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Batalla en Galicia por una playa

Los alcalde Sanxenxo y O Grove, del PP, se disputan la propiedad del litoral de A Lanzada Un juez anuló la titularidad que se la había otorgado a la primera

Vista aérea de la playa de A Lanzada.Foto: atlas | Vídeo: X. LOBATO / ATLAS

Si uno quiere ir a la playa de A Lanzada (2,3 kilómetros de longitud) para darse un baño, practicar surf o hacer el paseo del colesterol en un entorno paradisíaco, aparcará el coche en Noalla, término municipal de Sanxenxo (Pontevedra), pero nada más enfilar la duna para bajar al arenal pisará tierra del Ayuntamiento de O Grove, en la misma provincia. Los alcaldes de ambas localidades, vecinos y del mismo signo político (PP), se han enzarzado para reclamar la propiedad de la mayor reserva turística de las Rías Baixas: una franja de la costa, tierra de nadie, en pleno océano Atlántico, dentro de los límites de las rías de Arousa y de Pontevedra, que concentra a cientos de miles de visitantes ajenos a las pugnas por el territorio.

 El detonante de este litigio es un fallo judicial que hace seis meses dictó una juez de Pontevedra, en el que anuló la clasificación que hizo en 1989 el Jurado Provincial de Montes, que reconocía la titularidad de la playa de A Lanzada a Sanxenxo. Pese a que los tribunales se posicionaron a favor de los comuneros de Noalla, el contencioso quedó sin resolverse en el último momento por un defecto de forma, cuando fue admitido el recurso de O Grove, que alegó indefensión al no serle notificado por escrito el dictamen del jurado, que sí se publicó en el BOE.

Desde que, a principios de los ochenta, se crearan las comunidades de montes, la de Noalla emprendió su batalla particular para hacer suyo el arenal. En aquellos tiempos los alcaldes estaban enredados con cuestiones urbanísticas y no tomaron partido por una playa en estado puro a la que ya le habían echado el ojo dos promotoras urbanísticas acompañadas por el proyecto, perjudicial para las dunas, de una carretera.

Pero el Plan Estratégico Ramsar, un convenio especial de protección internacional suscrito por España, vino a salvar de las excavadoras a esta obra maestra de la naturaleza. El escenario actual es muy diferente, porque la batalla, ahora con alcaldes enfrentados, acaba de volver a empezar. La última palabra la tendrá un jurado de la Xunta de Galicia, también gobernada por el PP, que debe aprobar un nuevo deslinde para resolver el litigio. Las dos poblaciones que se disputan la arena se preparan para defender la que consideran su playa, la misma que promete, según la leyenda, devolver la fertilidad a las mujeres que se bañen en la noche de San Juan en sus aguas y reciban la caricia de nueve olas.

“Llegaremos hasta donde haga falta”, desafía el presidente de los comuneros de Sanxenxo, Roberto Garrido. Noalla prepara su propia artillería para reforzar la tesis de que O Grove fue una isla antes de que se formara el istmo de A Lanzada, en torno al siglo VI, y están decididos a volver a los tribunales para que ratifiquen en los mismos términos el fallo anulado que les daba la razón.

Buscan datos en el paso del tiempo que avalen que los grovenses no pueden arrogarse ese pedazo de costa. En manuscritos y mapas como el del Padre Oxea, datado en 1600, ya aparecen referenciados dos petroglifos (símbolos con más de 4.000 años de antigüedad esculpidos sobre rocas) que, como los mojones de una finca particular, delimitaban los terrenos cuando aún no existía la escritura.

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Planos cartográficos y topográficos cuentan siglo a siglo cómo se formó el tómbolo que unió a la península la isla de O Grove por refracción de las olas y el efecto de los vientos. La unión fue catalogada por primera vez en un mapa en 1752. Entre los cientos de papeles en manos de los comuneros se encuentra otra prueba irrefutable de cuando el mar separaba O Grove del continente: una copia de la donación de la isla por el rey Ordoño II a la diócesis de Santiago en el siglo X.

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