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Un gobierno técnico para salvar el honor perdido del PP compostelano

Hernández cierra con más de la mitad de concejales no electos el nuevo ejecutivo de Santiago

Xosé Hermida
Agustín Hernández, este sábado en el Hostal dos Reis Católicos
Agustín Hernández, este sábado en el Hostal dos Reis CatólicosÓscar Corral

“Agustín Hernández es más un ingeniero que un político”, avisa un dirigente del PP gallego. El futuro alcalde de Santiago (Madrid, 1961) entró hace casi tres décadas en la Xunta tras aprobar una oposición para hacer carrera profesional en el ámbito de las obras públicas, pero acabó en el círculo de la máxima confianza de Alberto Núñez Feijóo, como número tres de hecho en el Gobierno y en el partido. A este hombre que iba para constructor de puentes y de embalses le ha encomendado Feijóo que resuelva la mayor crisis política a la que se ha enfrentado en los últimos cinco años. Todavía conselleiro de Infraestruturas y Medio Ambiente, Hernández presentó ayer la lista de su nuevo gobierno, en el que los principales puestos de responsabilidad estarán ocupados por concejales no electos que sustituyen a los dimitidos tras condenas e imputaciones judiciales.

 El futuro alcalde —que a partir del lunes también estará al frente del PP local— ha confeccionado un gobierno técnico para el rescate de Santiago. Siete de los 13 ediles del PP tomarán posesión de sus cargos sin haber pasado por las urnas. Entre ellos, reaparece María Jesús Sainz, líder del partido en la capital de Galicia durante los años noventa y perdida desde hace tiempo en el confortable anonimato del Senado. Sainz compatibilizará el puesto en Santiago con su escaño, al igual que otra nueva integrante del ejecutivo compostelano, Marta González, diputada en el Congreso y la mujer que cerraba junto a Hernández la lista del PP a las elecciones municipales de 2011, deshilachada con el paso del tiempo a golpe de imputaciones. Hernández se lleva además a colaboradores suyos en la consellería, como la directora del Instituto da Vivenda, Teresa Gutiérrez, y una asesora jurídica de esta, María José Corral. Otro subdirector de la Xunta, Ramón Quiroga; la responsable del Consorcio de Santiago, María Antón; el secretario del Ayuntamiento de Boiro, Manuel Martínez Varela, y el hasta ahora asesor del grupo municipal del PP Alejandro Sánchez Brunete completan la lista.

Abrir una nueva etapa, enterrar bien enterrados los supuestos pelotazos urbanísticos, los enchufes o los concurso amañados que han convertido a Santiago en fuente incesante de escándalos, es ahora la obsesión del PP. Lo hizo expreso ayer Hernández al presentar su gobierno en un acto en el Hostal dos Reis Católicos. Pero esa voluntad de borrón y cuenta nueva se va a enfrentar a numerosos obstáculos. Para empezar, en la Corporación se quedará por ahora el todavía alcalde, Ángel Currás, defenestrado por Feijóo y que arrastra dos imputaciones por tráfico de influencias y acoso a un funcionario. Currás seguirá como edil para “facilitar la transición”, dice Hernández, sin aclarar si será de modo provisional o definitivo. Pero incluso entre los nombres nuevos hay lazos con el pasado difíciles de borrar. Es el caso del futuro concejal Ramón Quiroga. Y no porque esté casado con Cecilia Sierra, una de los siete ediles que dimitieron hace dos semanas tras su condena por prevaricación. Quiroga aparece en varias ocasiones en la trama compostelana del sumario del caso Pokémon. Como subdirector general de la Consellería de Presidencia era el contacto que tenía en la Xunta el antiguo jefe de gabinete de la alcaldía de Santiago Ángel Espadas, imputado y encarcelado durante un mes, para presionar con el propósito de que la Administración autonómica acelerase la destitución del secretario municipal. Espadas y el alcalde de entonces, Gerardo Conde Roa, no lo querían porque se oponía a algunos de sus planes de dudosa legalidad. Dos sentencias ya han anulado la destitución del funcionario, avalada por la Xunta.

Con toda ese hipoteca del pasado desembarca Hernández, un hombre del que nadie puede esperar grandes ideas ni pomposos discursos políticos, pero fajado durante años en los forcejeos con alcaldes que pedían obras, con empresas constructoras a la caza de contratos o con vecinos airados por alguna expropiación de fincas. “Como buen ingeniero, le gustan los retos”, insiste un dirigente de su partido, quien, como tantos otros, confía en que este especialista en puentes y embalses aún esté a tiempo de salvar el honor perdido del PP santiagués.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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