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DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una pantomima arcaizante

'Giselle' plantea unas exigencias tales, que en cuanto las prestaciones no están a la altura, se empiezan a ver las costuras

El Ballet de Moscú interpretando "El lago de los cisnes".
El Ballet de Moscú interpretando "El lago de los cisnes".

Como toda gira veraniega, un cierto relajo estival anida en el ambiente de los Jardines de Sabatini; en las actuales circunstancias de crisis se hace lo que se puede, pero aún este argumento de peso no llega a cubrir como manto de justificaciones algunas cosas. Por ejemplo, no sabemos exactamente quienes han bailado en el estreno, pues el supuesto programa de mano es un volante de publicidad sin detalle alguno. Al parecer, se trata de los primeros bailarines moldavos invitados Cristina Terentiev y Alexei Terentiev, como tampoco se identifica al bailarín que masacró el papel de Hilarión (tan desatado iba que daba la sensación de haber salido de un filme mudo), ni a los insuficientes (en lo técnico) de la pareja que hizo el pas de paesants del primer acto, añadido de antiguo a la partitura musical de Adam, siendo original de Johann Friedrich Burgmüller en su ballet Un recuerdo de Ratisbonay cuya coreografía siempre se presenta con variantes.

La presencia del nombre de Alexander Gorski entre los coreógrafos hace pensar que es una referencia directa a la etapa renovadora de éste en el Bolshoi a principios de siglo XX, pero tampoco se clarifica qué parte del material es remanente de aquella circunstancia donde, hay fotografías, hasta desaparecieron los tutús sustituidos por túnicas.

En general, en todos los teatros moscovitas de entonces y de después, se dejó sentir la influencia renovadora de Gorski, que como señala la estudiosa Donatella Gavrilovich, es en paridad el primer moderno, antes y al menos rozando a Mijail Fokin; se infiere que algo de ello quedó en el Teatro Stanislavski, donde se formó Fayziev y algo ha llegado a su compañía en el siglo XXI.

La orquesta, a todas luces una formación escuálida para estas lides, sufrió una cruel, mecánica y rudimentaria amplificación que la perjudicó aún más si cabe, aunque el director moscovita intentó infundirles un cierto brío en el primer acto y temperar las partes de cuerda en el segundo. No sé si el experimento se ha hecho, pero acaso la orquesta sin esos micrófonos quizás funcionara mejor.

Giselle, título canónico del romanticismo, plantea unas exigencias tales, que en cuanto las prestaciones no están a la altura, se empiezan a ver las costuras. En este caso del Ballet de Moscú, que con esta gira a España celebra sus 25 años de existencia, el problema fundamental es numérico y de algunos ajustes de estilo. Se veía desangelado ese escenario en tan noble entorno con apenas 14 willis dispersas. De hecho, sobraba música por aquí y por allá, lo que se apañaba con repeticiones un tanto forzadas de los mismos artistas. La compañía es lo que es, y no se la puede comparar con las de los grandes teatros rusos en ningún sentido. Pero el verano a veces se presenta así, en el secano que es Madrid para la gran danza académica, y la prueba del lleno es la sed del público mesetario por ver repertorio; la organización manifestó a este diario que estaba prácticamente todo vendido para todas las funciones.

La bailarina Cristina Terentiev administra con profesionalidad sus facultades, aun empeñada en una pantomima anticuada y que a veces, cuando quiere tener algún toque original, se sale de marco estilístico; su batería es ágil y musical. El partenaire en el papel del príncipe Albrecht empezó torpe y modesto, aunque en el segundo acto brindó algo más de concentración en sus partes solistas. Un final (de los muchos que andan por ahí en versiones distintas de este clásico) muy abajo y sombrío, no ayuda tampoco a redondear la función. El asunto de la actuación del elenco se adscribe a un estilo muy arcaico, exagerado, falto de refresco y de cierta moderación en lo expresivo: recordaba la gesticulación de los montajes de mediados del siglo pasado en la era soviética.

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Hoy día 29 y mañana 30 cambia el programa, y podrá verse, por la misma compañía, la versión de El lago de los cisnes.

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