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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Retos del futuro

La política vasca se conforma con seguir aplicando planes y programas del pasado

El reciente Informe del CES sobre la situación socio-económica de la CAV en el año 2013 ofrece una cruda realidad de Euskadi. Nuestra sociedad se enfrenta a enormes retos, uno de ellos el demográfico con su consiguiente impacto sobre la calidad de vida de los ciudadanos y ciudadanas y sobre el futuro de Euskadi.

En el horizonte del año 2026 en Euskadi la población disminuirá en términos absolutos —en Europa la población crecerá— y lo hará, especialmente, en aquellos que están en edad de trabajar, mientras que el número de personas mayores dependientes aumentará, lo que requiere de una respuesta global transversal e institucional ante una alarmante perdida de capital humano.

Los países europeos están respondiendo de forma muy diferente ante este reto. Así, el Gobierno de Portugal ha anunciado la inminente puesta en marcha de un programa para fomentar la natalidad ante unos datos que han encendido todas las alarmas. Bajo el epígrafe de “una Portugal amable con la infancia, las familias y los mayores” plantea un paquete de ambiciosas medidas: eximir de impuestos a las empresas que contraten a mujeres embarazadas, pagar el salario integro a la madre durante el primer año de vida del niño o niña reduciendo la jornada laboral, flexibilizar los horarios de las escuelas o un aumento considerable de las desgravaciones fiscales por hijo. En definitiva, dotar de servicios y establecer prestaciones dirigidas a mejorar la calidad de vida de las familias. Medidas con voluntad de permanecer en el tiempo y alejadas del cortoplacismo y capaces de servir de estimulo al fomento de la natalidad en las próximas décadas.

Contrasta este plan con nuestra realidad, vasca y española, en la que las jóvenes madres temen ser despedidas al quedar embarazadas y donde la conciliación de la vida laboral y familiar es una tarea casi imposible. El 23% de los trabajadores vascos tiene que prolongar su jornada laboral casi todos los días y el 69% está demasiado cansado al volver del trabajo para realizar las tareas del cuidado familiar. La flexibilidad horaria para mejorar la conciliación se ha reducido un 1,5 porcentuales y hay mayores dificultades para pedir permisos relacionados con la conciliación.

A todo ello hay que añadir las enormes dificultades que los y las jóvenes tienen para poder llevar una vida independiente y contar con un salario digno. También en esto hay diferencias en las políticas europeas. En los países más desarrollados de Europa quienes trabajan en empleos poco cualificados disponen sin embargo de sueldos dignos con los que poder independizarse. Mientras tanto, aquí, se repite como un mantra la necesidad de seguir bajando los sueldos de los jóvenes no se sabe hasta que limite mientras el Estado pierde miles de millones de euros. Los últimos con la venta de Catalunya Banc. Todo un escándalo.

En Euskadi no somos una excepción. Tenemos ocho puntos más de diferencia con la media europea en paro juvenil. Sin empleo, con empleo precario, sin medidas para la conciliación, retrasándose permanentemente la edad en la que se tienen hijos e hijas, es imposible abordar un fomento de la natalidad a todas luces necesario en Euskadi. Y ese es un pilar básico para seguir construyendo Euskadi.

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La política vasca se conforma con seguir aplicando planes y programas del pasado, cada vez con menos soporte presupuestario. El progresivo adelgazamiento de las políticas publicas nos aleja del verdadero Estado Inversor capaz de dar respuesta a los retos de un país con voluntad de hacer frente a su futuro. Falta cooperación entre todos los agentes públicos que tienen que intervenir y falta reflexión estratégica conjunta. Hablamos de decidir nuestro futuro y estoy de acuerdo. Pero ¿qué futuro?

Apenas somos capaces de tener un diálogo interinstitucional muy alejado se una acción concertada de país que actué sobre los grandes problemas y este lo es: una juventud vasca sin posibilidad de poder poner en marcha el tipo de familia que deseen.

Mientras tanto en el Parlamento vasco se crean sendas comisiones de trabajo sobre la convivencia de los vascos y sobre el futuro del autogobierno. Y siendo estos dos asuntos importantes, las comisiones naufragan irresponsablemente. Los problemas de los ciudadanos se acumulan y sobre los retos del futuro de Euskadi se cierne un interrogante cada vez más grande.

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