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El ministerio demora la decisión sobre el puerto exterior para evitar rechazarlo

La Autoridad Portuaria de Pasaia se resiste a retirar el proyecto pese a tildarlo de “quimera”

Mikel Ormazabal
Vista del interior del Puerto de Pasajes.
Vista del interior del Puerto de Pasajes.JAVIER HERNÁNDEZ

El Ministerio de Medio Ambiente está demorando la toma de una decisión definitiva sobre el puerto exterior de Pasaia para no tener que mostrar su posición contraria al macroproyecto portuario. El departamento que dirige Isabel García Tejerina no ha adoptado aún una determinación al respecto porque faltan dos informes “sustantivos”. Curiosamente, esos dos informes que están pendientes tienen que entregarlos dos organismos dependientes del propio ministerio: la Dirección de Sostenibilidad de la Costa y la Dirección de Medio Natural. Todos los demás pronunciamientos recibidos, aportados por la Diputación guipuzcoana, el Gobierno vasco y el de la consulta transfronteriza, ya llevan el sello contrario a la construcción del puerto adosado a las faldas del monte Jaizkibel.

En una respuesta parlamentaria, la Secretaría de Estado de Medio Ambiente ha reconocido que la tramitación ambiental del puerto exterior de Pasaia sigue bloqueada en los despachos del ministerio. A una pregunta del diputado socialista Odón Elorza, que se interesa por el “inexplicable retraso” que acumula la redacción de la memoria ambiental —el informe definitivo donde se deben recoger los problemas ambientales que acarrearía la construcción del macropuerto guipuzcoano—, Medio Ambiente responde que ha solicitado “informes a organismos con competencias sustantivas en la protección del medio ambiente”. No aclara cuándo los solicitó. Se limita a reconocer que no han sido entregados por las direcciones de Sostenibilidad de la Costa y de Medio Natural. “Una vez se hayan recibido dichos informes”, asegura el ministerio en una escueta contestación oficial, “y tras contar con todos los elementos de juicio suficientes, se podrá elaborar la memoria ambiental” del puerto exterior de Pasaia “conjuntamente” con el promotor, esto es, la Autoridad Portuaria.

Razones económicas y no ambientales

Llama la atención que una tramitación tan duradera —los primeros estudios del puerto exterior de Pasaia datan de 1999— no se haya culminado y el expediente ambiental permanezca atrancado en los despachos. Lo que hace una década era una necesidad imperiosa, y un trampolín para la economía guipuzcoana, ahora se ha tornado en un proyecto en el que nadie cree. Ni siquiera la parte promotora, la Autoridad Portuaria de Pasaia. Su presidente, Ricardo Peña, llegó a afirmar en una comparecencia en el Parlamento que el macropuerto "no se desecha en su totalidad", pero "en este momento se ve como imposible".
Era una infraestructura pensada para mover 17 millones de toneladas anuales de mercancías, cuando Pasaia cerró 2013 con tres millones de toneladas. "En fin, ir persistiendo con la idea de la construcción del puerto exterior, francamente es una quimera". Más aún, la consejera de Medio Ambiente, de la que depende el puerto guipuzcoano, incluyó la dársena exterior entre las "obras faraónicas" que estaban proyectadas en el País Vasco y que su departamento no iba a poner en marcha.
Todos los argumentos empleados ahora para aparcar el proyecto portuario han sido de índole económica, casi nunca medioambientales. Si casi nadie cree viable su construcción, ¿por qué no se renuncia definitivamente al proyecto? Peña dejó entrever que existe "un acuerdo al que han podido llegar el PNV y el PSOE" para no dar carpetazo. Profesionales medioambientalistas también apuntan que se han gastado unos dos millones de euros en estudios, informes... que nadie quiere ahora echar por la borda.

El Ministerio de Medio Ambiente tiene desde hace casi dos años todos los informes elaborados por las autoridades competentes en la materia. Desde entonces, el proyecto sigue anclado en Madrid. Tiene en sus manos la resolución enviada por la Diputación guipuzcoana, que alegó razones económicas, ambientales y legales, en un escrito de 50 folios, para alertar de los “perjuicios” que la ampliación produciría en especies y hábitats protegidos de Jaizkibel. Fue realizado durante la etapa de Bildu al mando de la institución foral, pero previamente, cuando estaba gobernada por el PNV había considerado “esencial” e “imprescindible” el proyecto portuario.

El informe entregado por la Dirección de Biodiversidad y Participación Ambiental del Gobierno vasco concluye que el puerto exterior “causaría perjuicio a la integridad” de Jaizkibel, un ecosistema que forma parte de los espacios protegidos por la red europea Natura 2000. Fue remitido en diciembre de 2012, en pleno traspaso de poderes entre los lehendakaris Patxi López e Iñigo Urkullu, tras estar seis meses escondido en un cajón.

Del mismo modo, las autoridades francesas emitieron una “opinión desfavorable” sobre la viabilidad medioambiental de la infraestructura y advirtieron de los riesgos que podría ocasionar sobre el medio marino, la pesca, la economía del surf y el turismo del País Vasco francés.

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Más aún, el propio Ministerio de Medio Ambiente firmó en 2011 unas alegaciones muy críticas al primer Informe de Sostenibilidad Ambiental (ISA) del macropuerto. Las pegas venían amparadas por la Dirección de Sostenibilidad de la Costa, que es precisamente uno de los organismos que ahora debería pronunciarse sobre el ISA corregido.

El ministerio se resiste ahora a ratificar en sendos informes técnicos su posición contraria al puerto exterior. La normativa medioambiental no contempla emitir una memoria ambiental negativa sobre un proyecto, según expertos consultados, sino que se plantea un catálogo de medidas correctoras. Pero en este caso, el ministerio no está dispuesto a ello y es partidario de que sea el promotor, la Autoridad Portuaria, la que renuncie definitivamente y retire un proyecto que ha sido tildado por su presidente, Ricardo Peña, como una “quimera”.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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