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La Casa de Campo pierde más de medio millar de olmos por la grafiosis

Uno de los pinos más viejos del parque se desploma por un hongo

Esther Sánchez

El miércoles pasado uno de los pinos centenarios de la Casa de Campo, de entre 150 y 170 años y unos 25 metros de altura, apareció en el suelo. Las primeras comprobaciones apuntan como causante de su muerte al hongo, Armillaria mellea, un patógeno que infecta los suelos de los jardines más antiguos y que causa la pudrición de las raíces de las plantas. En su caída arrastró a otro ejemplar de Pinus pinea,de porte semejante, pero sano. Estos árboles constituyen los pinos de mayor envergadura de la especie que crecen en la Casa de Campo.

Los jardineros del recinto han comprobado el estado del resto del popular y concurrido pinar, plantado entre 1860 y 1870, y se han enviado muestras al laboratorio para confirmar el motivo del desplome.

“De momento se está investigando la causa, pero no es extraño que el árbol pudiera estar infectado por un hongo de esa especie, pasa en todo el mundo”, explica Santiago Soria, subdirector de Zonas Verdes del Ayuntamiento de Madrid. En la capital han existido dos episodios importantes relacionados con dicho patógeno. “En la Dehesa de la Villa atacó a pinos y en el Campo del Moro a cedros, pero se atajó”, comenta Soria. Además, de otros muchos casos aislados que se dan de forma habitual.

La temporada estival se ha revelado más complicada de lo habitual en la Casa de Campo, sobre todo por el repunte de la grafiosis, una enfermedad provocada por un hongo que arrasó con la mayor parte de las olmedas de estos jardines en los años ochenta y noventa. De los 6.000 olmos que han rebrotado durante estos años y que ya tenían cierto porte de árbol (a partir de entre 20 y 30 centímetros de diámetro de tronco), se han tenido que cortar unos 600 ejemplares de momento. La única forma, además de la fumigación, de luchar contra la plaga que se extiende por todo el mundo y para la que no se ha encontrado ninguna cura.

“La mayor parte no son grandes árboles, porque desgraciadamente quedan muy pocos. Centenarios se han perdido tres”, asegura Soria. En el intento por frenar la desaparición de la especie en la Casa de Campo, lugar donde se localizaban las más importantes poblaciones de olmo de la ciudad, en 2007 se plantaron 300 ejemplares clonados que se suponen más resistentes a la plaga. De momento aguantan los embates del hongo.

Juan García, de Ecologistas en Acción, cree que el tratamiento seguido por los técnicos en la Casa de Campo para controlar la enfermedad “es el adecuado”. “Los nuevos plantones se desarrollan de forma correcta hasta que alcanzan los 30 centímetros de diámetro; entonces es cuando se desarrollan las oleadas de grafiosis”, explica.

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Soria asegura que se han realizado las mismas fumigaciones que otros años para acabar con el diminuto escarabajo que lleva en sus patas las esporas del hongo asesino. “Con el mismo calendario y el mismo programa, cinco tratamientos entre primavera y verano con 21 días de intervalo entre cada uno”, informa. El problema es que una vez infectado el olmo, solo queda cortarlo.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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