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Kutxabank, refundación o intervención

La campaña de Bildu para evitar convertir Kutxa en fundación abre una vía de incertidumbre en el banco vasco

Pedro Gorospe
Representantes de EH Bildu en una movilización contra el actual proceso de Kutxabank.
Representantes de EH Bildu en una movilización contra el actual proceso de Kutxabank.L. Rico

El presidente de Kutxabank, Mario Fernández tiene un arduo trabajo por delante para asegurarse comer el turrón con tranquilidad. Si la troika —la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional— han estrangulado el concepto de las cajas de ahorros sin discriminar si la gestión de cada una de ellas era buena o no, la izquierda abertzale, está haciendo lo mismo en la plaza pública con la Ley de Cajas de Ahorros y Fundaciones Bancarias, sin entrar a considerar que la conversión de las tres vascas en fundaciones es obligatoria a estas alturas del proceso.

Fernández, que abrió la caja de los truenos el pasado febrero al anunciar que el escenario más probable era que las tres cajas que firmaron el documento de integración en Kutxabank en 2011, acabarían por ceder más del 50% de la propiedad a otros inversores —estratégicos y controlados— en el entorno de 2020, va a tener que cerrarla con un acuerdo de refundación del proyecto si quiere contar con EH Bildu. Los representantes de la izquierda abertzale que firmaron en septiembre de 2011 con los entonces tres presidentes de las cajas vascas una serie de modificaciones en el acuerdo original de integración se sienten engañados: “El carácter público del banco desaparece con las fundaciones y sus órganos, y existe una limitación legal a la aportación a la obra social de las cajas, cuando el compromiso era mantener sin límite esas aportaciones” explicaron el jueves fuentes de la coalición.

El acuerdo de las cuatro

Aunque ambos asuntos —fundaciones y el límite del reparto de dividendos al 25% de los beneficios que es de momento el único recurso de las obras sociales—, sean imposiciones y recomendaciones de la UE, las organizaciones políticas, sindicales y sociales que han conformado la plataforma contraria al proceso iniciado ya por BBK y Vital, amenazan con frustrar el de la guipuzcoana Kutxa, —previsto para octubre— o con boicotearlo, quizás con dimisiones de los órganos de Gobierno y con todo tipo de trabas. El acuerdo alcanzado por las cuatro grandes sensibilidades políticas en 2011 —PNV, Bildu, PSE y PP—, un hito en la historia reciente de Euskadi, sólo puede ser modificado por “un acuerdo en clave de país” vinieron a decir los máximos dirigentes de la izquierda abertzale el pasado miércoles, aunque todavía no han sido capaces de precisar si les valdría con un nuevo catálogo de garantías, o lo que buscan en una marcha atrás real en el proceso. O refundación del proyecto en base a un nuevo pacto pragmático amplio, o intervención, si finalmente Kutxa se desmarca.

El Gobierno vasco tendría que tomar las riendas de la caja guipuzcoana y posiblemente aplicar sanciones. En cualquier caso la batalla de la coalición independentista con los sindicatos ELA y LAB y otras fuerzas y asociaciones sociales, incrementa la incertidumbre en un banco que, como el resto del sistema, está siendo mirado con lupa por los reguladores españoles y europeos. Dudas, mala imagen y enfrentamientos, además de crispación como las que precedieron a la votación al límite de noviembre de 2008 en la asamblea de Kutxa que rechazó el proyecto de fusión con la BBK por cuatro votos. ELA sí ha verbalizado que persigue la marcha atrás del proceso. “Otra cosa son las condiciones que conlleva esta vuelta atrás”, explica en un informe del pasado mayo la central sindical, “como la limitación de la nueva caja a actuar en una comunidad autónoma o un máximo de 10 provincias limítrofes, y un límite de 10.000 millones de activos y una cuota de mercado de depósitos máxima del 35%, que establece la legislación”.

Los expertos consideran imposible una vuelta atrás en el proceso
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Fuentes conocedoras del caso estiman “imposible” esa vuelta atrás por los problemas que generaría para la propia entidad el recálculo de los activos de la entidad con valor de 2011, y la consiguiente venta puesto que el perímetro de Kutxa es bastante mayor. “Sería imposible con la nueva dimensión generar los beneficios para alimentar la actual obra social de la Kutxa”, explican desde la propia entidad guipuzcoana. La otra opción que prevé la ley y que ELA considera una posibilidad es que una fundación tenga más del 50% del banco —BBK tiene el 57%— aun a costa de las penalizaciones que prevé la legislación como el plan de diversificación de las inversiones y un fondo de reserva que por indeterminado genera inquietud.

Si para PNV, PSE y PP existe un serio riesgo de que ese fondo supere incluso el volumen de los beneficios del banco y por lo tanto erradique la vía de financiación de la Obra Social, para ELA, es un riesgo asumible. De hecho, nadie lo sabe. Bildu pidió el jueves en el Parlamento, aunque después retiró la propuesta, suspender el proceso de conversión en fundaciones, y la eventual venta de acciones, con el objetivo de “articular un sistema financiero de cara a Euskal Herria” y a sus ciudadanos y empresas. El modelo de Mario Fernández no ha superado tampoco las dudas de CC OO, el sindicato mayoritario.

Existe margen dentro y fuera para lograr un banco social", dice CC OO

El miércoles anunció que se abstendrá a la hora de votar definitivamente la conversión en fundaciones, a la espera de un consejo de administración previo a la asamblea de la BBK en el que resolverlas definitivamente o consolidarlas. Su responsable en Kutxabank, Eloy García, aseguró ayer que “no se puede volver atrás en las posiciones, no se puede volver atrás hacia las cajas de ahorro, hay que ser realistas y abrir vías de diálogo hacia el futuro no hacia el pasado, pero con garantías, sin incertidumbre”. CC OO cree que existe tiempo y espacio para lograr más garantías —en los estatutos de Kutxa y en la Ley de Cajas vascas que el Gobierno remitirá al Parlamento tras el verano— que acerquen el objetivo de un banco al servicio de los ciudadanos y del tejido industrial vasco, con el máximo control posible en cada momento de las antiguas cajas y con una privatización mínima.

Aunque le ley deja pocos huecos al desarrollo autonómico en lo relacionado con la elección de los patronos, “existe margen dentro y fuera para lograr un banco social, no especulativo, con arraigo y cuidadoso con la obra social que le ha alumbrado”, explica García. Las dudas sobre el alcance real y la estación final de la batalla que ha emprendido la izquierda abertzale surgen en todos los agentes —posiblemente también en la propia coalición— porque las críticas no las hace dentro de la institución sino, deliberadamente desde fuera. Bildu tenía que haber entrado al Consejo de Administración de Kutxabank en 2013, pero la coalición rechazó el acuerdo unánime del consejo en 2012 que designó los cuatro consejeros de Kutxa para Kutxabank, dos de Bildu, uno nombrado por el PSE y otro por el PNV. Si la coalición arma una mayoría en la asamblea de Kutxa que rechace la conversión en fundación, o decide, si no lo ve factible, dimitir en bloque, Kutxabank tendrá un problema. El acuerdo suscrito entre PNV —que ayer volvió a criticar a Bildu en San Sebastián— y PSE, sobre los estatutos de las fundaciones, que abre la puerta a nuevos inversores, una vez consensuados entre los dos partidos, es insuficiente y prescindible para los agentes sociales. “Esto comenzó con un acuerdo y sólo se resolverá si hay voluntad por cerrar uno nuevo y más garantista, que satisfaga a todos”, aseguró el jueves un asesor de la izquierda abertzale.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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