Adiós Hannah, hola Miley
Miley Cyrus crece y se planta el martes con su irreverente espectáculo en el Palacio de los Deportes
Si nos lo cuentan hace apenas un año, no lo hubiéramos creído. Resulta que en ese mundo lleno de listillos que es el de los aficionados a la música, en el que todo tiende a analizarse desde todos los puntos de vista posibles con el único fin de estar a favor o en contra, la gran figura a examinar es Miley Cyrus. Porque resulta que esa niñita que conquistó los corazones de millones de infantes y preadolescentes alrededor del mundo como protagonista de una sitcom televisiva de Disney llamada Hannah Montana ha crecido. Y en vez de desvanecerse de la memoria colectiva, que es lo que se espera de una estrella infantil, se ha convertido en una cantante procaz como no se veía desde los primeros tiempos de Madonna.
La Miley Cyrus que llega a Madrid el martes a abarrotar el Palacio de los Deportes, después de hacerlo en Barcelona, se ha convertido en el terror de los moralistas. Porque de de ser la hija perfecta se ha convertido en una jovencita de 21 años que llama a su público “putas”, simula masturbarse sobre el escenario, se lanza por un tobogán con forma de lengua y planta al fondo del escenario una pantalla gigante para que nadie se pierda detalle. Teniendo en cuenta que se permite la entrada de mayores de 16 años sin ir acompañados, es de suponer que a más de un progenitor le temblarán las piernas.
Al final, no es más que el intento de una estrella de romper con su pasado. Su show está basado en su último disco y regado con versiones de Rolling Stones, The Smiths o Dylan. Quiere que la tomen en serio. Si lo consigue, ya se verá.