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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El Régimen Pujol

Los casos Pujol, Nóos, Bárcenas, Palau o ERE explican la nula defensa que la sociedad ha recibido desde la crisis de sus gobiernos

El pujolismo —es decir, todo— ha finalizado con una gran calidad de poema king-size de Gil de Biedma, en plan “Que el pujolismo iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde”. Llegados a este punto lírico cabe preguntarse con el poeta: a) ¿En qué consiste la seriedad del pujolismo? Y, b) y más importante, ¿Qué es lo que uno —palabro que, tradicionalmente, significa muchos, si no todos—, comprende más tarde al respecto?

La a) seriedad del pujolismo, su carácter categórico, consiste en ser el Régimen del 78 en Catalunya. Es decir, el Régimen del 78. No se diferencia en exceso de otros accesos al género peninsular. Se diferencia del pack PS en que aún mantiene cierto vigor y capacidad. Se parece al pack PP en que, a pesar de fiscalía, también mantiene cierto vigor y capacidad. Sobre el vigor y la capacidad: cuando el viernes Pujol dejó caer lo de la herencia no declarada —una narración inverosímil para explicar lo que, al parecer, es un flujo constante de dinero proveniente de obras, contratos y contactos públicos, según apunta UDEF—, el grueso de medios locales siguió participando en el juego de rol de la herencia durante más de 48 horas. Cabe suponer que esa será la teoría oficial para algún nicho del mercado durante décadas / será lo titadine català. La seriedad del pujolismo pillado con el carrito del helado explica, en fin, el trabajo real del político hispano, así como sus anhelos y compromisos reales, si no la función real de la política, de los grandes partidos y del grueso del periodismo local, estadísticamente más interesado en explicar los puntos de vista del político que en controlarlos.

Todo ello, b) lo hemos empezado a comprender más tarde. Concretamente, después de 2011. Es decir, tras un cambio paulatino, e imparable, del paradigma cultural local, que está permitiendo observar la realidad desde un ángulo diferente del propuesto por el político y su compañero de juerga, el periodista con cara de al-soci-no-se’l-pot-enganyar, dispuesto a defender la existencia de lo que le digan —dos vías de investigación, una herencia, el 9-N, o signos evidentes de recuperación económica—. Un sistema político orientado al enriquecimiento y promoción personal, en fin, no puede subsistir si es descrito. Que haya vivido con honor tantos años orienta sobre el nivelón de sus descripciones. Antes de 2011 la historia de L’Hereu Pujol no la hubiéramos visto en 3D, o hubiera quedado neutralizada a través del “vigor y la capacidad” que les endosaba en el anterior párrafo. Observar puntos de vista no previstos en una cultura especializada en desautorizar, con vigor y capacidad inauditos en Europa, lo no previsto es, básicamente, una revolución. Y está sucediendo.

Que haya vivido con honor tantos años orienta sobre el nivelón de sus descripciones

La cosa Pujol es una descripción del Régimen. Esas descripciones sólo se articulan cuando el Régimen está seriamente enfermo. Y no, el Régimen del 78 no es el payaso, enfermito y viejo, que recibe las bofetadas. Es el viejo senil generador de bofetadas, de verdaderas palizas. Dinámicas de enriquecimiento privado, como las que ilustran los casos Pujol & sons, Bárcenas, Nóos, Palau/Ferrovial, ERE, explican la defensa —nula, no es esa la función del político local— que han recibido las sociedades peninsulares de sus gobiernos e instituciones desde que empezó esta crisis, el periodo de reacción más severo desde el XVIII, el fin de los sistemas europeos fundados en 1945, y del breve paréntesis de bienestar iniciado aquí abajo en 1978. Las bofetadas están adquiriendo formas absolutamente violentas y antidemocráticas: una Ley de Seguridad Ciudadana que restringe derechos cotidianos, como poner tenderetes en la calle o repartir octavillas, restricción de derechos laborales, sanitarios, educativos, o/y el hecho escalofriante y metafórico de que el sistema bancario español se haya condensado en 15 entidades, y que en el proceso de rescate de Catalunya Banc y posterior entrega a una de esas entidades por parte de políticos sensibles de heredarse encima, el Estado haya perdido/regalado el importe equivalente a los grandes recortes en sanidad y educación.

No es previsible que el Régimen se regenere. Ni siquiera que se corte un poco. Es previsible la formación de bloques enfrentados. Por un lado, el Régimen. Por otro, la organización de todas las sensibilidades democráticas que, desde 2011, han confluido en la calle —es decir, en el hospital, en la escuela, en la cola del INEM, en las plazas— y en la defensa de la democracia. Llamo su atención sobre el proceso de confluencia política iniciado en Barcelona e, independientemente, en otras ciudades catalanas y del Estado. Bajo la palabra Guanyem, o cualquier otra, se está intentado llegar a las municipales del 2015 con una propuesta rupturista, que agrupe a ciudadanía, formaciones y movimientos. Es decir, que reproduzca en una lista lo que ya sucede en la sociedad cotidianamente desde el 15-M. Un proceso de confluencia transparente, que informe de sí mismo a tiempo real, democrático, orientado al municipalismo/la política KM0, que cree un contrapoder, que nos defienda de los cazadores de herencias; es la amenaza más seria que tiene el Régimen esta mañana a primera hora. El Régimen, a su vez, empieza a ser ya una amenaza democrática seria.

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