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El pederasta cambia su forma de actuar, lo que crea dudas en la policía

El secuestrador retuvo a su víctima poco tiempo y no le suministró drogas como en las dos ocasiones anteriores

F. Javier Barroso
Caseta junto a la que fue hallada la niña de siete años.
Caseta junto a la que fue hallada la niña de siete años.carlos rosillo

Silencio, mucha discreción y pocos datos. Los especialistas de la Operación Candy (golosina, en inglés), que están dedicados de lleno a la detención del pederasta de Ciudad Lineal, guardan un absoluto secreto sobre el curso de las investigaciones y sobre el tercer caso que ha cometido este delincuente en los últimos meses. El cambio parcial en la forma de actuar al no haber seguido las rutinas de otros secuestros hacen que los investigadores pidan mucha prudencia, ante la posibilidad de que al delincuente más buscado de Madrid le haya salido un imitador.

El primer secuestro que se le atribuye al pederasta ocurrió la tarde del 10 de abril, cuando capturó a una niña española de nueve años en la calle de Torrelaguna, en Ciudad Lineal. Acababa de salir de una tienda de comprar chucherías y se dirigió a ella por su nombre de pila. La montó en su coche y la llevó hasta un domicilio, donde la drogó y la duchó. La soltó unas seis horas después junto a la estación de Canillejas, muy cerca (a unos 300 metros) de donde apareció la niña secuestrada la tarde del viernes.

El pederasta tardó más de dos meses en aparecer de nuevo. El 17 de junio acudió a la calle de Luis Ruiz, en el barrio de Ascao, y capturó a una niña de origen chino de seis años, delante de la tienda de alimentación que regentan sus padres. La tuvo secuestrada unas cinco horas. Una mujer halló a la menor totalmente desorientada en la calle del Jazmín, a la otra punta del distrito. También le había suministrado benzodiacepinas (lorazepan) para drogarla.

Esta forma de actuar ha cambiado en el último secuestro. El pederasta ha salido del distrito de Ciudad Lineal y se ha desplazado hasta la calle de Torquemada, en el de Hortaleza. Realmente, en distancia supone poco más de dos o tres kilómetros, lo que hace pensar a los investigadores que conoce al detalle el área noreste de la capital.

Calle de Torquemada, donde fue capturada la niña de siete años.
Calle de Torquemada, donde fue capturada la niña de siete años.carlos rosillo

Lo que más ha cambiado es el tiempo que tiene a las niñas secuestradas. Si en las dos primeras capturas las retuvo entre cinco y seis horas, el tiempo del pasado viernes no superó la hora y media. “Es una persona muy lista. Sabe que, desde que se produce la llamada de los padres o familiares hasta que se activa el protocolo de la Operación Candy tras comprobar algunos extremos, pasa un tiempo. Por eso quizás tuvo a la niña menos tiempo en este último caso”, detallan fuentes de la investigación.

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Ese menor tiempo que tuvo a la niña en su poder hace que también pudiera aprovechar mucho menos el momento con la niña como en las otras ocasiones. En ese caso las llevó a su casa o a una vivienda similar y las bañó o las duchó. De este modo, evitaba cualquier rastro de ADN o al menos dificultaba, y mucho, su descubrimiento.

En el caso del viernes no hubo ninguna clase de lavado, según fuentes policiales. “Tiene mucho menos tiempo y por eso quizás no quiere arriesgarse a ser descubierto”, añaden esas fuentes. Las pruebas a las que fue sometida la niña en el hospital La Paz, donde se le aplicó el protocolo para víctimas de delitos sexuales, han sido remitidas a los correspondientes laboratorios para su análisis y ver si se pueden sacar marcadores de ADN. Los resultados tardarán algunos días.

Las tres jóvenes coinciden en un hombre de edad media y alto

Lo que no ha cambiado es el lugar elegido. Los investigadores hablan de que en este último caso ha podido cometer “algún fallo”, pero a priori parece poco probable. De nuevo se ha centrado en lugares en los que no hay cámaras de seguridad. O al menos no están a la vista. La calle de Torquemada es una zona residencial en la que hay pocos comercios y ninguno de ellos es un banco o comercio que cuente con videovigilancia. También se caracteriza por ser una zona con grandes áreas verdes que rodean los edificios. Pese a ser áreas privadas, se puede entrar con total facilidad. Basta con franquear unas vallas que están abiertas al público. “Se trata de una persona cuidadosa que no se caracteriza por dejar cosas al azar y de vigilar mucho a sus objetivos”, añaden fuentes policiales.

La descripción que ha dado la última niña coincide en parte con la facilitada por las anteriores víctimas, según fuentes policiales. Hablan de un hombre de media edad (unos 40 años), alto, pero con una pequeña diferencia. En esta ocasión, lo describen como de complexión fuerte frente a las dos anteriores niñas que siempre dieron el detalle de delgado. “Eso también es muy relativo y depende de en lo que se fije la niña. Hay que tener en cuenta que son muy jóvenes y muchas veces no pueden expresarse bien”, añaden fuentes policiales.

Reunión urgente de la cúpula policial y la delegada para tratar el tema

La última niña es en la que los agentes de la Operacion Candy tienen depositada mayor confianza. Al no haber sido drogada, quizás haya recalado en detalles que para las dos primeras han podido pasar desapercibidos. Al tenerla tan poco tiempo (menos de una hora y media) la droga quizá no le habría hecho efecto. También juega en contra su corta edad.

La pequeña también coincide en que el pederasta ha utilizado un turismo de pequeñas dimensiones y de la misma marca que el que estaba buscando la policía hasta ahora. Lo que no coinciden son algunos detalles y posiblemente ha cambiado de modelo, al pasar a uno ligeramente mayor. “Quizá lo haya hecho para despistar o haya cambiado algo para que no podamos seguirle la pista”, añaden fuentes de la Operación Candy. Los agentes estaban investigando unos 78.000 vehículos de un modelo determinado. Se trataba de buscarlos uno a uno y ver a quién pertenecen. En el caso del viernes, la menor de origen dominicana también habla de un color claro, como en anteriores ocasiones.

El director general de la Policía, Ignacio Cosidó, y la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, se reunieron ayer por la tarde con la cúpula policial y los responsables de la Operación Candy para tratar el último secuestro. Decidieron reforzar los dispositivos de prevención, dar charlas a las asociaciones de vecinos y de padres de alumnos de la zona para despejar las dudas de los adultos y mantener “la máxima intensidad” en las investigaciones. Cosidó también ofreció “todos los recursos necesarios” a la Jefatura de Policía de Madrid para atrapar al pederasta.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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