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REGRESO AL ORIGEN

“Ser artesano no beneficia en nada”

Ferran Cusidó recupera un antiguo horno en Castellbó, localidad con 46 habitantes

Cusidó, junto a dos de sus panes recién hechos en Castellbó.
Cusidó, junto a dos de sus panes recién hechos en Castellbó. javi martin

A Ferran Cusidó la crisis le ha permitido con 40 años convertirse en panadero artesano, aunque para ello haya tenido que dejar su Sabadell natal e irse a vivir a Castellbó, un remoto pueblo de 46 habitantes del Alt Urgell, en el Pirineo de Lleida. Cusidó ha recuperado un antiguo horno de piedra en ruinas para “hacer pan del bueno, con leña, como antes”.

Después de trabajar en varios oficios, Ferran se quedó sin empleo y, cuando ya estaba a punto de agotar la prestación del paro, pensó que había llegado el momento de iniciar una nueva vida gracias al horno que había en el sótano de una casa en ruinas que sus padres compraron hace 40 años en Castellbó. Allí pasó desde pequeño las vacaciones de verano y muchos fines de semana.

El nuevo DNI

  • Ferran Cusidó
  • 40 años
  • Antes: varios oficios
  • Panadero

Ferran cogió los pocos ahorros que tenía y fijó su mirada en aquel horno que llevaba 300 años cerrado: “Mi ilusión siempre fue que volviera a funcionar y lo he conseguido”. Castellbó, muy conocido por su pasado cátaro, del que todavía se conservan algunos vestigios, está situado a 10 kilómetros de La Seu d'Urgell.

La vida en el medio rural siempre fascinó a Ferran y la pasión por el oficio de panadero no le vino de repente. De hecho, a los 14 años tuvo su primera experiencia en una pastelería de Sabadell, donde comenzó desde abajo, rascando bandejas y suelos por 2.000 pesetas a la semana. “Después”, recuerda, “pasé a otro nivel, al de ayudante del ayudante, para acabar colocando la bollería en las bandejas y a tener contacto con la masa”.

Ferran, separado desde hace 14 años, se siente a gusto en Castellbó, tal vez porque, como él mismo confiesa, en la ciudad vivió intensamente. “Vine aquí buscando una nueva vida y he encontrado la tranquilidad en un valle que desgraciadamente se está despoblando por falta de servicios y de oportunidades”.

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“El pan de ahora es peor que el de antes porque se utiliza mucha química para abaratar costes”

En el valle de Castellbó viven un total de 300 personas, repartidas en 13 pueblos. Ferran considera que la panadería es “un servicio a la gente que vive aquí”. De momento no se plantea distribuir el pan en otros municipios de la comarca porque no lo encuentra justo y porque considera que eso implicaría hacer más pan y, tal vez, bajar la calidad.

Encontrar pan bueno, elaborado artesanalmente como se hacía antes, empieza a ser una quimera. Ferran ha apostado por una forma de hornear que los clientes valoran. “No pienso cambiarla, lo tengo clarísimo. Me gustan mucho la repostería y la panadería tradicional, la de calidad, la de toda la vida. Podría tenerlo todo más mecanizado, pero ya no sería lo mismo”. Para que sea artesanal, sólo puede producir 70 kilos de pan y 24 bolsas de magdalenas a la semana. “Ser artesano no beneficia en nada”.

En poco tiempo, Ferran ha conseguido ganarse la confianza de todos. El boca a oreja está siendo la mejor publicidad. “Mi pan”, explica, “es totalmente artesanal y, además, lo elaboro con harinas ecológicas que estoy pagando casi 30 céntimos de euro más cara que la que usan otros, sin que eso repercuta en el precio de venta”.

Ferran desmitifica el oficio de panadero y asegura que no es tan duro. Sostiene que para hacer un buen pan artesanal solo hay que controlar el proceso y no usar “mejorantes”. “El pan de ahora es peor que el de antes porque se utiliza mucha química para abaratar costes”. Y concluye: “Mis barras de cuarto pesan 250 gramos y las de medio kilo, 500 gramos”.

Cusidó propuso una caravana de mujeres para los solteros de la comarca

Además de ser conocido en el valle por recuperar el horno de pan, Ferran adquirió notoriedad hace unas semanas cuando, desde su página de Facebook, propuso la idea de organizar una caravana de mujeres para que los solteros de la comarca pudieran encontrar pareja: “Todo comenzó como una broma”.

El llamamiento dio la vuelta al mundo y los medios de comunicación destacaron el hecho de que las candidatas debían ser chicas atractivas, divertidas, sanas y, sobre todo, sexualmente activas. “La última frase es la que se explotó y lo busqué adrede porque he sido relaciones públicas de una discoteca y aprendí que el sexo vende”, añade Ferran.

Finalmente, el encuentro no se celebrará este año por trabas burocráticas, ya que, por sus dimensiones —se esperaban más de 3.000 personas—, el ayuntamiento exigía a los organizadores un seguro de responsabilidad civil, lavabos públicos, seguridad privada y equipos de luz y de sonido. “Yo solo no podía asumir ese gasto, aunque la publicidad que ya he hecho del valle es impagable”.

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