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El bosque, en alerta máxima

La región encara uno de los veranos con mayor riesgo de incendios forestales por un invierno muy lluvioso y por la alta vegetación que hay en los montes

F. Javier Barroso
Incendio en Robledo de Chavela, en agosto de 2012.
Incendio en Robledo de Chavela, en agosto de 2012.luis sevillano

El aviso se ha convertido casi en un tópico de todos los años por estas fechas, pero en esta edición los montes madrileños se enfrentan a uno de los veranos más peligrosos. Las fuertes lluvias y las nevadas del pasado invierno y el calor de la primavera han hecho que la vegetación esté muy alta en el campo, con el consiguiente riesgo de fuertes incendios forestales. Las lluvias de la semana pasada han retrasado unos días el riesgo, lo que no ha frenado la puesta en marcha del Plan de Incendios Forestales de Madrid (Infoma). Este durará, si no cambian las previsiones, hasta el próximo 15 de septiembre.

Si por algo se caracteriza la región, es por tener una alta superficie forestal. El 52,3% de la superficie total se considera forestal, es decir, 420.092 hectáreas de las 802.792 totales. De estas, el 27,5% está considerado arbolado, mientras que el resto es forestal desarbolado. Eso hace que la superficie que haya que vigilar sea muy alto.

Las últimas lluvias y las tormentas de la semana pasada han dado una pequeña tregua a los incendios. Además, algo engañosa. La humedad ha frenado los posibles fuegos, pero también ha hecho que la vegetación crezca algo y haya más combustible en los montes. Los mayores problemas se dan en lo que los técnicos llaman el interfaz urbano-forestal. Se trata de esas zonas en las que las urbanizaciones están muy cerca de los bosques y cualquier acción de las personas puede afectar a la superficie arbórea. En caso de extinción, siempre existen unas prioridades. Lo fundamental es asegurar que no haya víctimas humanas, después las propiedades (edificios, construcciones,...) y por último la superficie forestal y arbolada.

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“La sierra se encuentra en estos días bastante bien, con suficiente humedad, mientras que la zona sur y suroeste está más seca y puede haber mayor peligro”, destaca el director general de Seguridad Ciudadana de la Comunidad de Madrid, José Antonio Pérez.

Los fines de semana y los meses de julio y agosto son los más peligrosos. Los primeros, porque es cuando más gente va al campo y esa mayor presencia demográfica puede acarrear más peligros para el monte. Los meses centrales del verano son en los que se acumulan temperaturas más altas y mayor sequedad de las plantas. “Lo peligroso es cuando se da la llamada regla de los 30. Son tres condiciones que provocan graves problemas para apagar el fuego. Ocurre cuando la temperatura supera los 30 grados, hay una humedad relativa por debajo del 30% y el fuego se desarrolla en una zona con una pendiente de más de 30 grados”, describe la jefa de Bomberos de la Comunidad de Madrid, Pilar Hernán Martín. Una simple tormenta eléctrica, por otra parte bastante frecuentes en verano, puede desencadenar la tragedia.

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“Lo que hay que recordar es que está prohibido hacer barbacoas en el campo y que hay que extremar las precauciones para arrojar vidrios que pueden actuar como una lupa o cigarrillos por la ventanilla del coche”, recuerda Pilar Hernán. “Eso sí, ante cualquier humo, por pequeño que sea, llamar al teléfono de emergencias 112, que además es gratuito”, añade.

“La gran cantidad de medios que tenemos en la región hacen que la mayoría de los fuegos, alrededor del 85%, queden solo en conatos”, destaca el director de Seguridad Ciudadana. Los efectivos para el presente Infoma son los mismos que el año pasado. En total, 2.649 personas entre bomberos, agentes forestales, retenes forestales, apoyados por 500 vehículos especiales para este tipo de fuegos y nueve helicópteros. De estos, cuatro están dedicados a las brigadas helitransportadas de los retenes forestales (10 personas por aeronave), otros cuatro de extinción dotados con potentes bolsas para descargar agua y el noveno para coordinar los trabajos y para enviar imágenes en tiempo real a los centros de control. También colaboran 311 efectivos de 45 Ayuntamientos de la región, que serán los encargados de atacar en el primer momento el fuego hasta que lleguen los refuerzos. Para ello contarán con una bomba ligera.

La red de vigilancia está formada por 42 puntos de observación, ubicados en puntos estratégicos para controlar el área forestal de la región. Algunos sindicatos se han quejado del pésimo estado en el que se encuentran algunas de estas torres que carecen de las mínimas condiciones para desarrollar el trabajo de los profesionales.

Una labor que muchas veces pasa inadvertida para el público en general es la que hacen los 230 agentes forestales. Entre sus funciones está patrullar por 80 rutas de las zonas arbóreas, que son las más delicadas. “Suelen ir andando en las áreas en las que hay más afluencia de gente, de turistas y de coches. Son vigilancias más específicas cuando se dan las condiciones más propicias para que haya un incendio”, explica el director general de Seguridad Interior, Francisco Oliver. Sus otras funciones son el detectar los incendios, el ayudar en la extinción y el investigar las causas. “En caso de que haya indicios de delito, trabajan de manera conjunta con la Guardia Civil”, añade Oliver, que destaca que el 40% de los fuegos suele obedecer a negligencias por parte de las personas que acuden al monte. “Eso sí, cada vez, la gente está más concienciada”, resume el director general.

Por primera vez, un avión anfibio

El aeródromo de Cuatro Vientos será la base de una aeronave que ha contratado el Gobierno regional por primera vez para luchar contra los incendios forestales. Se trata de un avión anfibio capaz de cargar directamente de los embalses. La importancia de esta avioneta Cesna es que es capaz de soltar hasta 3.100 litros de agua en cada descarga, lo que supone un fuerte golpe para frenar el avance de las llamas.

La cantidad de agua es muy alta y no se tendrá que esperar a que el Ministerio de Medio Ambiente movilice sus hidroaviones, lo que se retrasa en ocasiones a varias horas en función de si están o no atacando otro incendio en otro punto de la geografía peninsular.

Una de las características de este avión es que también dispone de un depósito de 60 litros de espumógeno o una sustancia similar que actúa como retardante junto con el agua, por lo que también se impide que el fuego avance.

El contrato firmado por la Consejería de Presidencia y Justicia recoge que el avión anfibio tenga que estar en el lugar del incendio en un plazo máximo de 15 minutos. De esta manera, se busca que esté en los inicios del fuego y, en la medida de lo posible, se quede en un conato, es decir, en menos de cinco hectáreas de monte.

El precio que pagará el Ejecutivo regional es de 450.000 euros por campaña. En principio, estará operativo hasta mediados de septiembre cuando acaba el Infoma.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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