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El sector turístico reclama un cambio de modelo para la ciudad de Valencia

Hosteleros, agencias y hoteles piden que se potencie el patrimonio y la cultura

Un grupo de turistas visita el Mercado Central de Valencia.
Un grupo de turistas visita el Mercado Central de Valencia. Tania Castro

A las puertas de la operación retorno del verano, el sector turístico empieza a hacer recuento. Las abultadas cifras estivales resultan más llamativas que efectivas. El número de cruceros ha caído en un 29% en la ciudad de Valencia en el último año, las operaciones en el aeropuerto de Manises llevan varios años de descenso y los vuelos low cost (más del 75% del total) han caído por la reducción del 15% de vuelos de Ryanair. El ligero aumento de las pernoctaciones hoteleras en agosto hace pensar que la ciudad sigue siendo atractiva pero el sector asegura que se necesita un cambio de modelo, orientado hacia la cultura y el patrimonio, para que el destino Valencia no acabe agotado.

“La Administración sigue emperrada en la política de contar turistas, nos han bombardeado con que batimos récords y, cuando la política se basa solo en la cantidad se puede acabar pinchando un destino”, explica Luis Martí, presidente de la Unión Hotelera de la provincia de Valencia. La crisis y la competitividad con otras ciudades ha acabado transformando a Valencia en el perfecto destino low cost. “Hay que cambiar la ecuación de más por menos porque ahora, cuantos más turistas vienen, más perdemos”, critica Manuel Espinar, presidente de la Federación de Hostelería de Valencia

“Se oferta lo mismo que hace cinco años”, se quejan los hoteleros

Una de las apuestas de la ciudad en los últimos años ha sido el turismo de cruceros, ahora en caída libre. “Con los cruceros nos han vendido la burra. Se ha crecido a un ritmo disparado y se han creado unas expectativas que no eran reales porque no se puede crecer al 20 o 25% indefinidamente”, sentenciaba Teresa Altarejos, miembro de la Asociación de Empresarios de Agencias de Viajes. Para Altarejos es normal que la burbuja de los cruceros se haya deshinchado y lo importante ahora es no perderlos. “Este tipo de turismo nunca ha dejado mucho dinero en la ciudad pero tenían un poder prescriptor muy importante y eso, a corto plazo, lo vamos a notar”, explica Manuel Espinar, presidente de los hosteleros.

En los últimos años, la Comunidad Valenciana apostó por los grandes eventos como motor turístico y su final se está dejando notar porque el turista de entonces, cuando baja en el puerto no encuentra lo que le vendieron ni lo que vio en televisión.

Teresa Altarejos acusa a las Administraciones de dejadez. “A Valencia se la quiso vender como algo supermoderno y no es así. He tenido un caso de un turista de lujo que me pidió que, por favor, le sacara del hotel de las Arenas porque cuando salía del hotel lo único que había era un solar. Y esa impresión se la llevan a su país. No es cuestión de hacer proyectos espectaculares, es cuestión de pequeñas cosas, de adecentar la ciudad, de cambiar el aspecto”, precisa.

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El sector turístico se queja de que desde que se agotaron los grandes eventos, la estrategia de la ciudad como destino turístico no ha mejorado. “Seguimos ofertando lo mismo que hace cinco años: la ciudad de las Artes y las Ciencias. Hay que fomentar la cultura en la ciudad de valencia, los patrimonios históricos, la Lonja o los barrios marineros”, explican los hoteleros.

Las agencias ven “un error

Para el sector, el nuevo modelo turístico debería aprender de ciudades competidoras como Barcelona. “En Valencia, ha sido un error no promocionar bien la ópera y el Palau de les Arts y que no entrara en un circuito musical internacional”, explican las agencias de viajes. “Los museos están ahora mismo para colgarse: no tienen presupuesto, no tienen personal, tienen que cerrar un día para llegar a todo... Eso es lo que hay que solucionar”, explica el presidente de los hosteleros.

“Es un cúmulo de pequeñas cosas. Hemos venido de la política de eventos mundiales, y parece que si no hacemos cosas muy enormes, la ciudad no funciona y es justo todo lo contrario”, refiere Teresa Altarejos. “Las pequeñas intervenciones que mejoran la ciudad, al final, son las que benefician al turismo porque mejoran la calidad de vida del ciudadano, los servicios y se mejora la imagen de la ciudad”, añade.

Para el presidente de los hoteleros de la provincia, Luis Martí, “la Administración tiene que adecuar la política turística a los intereses no solo empresariales sino sociales”. Promocionar una red que permita conectar las ciudades con el interior para que todos reciban las bondades del turismo, es una de sus apuestas.

Para el sector, es la Administración quien debe coger el testigo porque tiene los recursos y las competencias. “Los Gobiernos municipal y autonómico deben tener en cuenta la transversalidad de sus acciones porque todo lo que se hace afecta al final al turismo que es, y en un futuro largo seguirá siendo, motor de la economía local”, considera Manuel Espinar. “Tenemos uno de los barrios góticos más grandes de Europa, una marina que está por explotar, una ciudad con un potencial cultural espectacular, gastronomía en efervescencia, variedad arquitectónica... Lo principal lo tenemos, pero necesitamos reconducir la política turística a nichos de mercado que están por explotar”.

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