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El viaje al extranjero comienza en el barrio de Salamanca

El Centro de Vacunación Internacional del Ayuntamiento de Madrid atiende al año a 13.000 personas

F. Javier Barroso
Una doctora vacuna a una mujer en el centro de la calle de Montesa.
Una doctora vacuna a una mujer en el centro de la calle de Montesa.álvaro garcía

Lo que antes era una casa de socorro o un equipo quirúrgico se ha convertido en un punto de encuentro accidental para miles de turistas y viajeros al año. El centro internacional de vacunación del Ayuntamiento de Madrid, uno de los de referencia de la región, atiende a más de 13.000 personas al año que recorren el mundo de un extremo a otro. Eso sí, hay que reservar con tiempo a través del 010 o de la página web del Ayuntamiento (www.madrid.es) porque se acude con cita previa y las plazas son limitadas. Ahora están dando cita para mediados de septiembre.

El centro se encuentra en el número 22 de la calle de Montesa, en pleno barrio de Salamanca. En él trabajan tres médicos, tres enfermeros y tres recepcionistas. El edificio, singular donde los haya a tipo de palacete, rompe la estética de los alrededores. Se accede por unas escaleras empinadas y dentro se respira tranquilidad y un ambiente fresco frente a los rigores del verano. “El tipo de gente que viene a este servicio es muy variado, desde gente que va a hacer turismo a personas que se tienen que marchar fuera por trabajo o cooperantes... También hay algunos inmigrantes que regresan a sus países y prefieren protegerse antes de salir de viaje”, destaca el director del centro, el doctor Javier Capdepón. En los últimos años se ha notado una bajada del número de turistas que han demandado este servicio, fruto de la crisis económica. Por el contrario, ha aumentado la cifra de personas que se marchaban a trabajar al extranjero.

Nevera con las vacunas del centro de vacunación.
Nevera con las vacunas del centro de vacunación.álvaro garcía

Pero enseguida surge la pregunta. ¿Qué viajero al extranjero tiene que vacunarse? La respuesta no es fácil. En principio, parece que los turistas europeos están exentos de visitar este centro. El doctor Capdepón lo niega con la cabeza. “Cada viaje es una situación y va a depender de las zonas que se pretenden visitar. No es lo mismo ir a la selva de visita que estar allí una temporada de cooperante”, reconoce el facultativo. En el caso de que se vaya a Alemania o Suiza, por ejemplo, no se descarta para los escolares que vayan de campamento o que viajen para cursar unos estudios prolongados ponerse la vacuna de la encefalopatía centroeuropea. “Si se va de visita a Berlín, no es necesario tomar ninguna precaución”, puntualiza el médico.

En algunos casos son los propios países receptores de los trabajadores o estudiantes los que exigen el certificado de haberse vacunado contra algunas enfermedades. Es el caso de Estados Unidos para ciertas universidades. “Si va a África, Asia o Sudamérica, es conveniente preguntar al menos por si es necesario alguna protección añadida”, aclara el doctor.

Ese es el caso de Ana Rosa Pérez Vargas, una cubana de 73 años residente en Valdemoro, que se ha vacunado para ir a visitar a su hijo a Luanda, la capital de Angola. “Mejor prevenir a lamentarse después”, refiere la mujer tras recibir sendas inyecciones en los brazos.

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Lo recomendable es que los viajeros acudan cinco semanas antes de iniciar el viaje para que los medicamentos hagan efecto. “Es necesario saber qué lugares se van a visitar y durante cuanto tiempo. A veces nos ocurre que cuando terminamos con un paciente nos dice que también irá a un lugar determinado sobre el que tenemos alguna alerta sanitaria. En ese caso es necesario ponerle otra vacuna”, relata Capdepón. “Se valoran ante todo los riesgos y la experiencia. Depende de cada momento y de las informaciones que nos hayan ido llegado a través de las autoridades sanitarias, en especial del Ministerio”, añade.

El servicio no es gratuito. Vacunarse solo contra la fiebre amarilla cuesta 18,51 euros. Si se requieren más vacunas, hay que pagar otros 37 euros. En este caso, da lo mismo que sean dos o cinco. Lo habitual es que no se supere el par. Eso sí, solo el año pasado se pusieron a los 13.000 usuarios de este centro más de 40.000 inyecciones, lo que da una media de tres por visitante atendido.

Las más frecuentes son la de la fiebre amarilla, la hepatitis A y la fiebre tifoidea. Eso sí, cada región mundial tiene sus especificaciones. “Por ejemplo en algunas zonas está reputando la poliomielitis, que ya se consideraba erradicado. Por eso es necesario vacunarse en algunos territorios”, añade. Los efectos secundarios de las vacunas suelen por lo general leves o inexistentes. Julio es el mes de mayor trabajo del centro frente a diciembre en el que baja la demanda. También influye en qué periodo cae la Semana Santa. Si hace mejor tiempo, los usuarios aumentan.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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