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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Paseo por la galería de reliquias

En suma, un concierto pulcro y aplicado

Como único superviviente de la formación a la que dio carta de naturaleza nada menos que allá por 1967, Ian Anderson sigue recorriendo mundo. Decir que su paso por la Feria de Julio constituía la única aportación foránea de su cartel (al menos la única que no ha pasado por Valencia o alrededores en los últimos años) ya habla por sí solo del carácter tedioso de una ristra de conciertos que lleva demasiados años insistiendo en los mismos nombres, apuestas seguras sin resquicio alguno para una dosis de frescura, por nimia que pueda ser.

Flauta en ristre y con la rodilla elevada y flexionada, luciendo el emblemático porte marca de la casa, el veteranísimo músico británico sale más que airoso de un pase solvente e inobjetable, que resulta tan didáctico y aseado como darse un garbeo por una galería de arte jalonada de reliquias para la posteridad. En su caso, las piezas de valor dignas de ser exhibidas son clásicos incunables del rock progresivo (con las esquirlas metálicas y hard de rigor) como Sweet Dream, Critique Oblique, Songs From The Wood o esa Bouree que remite a Bach, y que intercala pacientemente durante la primera mitad de la noche con Enter The Uninvited o Doggerland, temas extraídos de un reciente álbum, Homo Erraticus, que estilísticamente no desentona con sus más añejos compañeros de repertorio: más inclinado a los renglones rock que a los del folk.

En el empeño le acompaña, al margen de sus secuaces habituales en los últimos cinco años, el joven Ryan O’Donnell, vocalista curtido en musicales que no tiene aparentemente más misión que reforzar el componente teatral de la trama de muchas canciones y, sobre todo, ayudar a Anderson a apuntalar aquellas notas agudas a las que este no puede llegar. En el show actual de Jethro Tull no falta casi ninguna de las trazas del más digno rock gerontocrático: el virtuosismo instrumental comedido (que asoma por primera vez con Nothing Is Easy), el descanso de un cuarto de hora para que el público se levante de sus asientos y se avitualle en las barras y esa progresión argumental que deja para el final los momentos más lucidos de la noche, con clásicos canónicos como Aqualung y Locomotive Breath como broche.

Jethro Tull

Ian Anderson: flauta, voz y mandolin; Scott Hammond: batería; Ryan O'Donnell: voz; Florian Ophae: guitarra; David Goodier: bajo; John O'Hara: teclados. Feria de Julio. Jardines de Viveros. Valencia, miércoles 9 de julio de 2014.

En suma, un concierto pulcro y aplicado. Aunque solo hay dos formas de eludir la anacronía que comporta: desde la aceptación de su condición museística o desde la óptica del fan irredento.

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