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GREC 2014
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sin respiro

Joe Satriani llevó su música metálica a un concierto en la sala Bars, dentro de Festival Grec

¡Cómo cambian los tiempos! ¿Quién hubiera podido maginar hace solo unos años un concierto metalero en pleno Festival Grec, tan serio él? Pero así son las cosas y Joe Satriani regresó a Barcelona enmarcado en el evento veraniego municipal. Claro que no lo hizo en el Teatre Grec, como mandarían los cánones, sino en la sala Barts del Parale.lel, un local acostumbrado a todo tipo de conciertos, donde el ambiente Grec era inexistente. Así que el público lo disfrutó como un concierto más, de los que se programan durante todo el año sin necesitar el paraguas del ayuntamiento barcelonés.

Decir que el público lo disfrutó es quedarse corto. La sala Barts entró en combustión a los pocos segundos del inicio y el calor no descendió en ningún momento acabando con una explosión que hizo temblar las paredes del edificio.

Joe Satriani

FESTIVAL GREC
Joe Satriani
Sala Barts, 14 de julio.

Ya es sabido que Satriani es de los que arrancan ya con la directa puesta y no tocan el cambio de marchas en todo el concierto. Siempre a tope, hasta sus baladas discurren a un ritmo desenfrenado. Y sin palabras, solo música de una fuerza apabullante. Apareció vestido de negro con su calva resplandeciente y sus eternas gafas de sol, sonrió mefistofélicamente y con el primer acorde de guitarra ya estaban locas las más de mil personas que llenaban el local. Y no era para menos, la técnica de Satriani es increíble, su digitación es de una rapidez inusitada pero no se queda nunca en los excesos pirotécnicos, sus melodías van mucho más lejos, te penetran y te ponen en movimiento. La música de Satriani es de una belleza lacerante, en especial esas notas alargadas hasta el máximo, autentica marca de fábrica del neoyorquino. En su concierto no quedó ni un solo espacio libre, su guitarra lo llenó prácticamente todo. Cien minutos sin respiro. Solo su batería tuvo ocasión de ofrecer un largo solo, bastante circense pero sumamente efectivo. Todo lo demás estaba al servicio de la guitarra del líder.

Comenzó con uno de los temas de su último disco pero inmediatamente fue mezclando el nuevo material con algunos de sus temas más populares. The Crush of love y, sobre todo, un expansivo Satch Boogie levantaron el concierto hasta lo más alto antes de entrar en una recta final de verdadero apabulle que, a tumba abierta, desembocó, no podía ser de otra manera, en un Surfing with the Alien de los que cortan la respiración. Un final apoteósico en el que consiguió una de esas cosas aparentemente imposibles: que el público cantase canciones sin texto, en el más puro escat sus seguidores corearon sus estribillos y le siguieron en sus solos. ¡Increíble!

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