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‘Torre de Breoghan’ se hace luz y sonido

La OSG y Luar na Lubre estrenan su poema sinfónico-folk visual

La OSG en un momento del espectáculo
La OSG en un momento del espectáculo

Luar na Lubre y la Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) estrenaron el fin de semana en A Coruña Torre de Breoghan, su anunciado espectáculo sobre el relato épico recogido de la cultura oral céltica por el Leabhar Ghabhala Eirean (“Libro de las Invasiones”). Torre de Breoghan intenta traspasar los límites tradicionales de un concierto folk. En esta nueva producción se yuxtaponen algunos de los temas más conocidos del grupo con el núcleo de nueva creación que le da nombre.

El espectáculo va más allá del habitual concepto de un concierto, en su aspecto musical como en el visual, tanto por los arreglos sinfónicos de Nani García que interpretó la OSG bajo la siempre precisa dirección de Diego García Rodríguez como por la espectacularidad que proporciona una doble proyección de imágenes. Esta parte visual, con la sensibilidad hacia lo céltico de Estefanía Cagiao, y la escenografía de Franc Aleu tienen una gran importancia en la producción.

El espectáculo está estructurado en cuatro partes: en la primera se interpretan obras conocidas del grupo dedicadas a los cuatro elementos, como O son das augas, Ara solis, O son das pedras y O son do ar. Una especie de preludio de intenciones telúricas a la música de nueva creación, que plasma musicalmente la leyenda épica de los Milesianos en que se basa su idea madre. De encaje algo más forzado son las cantigas de Martín Códax y Alfonso X el Sabio que preceden al núcleo central y las canciones del repertorio más popular que constituyen el bloque final.

En estas piezas del repertorio tradicional de Luar, los arreglos desaprovechan en buena medida la potencialidad de una orquesta sinfónica. Esto es especialmente notable en las secciones de cuerdas, a las que, salvo alguna breve introducción, se les asigna casi en exclusiva una función armónica. Toda su intervención se vio muy mermada además por una ecualización bastante desequilibrada que, al menos en la función del sábado, las redujo a una mera sombra del conjunto folk.

En la sección nuclear del espectáculo, las partes de la orquesta se aprecian más trabajadas que en el resto del concierto, desde Milésians hasta Amerguín, pasando por Mar de peixe, Íth y Lebhar Ghabhala. Lástima que esta mayor densidad musical fuera exageradamente ensombrecida por una desafortunada mezcla de sonido; algo que lógicamente será corregido en las anunciadas grabaciones comerciales (CD y DVD) en las que la riqueza textural que proporciona una orquesta como la Sinfónica de Galicia podrá ser mejor aprovechada.

Desde el punto de vista de una deseada fusión sinfónico-folk la estructura de las canciones de Luar na Lubre -inicio quedo; aumento de la intensidad dinámica y expresiva y final más o menos explosivo- propicia una cierta monotonía al concierto. Desde el punto de vista de la música clásica es como si se hiciera una mezcla de los repetidos ascensos brucknerianos al clímax con la reiteración de la música minimalista, pero sin el esplendor de aquellas ni la variación armónica y melódica de las mejores de estas.

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La parte visual consiste en la proyección de imágenes en dos pantallas: la del foro, que ya había sido usada al principio del concierto y una semitransparente en el proscenio. La perspectiva y movimiento de las imágenes proyectadas crea una buena ilusión de profundidad tridimensional muy favorecida por una acertada iluminación cenital del escenario.

En cuanto a las individualidades, la voz de Paula Rey se vio algo forzada en los agudos de las piezas iniciales para entonarse a lo largo del concierto, en cuyo desarrollo su presencia escénica es parte importante. Xan Cerqueiro fue con sus flautas la mitad del alma del grupo junto a Bieito Romero –gaitas y acordeón-. Pedro Valero, guitarra acústica, estuvo sobresaliente en todos sus solos, tanto en los punteados (excelentes los iniciales de Ara solis), como en la solidez de sus rasgueos rítmicos. Eduardo Coma, violín, se vio perjudicado por una ecualización que hacía que su instrumento sonara poco natural. El sonido de la percsión –Xulio Varela, Patxi Bermúdez y Xavier Ferreiro por parte de Luar - lograron la mejor fusión con la correspondiente sección de la OSG.

Por motivos quizás promocionales, el espectáculo se anunció en principio como “ópera folk” -erróneamente, ya que no es teatro cantado- o sinfonía folk. Por su intencionalidad y estructura musical tiene más que ver con los poemas sinfónicos del Romanticismo tardío; quizás el nombre poema sinfónico-visual folk pueda dar una idea más cabal de lo visto y oído: un gran espectáculo audiovisual con buenas posibilidades de crecimiento.

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