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“Mamá, quiero ser cantaor”

Este otoño se abre en Madrid la primera institución privada de flamenco con vocación universitaria, Uflamenco Sus estandartes serán grandes guitarristas, cantantes, bailarines y profesionales del cante hondo

El guitarrista Pepe Habichuela en la futura universidad.
El guitarrista Pepe Habichuela en la futura universidad. álvaro garcía

Hace un par de tardes, Antonio Sánchez Guadiana (Badajoz, 1955) estaba en Cádiz disfrutando de la mojama de Casa Manteca y del calor de un público con especial querencia por la saga de los Porrina, una de esas cuatro, cinco, quizás seis, familias que gestionan y expanden el flamenco por el mundo. “¿Tú has visto a Joaquín de Sola? ¿En la Venta de Vargas? Estuve yo por allí hace …”. El bochorno seco y pegajoso que golpea hoy Madrid obliga al maestro a buscar la sombra en un edificio de la calle de Béjar, entre Diego de León y Cartagena. Hay obras por dentro y andamios por fuera. Una casa de cuatro pisos, otrora campus de una escuela privada de imagen y sonido, que está aún a medio adecentar para lo que se le vendrá encima el próximo octubre: la primera universidad con titulación de grado medio en flamenco, Uflamenco, con unas previsiones de 400 alumnos subiendo y bajando las escaleras.

La frescura del coche que ha conducido Guadiana desde Vicálvaro, lugar donde vive, aún se deja sentir en la ropa. A su lado, Pepe Habichuela (Granada, 1944), guitarrista y emblema de la dinastía de los Carmona, sonríe y pregunta por el avance de las mejoras. “¿Y la sala de grabación? ¿Ahí? Ah, vale…”, asiente satisfecho dejando apoyada la guitarra que acaba de recoger de un lutier de la zona de Ópera. No se quedará mucho por Madrid, tiene conciertos y clases magistrales en las próximas semanas por medio mundo. Lo cuenta con vitalidad, haciendo vibrar por encima del cuello Mao de su camisa blanca dos collares de oro, uno con la pieza dental de algún ser querido y el otro con eslabones que centellean en pequeños flashes amarillos.

Valiéndose de un espíritu abierto y sencillo, Guadiana y Habichuela acumulan en su piel la mejor tradición flamenca. Hoy se reencuentran para la primera visita a un local que acogerá el nuevo centro de enseñanza del flamenco del que serán estandartes. La media sale a dos carcajadas por minuto. Y la tendencia es a crecer. “Aquí van a estar los mejores profesionales, muy bien dirigidos, para lograr una formación de alto nivel”, cuenta orgulloso Pedro Ojesto (Madrid, 1953), compositor, intérprete y fundador de la Escuela de Nuevas Músicas, referencia del sector a nivel nacional, y quien ha sido el promotor del proyecto, apoyado en los Carmona y en los socios de otra de las escuelas musicales de referencia, la Creativa de Madrid. “Esta idea es muy antigua. La SGAE me publicó Las claves del flamenco, hace ya 10 años, y es el primer libro donde se codifican todos los palos en el lenguaje internacional, en el de la Escuela de Berklee, de cara a hacer entender musical y técnicamente este arte”, dice guiando un paseíllo algo acelerado, y haciéndose explicar entre chascarrillos y, claro, carcajadas de los compadres. Que si Luis Cobos tal, que si Paco de Lucía lo otro, que si el homenaje a Sabicas es ya, o que mira esta foto de los años 50 (“¿Éste es Pepe Luis Carmona, mi sobrino?”).

— Esto tiene una pila de metros, ¿no, Pedro?, suelta de repente Habichuela.

— Mil doscientos, responde el aludido.

— Madre mía, qué maravilla, añade Guadiana.

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Guadiana, Habichuela y Ojesto.
Guadiana, Habichuela y Ojesto.

— Esto es más grande que el [Casa]Patas, ¿no?

— Mucho más, al Patas nos lo comemos, dice Ojesto.

— Vamos a formar aquí un lío importante, date cuenta, se sonríe el Carmona.

— Y tanto. Aspiramos a un público internacional. Por eso nos preocupa tanto la titulación oficial. Una oferta con los mejores flamencos y con un programa innovador que integra el baile y la música.

— Además, Pedro —puntualiza el padre de los Ketama—, esto está cerca de un sitio donde hemos grabado todos los flamencos de España, el Eurosonic [hoy cerrado]y tenemos buenos recuerdos del barrio.

Tablaos, calle, fatigas, japoneses y un lirismo que algunos ortodoxos dudan que pueda enseñarse entre las paredes de una escuela o ser descrito en las páginas de un cuaderno de canutillo, son la fértil tierra sobre la que Habichuela y Guadiana, dos brujos de un arte viejísimo, asientan la base de su sabiduría. “Yo he aprendido de la calle. Y ahora, con la edad que tenemos, hemos de cuidar a la juventud que tiene pasión por el flamenco, darles todo lo que podamos”, cuenta Pepe. “Uno puede tener un don natural, claro que sí, pero luego tienes que aprender. El que quiera aprender flamenco tiene que venir aquí”, acompaña el cantaor.

