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La marea roja alcanza al marisco en arena en la ría de Vigo

Prohibida la extracción de almeja, berbercho y navaja en algunas zonas

La marea roja en las rías no cede y afecta ya al marisco infaunal (el que se recoge en la arena), además de al de batea, según ha detectado el Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño de Galicia (Intecmar). El organismo prohibió ayer la extracción de molusco infaunal —como la almeja, berberecho y la navaja— en la zona II de la ría de Vigo. Además, ha decretado la prohibición cautelar de la extracción de este tipo de especies en la zona I de la misma ría.

 El organismo, con sede en Vilaxóan (Vilagarcía) y dependiente de la Consellería de Mar, decretó el cierre cautelar minutos antes de las tres de la tarde, tras detectar niveles de la biotoxina natural causante de la marea roja superiores a los legales. Los cierres en la ría viguesa se suman a los de la de Pontevedra, donde solo se permite extraer navaja y longueirón en una de las cinco zonas, mientras que las otras están totalmente clausuradas. En Vigo permanecen abiertas dos de las cinco zonas de marisqueo, mientras que la de Arousa resiste con todas sus subzonas abiertas.

Por lo que se refiere al cultivo en batea, el cierre es casi total en la ría arousana, donde solo permanecen operativos sendos polígonos dedicados a la ostra en Cambados y O Grove. Las rías de Pontevedra y Muros están cerradas en su totalidad, y siguen únicamente abiertas las de Ares —de menor producción— y cinco polígonos en el área de Redondela, en la ría de Vigo, uno de ellos dedicado a la ostra y el resto al mejillón.

Los cierres han supuesto un nuevo y duro contratiempo para el sector, que trataba de recuperarse del nefasto 2013, cuando el tiempo de veda superó en varias zonas al operativo. Las vedas permiten que los moluscos eliminen las toxinas que portan las algas microscópicas, base de su alimentación. Se trata de un proceso natural que tanto este año como el pasado ha tenido una incidencia mayor a la habitual y que perjudica gravemente la producción en batea, que en 2013 sufrió una caída del 20%, de 227.000 toneladas a 183.000, con un efecto parejo en la facturación, que fue 20 millones de euros menor a la de 2012, con 74 millones. Los constantes positivos en los análisis han generado suspicacias entre los productores, que han planteado la posibilidad de introducir sus propios controles, paralelos a los de la Administración.

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