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El talento español reclama su sitio

Cuatro músicos de brillante currículo se reúnen por primera vez en un concierto generacional en el Auditorio Nacional

De izquierda derecha, Manuel Blanco Judith Jáuregui, Andrés Salado y Leticia Moreno.
De izquierda derecha, Manuel Blanco Judith Jáuregui, Andrés Salado y Leticia Moreno. FEDE SERRA

Cuatro representantes de una década de los ochenta que está luciendo por Europa que la música española ya no tiene que agachar la cabeza ante la tradición alemana o austriaca. Cuatro músicos de carrera meteórica, curtidos en escuelas de música nacionales, se encuentran este martes en el Auditorio Nacional en un recital organizado por Ibermúsica para representar a una generación de jóvenes que no están dispuestos a rendirse.

“En mi día a día están la constancia, la paciencia y el no dejarme abatir por el no. Cuando te cierran una puerta, tienes que correr a buscar la ventana”, dice Judith Jáuregui, pianista (San Sebastián, 1985) que está culminando un año “muy potente” en España y Alemania y se prepara ahora para una gira solística en China. En este concierto tocará la Gran polonesa brillante de Chopin junto a la orquesta Opus23.

En el podio de esta orquesta, otro talento español, Andrés Salado (Madrid, 1983). La orquesta que dirige es su orgullo, ya que fue su fundador. Acaba de recalar en España tras un año continuando sus estudios en el Mozarteum austriaco, y puede presumir de haberse formado al amparo del prestigioso Festival de Lucerna cuando Claudio Abbado aún derrochaba en él su maestría. “Nadie engaña a la música, esto es una cuestión de tenacidad y apoyos, en el aspecto profesional y en el familiar”, dice Salado, que añade: “Nos ha tocado despertar nuestro talento en tiempos de adversidad”. Porque la carrera del músico es una batalla sin cuartel con interminables horas de estudio y una disciplina férrea.

“El maestro Rafael Frühbeck de Burgos ha muerto casi con la batuta en la mano, porque en esta profesión siempre tienes que estar demostrando tu valía”, incide el director.

Estos intérpretes son una muestra de lo que se cuece hoy en día en los conservatorios españoles, de los que Jáuregui destaca la labor innovadora de centros alejados de las gigantescas urbes como los de Salamanca o Badajoz. Una muestra de esa música sobresaliente que se esconde más allá de las grandes capitales es Manuel Blanco, el exitoso trompetista (Ciudad Real, 1985) que afronta el Concierto de Haydn en el Auditorio.

Blanco aún no se ha recuperado de un accidente de tráfico cuyas secuelas sufre cuando respira al llevarse la trompeta a los labios. Solista de la Orquesta Nacional de España y ganador del concurso de la RDA alemana 40 años después de que lo ganara el último trompetista —le costó dos ataques de ansiedad—, confiesa que de pequeño cada instrumento que le compraban sus padres a préstamo era un aliciente más para continuar.

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Blanco destaca la humildad como valor fundamental para llegar a lo más alto en la música y habla de “una generación de músicos españoles ambiciosos, que suman al talento natural mucha seriedad”.

De ese talento dice mucho y apasionadamente la violinista Leticia Moreno (Madrid, 1985), que completa el cuarteto de esta noche de juventud en el Auditorio Nacional. Está a punto de cerrar un curso de agenda inabarcable que le ha llevado a recorrer Rusia, Italia y los mejores auditorios de Europa.

“En España siempre ha habido muchísimo talento, y hay muchos músicos españoles triunfando ahora mismo por el mundo. Nosotros sólo somos una parte de esta realidad”, explica la violinista, que acaba de grabar un disco evocador de música española para Deutsche Grammophon. Blanco apoya esta afirmación diciendo que “casi todas las orquestas alemanas tienen un oboísta español”, y que las jóvenes orquestas europeas como la EUYO o la Gustav Mahler cada vez tienen más españoles. Y “son las canteras de las orquestas de Europa”, concluye.

La formación de músicos y público y la innovación son también inquietudes de los representantes de esta generación que se subirán a las tablas de Príncipe de Vergara el martes.

“Quiero creer que podemos ser una positiva bocanada de aire para los jóvenes músicos que ahora están estudiando”, dice Jáuregui. “Este concierto pone en relieve a una generación que se respeta y se admira, que quiere que la música sea una fiesta con un público que viene a quitarse los estigmas y a disfrutar”, añade la pianista vasca, que señala además: “Llegamos a un público más joven porque hablamos su lenguaje”.

Porque otro punto importante en sus carreras y en su concepción de ser músico es darle un plus a la música clásica, hablar con otras artes y buscar nuevas vías para llegar a más gente. Mientras Blanco da clases magistrales, Jáuregui acaba de presentar su propia discográfica (Berlimusic) y ya piensa en compartirla con otros artistas, Salado se vuelca en el trabajo con las orquestas jóvenes para formar a los instrumentistas en su primer contacto con la música en grupo y Moreno comparte en un Yellow lounge en Matadero un concierto con DJs y con el guitarrista montenegrés Milos Karadaglic. “Lo que echamos en falta es el apoyo institucional a nuestra profesión, nos faltan tecnócratas en el Ministerio de Cultura que se mojen. Somos un país con mucho potencial artístico, pero hace falta apoyo y sacar la música a las calles”, concluye el director de orquesta.

Concierto extraordinario de Ibermúsica. Auditorio Nacional (Príncipe de Vergara. Martes 24 a las 19.30. Entradas de cinco a 20 euros.

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