Guitarra, cante… ¿Y el baile? “Queremos dar un toque distinto a la docencia. Unir la técnica con nuestra experiencia para que todo fluya a la perfección”, cuenta por teléfono el Premio Nacional Antonio Canales (Sevilla, 1961), tercer integrante de este trío de altura que capitanearán las áreas de la universidad: “Los 17 años los recuerdo como una época de magia, pero también por pasar tela de hambre.[RISAS] La inocencia, las idas y venidas por la calle Santa Isabel…”, dice sobre esa época en la que uno se adentra en la batalla campal, con casi todo en juego, de decidir qué estudiar: “Ahora tengo 52 años y me siento un joven veterano. Enseñar el flamenco es posible y más si te acompañan dos bastiones en peligro de extinción como son Pepe y Guadiana”. No puede citarse para las fotos, tiene ensayos todos los días, pero dice que ha visto el local “por WhatsApp”. “Habrá entre 9 y 15 profesores jóvenes (Juan Tomasa, Josemi Carmona, Javier Colina, Mario Montoya, entre otros) que nosotros tutelaremos”, explica: “Nos hemos inspirado en la formación del jazz, vamos a hacer más comprensible el flamenco”.

Una filosofía que explica bien Ojesto. “Hemos diseñado un programa que pretende conservar la tradición flamenca como se ha hecho siempre, la transmisión oral, y añadir la alfabetización musical. ¿Ha funcionado mal, acaso, ese sistema? El peor guitarrista de flamenco del mundo toca mejor que cualquier guitarrista que ha estudiado en una escuela”, asegura: “No existe un proyecto similar en España. El único centro de enseñanza integrada (cante, guitarra, baile) está en Sevilla y tiene un programa de estudios desestructurado. El resto de la oferta la componen la enseñanza oficial (conservatorios) con un planteamiento obsoleto y un sinfín de academias individuales”.

La reacción cinética que provoca el flamenco suele ser inolvidable. Pero a estos maestros nos les va la física sino lo espiritual y lacerante: “Si alguien se siente vacío por algo en su vida personal y quiere engancharse a algo que pueda llenarle el alma, que se acerque al flamenco”. Guadiana dice, para luego tocar “las parmas” y dar la lección número 1: el compás de una soleá. “Tocar Mi natural y darle a sexto, tercera, segunda y prima”. Así sería la clase magistral y sencilla a la guitarra del Habichuela. Un arpegio de arranque, para que el alumno se sienta a gusto con lo que se escucha. Desde cero. “Oye, y una letra de Tomás Pavón de la Niña de los Peines, contra más antigua mejor. Hay que poner una canción así para empezar”. ¿Y algo del Omega, disco con el que Enrique Morente acercó el flamenco a muchos jóvenes? “Ese hombre hizo eso porque ya lo había hecho todo y entonces dijo: “Voy a hacer lo que me salga del alma. Que también le gustaba a él”, cuenta sobre su paisano granaíno, quien también ha experimentado con el flamenco, por ejemplo en 2010 con el mito del jazz Dave Holland. “Pero la escuela tiene que basarse en la tradición”, insiste Pedro. “Morente decía, y lo sabe bien Pepe, que lo más moderno del mundo que existe hoy es un cantaor y un guitarrista. Esto de lo que hablamos nosotros ahora es para enseñar”, resume Guadiana.

No es, sin embargo, una cuestión nueva esto de acercar el flamenco, lengua je volcado en expresar el sufrimiento humano, a las nuevas generaciones, especialmente en un país golpeado por falta de perspectivas. “El flamenco quizás sí que tenga ahora que dar un paso y dejar de hablar de los canasteros y de las cosas del cuadro antiguo y ponerlo al día de hoy. Pero para eso tenemos a Juan Antonio Salazar que le hacía canciones a Camarón y que nos las hace a todos. Autores de este tipo ponen a ese flamenco hoy, ofreciendo otra visión de la vida”, afirma Pedro.

La foto el día de la inauguración, a primeros del mes de octubre, tendrá poderío pero aún no se sabe si también algo de politiqueo (“hemos perdido tiempo en buscar ayudas. Eso era un calvario. Pasar por muchos aros no depender nunca de nosotros. Cuando los políticos quieran, que aporten algo, nosotros encantados”). Lo que está claro es que justo después del clic, sonará un pavón por soleá, algo como ‘tengo el gusto tan colmado/cuando te tengo a mi vera/ que si me dieran la muerte/creo que no la sintiera’. “Y a ver si viene Gallardón a cantar por seguiriyas”, dice Guadiana. “Y la Aguirre a aprender unos pasitos”, cierra Pedro incrementando el volumen de las carcajadas.

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