cuenta sólo con nueve de los 28 miembros de su patronato, el principal órgano de gobierno, pero marcará su rumbo al ser su única fuente de financiación —cinco millones de euros anuales hasta 2018, y luego un 3% del beneficio de la entidad financiera—.

Escotet aboga por concentrar las actividades, que sean más selectivas y reducir al máximo la ayuda a las acciones de otros para dedicarse a programas propios. Será el plan estratégico a cinco años, que prevé presentar en diciembre, el que marcará la hoja de ruta en la que no se incluye un recorte de personal. Pero sí un fuerte ahorro en gastos y costes, muy elevados, de los 73 inmuebles que cuenta Afundación, pero de los que sólo utiliza de forma directa la mitad.

Unos edificios y sedes demasiados caros, reconoció ayer su presidente. La entidad cerró el pasado año con un déficit de 13 millones de euros, de los que más de siete son por las amortizaciones de ese patrimonio inmobiliario, y terminar este con 11 o 12. La venta de algunos de esos inmuebles no se prevé a corto plazo, más por falta de comprador que por ganas, reconoció Escotet. Pero consideró que con 73 millones de euros de liquidez “y los ajustes necesarios” se podrá conseguir “una fundación muy digna”.

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