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Benicalap se revuelve contra la cesión de suelo público para usos privados

La obra de Casa Caridad revela un sustrato de malestar por el mal estado del barrio

Vecinos de Benicalap cualgan una pancarta contra las obras de Casa Caridad.
Vecinos de Benicalap cualgan una pancarta contra las obras de Casa Caridad.José Jordán

“En ese suelo, que es del Ayuntamiento, van a construir un centro para personas sin recursos de Casa Caridad. Nosotros queremos claridad. Queremos leer toda la letra pequeña”, decía ayer Pilar Moreno, vecina de Benicalap, en el salón de su peluquería. Un grupo de vecinos del barrio valenciano lleva días protestando contra las obras de construcción de un centro para la atención a personas sin recursos en estado convaleciente. Aunque el Ayuntamiento asegura que la desconfianza vecinal parte de “una confusión”, las respuestas de los vecinos revelan un sustrato de malestar social derivado de un mal uso de terrenos públicos, cedidos para proyectos que no utilizan.

El barrio tiene un largo historial de deterioro de infraestructuras

“No nos negamos a que haya un comedor social aquí pero cuando me compré el piso, me dijeron que lo que iba era un parque y un retén de la policía. Además, en esta zona nueva hay muchísimos niños y lo que hace falta es un colegio”, contaba ayer una vecina del edificio colindante.

Benicalap tiene un largo historial de deterioro de las infraestructuras públicas. La desinformación de los vecinos y la desconfianza en unos gobernantes que no cumplen las promesas ha prendido la chispa en un grupo de vecinos de un barrio que no quiere transigir más.

Estado del patio del colegio Salvador Tuset.
Estado del patio del colegio Salvador Tuset.

“Los problemas de Benicalap arrancan en los ochenta cuando la Generalitat y el Ayuntamiento vetaron la construcción del metro directo al centro. A raíz de esa decisión, Benicalap empezó a quedarse aislada del resto de la ciudad”, cuenta Santiago Pérez, vecino que vive 50 años en el barrio. La construcción del parque de Benicalap en aquellos años, consiguió dar respuesta a las necesidades de ocio y deporte, convirtiéndose en un polo de atracción para los barrios cercanos.

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“Ahora somos un barrio mayordomo, una servidumbre al servicio de las necesidades de la ciudad porque soportamos infraestructuras pasivas que no aportan calidad de vida a los vecinos del barrio: tres hoteles de cinco estrellas, un palacio de congresos que no podemos permitirnos utilizar y un casino. Y mientras, La Ceramo, el Casino del Americano, que debería ser la ampliación del parque de Benicalap, o la alquería del Moro están en la absoluta ruina”, critica Pérez.

Su malestar se apoya en la propia evolución del barrio. Desde los años 80, la expansión de la ciudad en grandes rondas y avenidas concéntricas ha dejado aislado al antiguo núcleo histórico, entre la ronda norte y la avenida de las Cortes Valencianas. Los nuevos centros de salud y los equipamientos públicos se han ubicado en la periferia del barrio, cerca de estas dos grandes arterias, de manera que el centro se ha quedado atrás.

Uno de los problemas urbanísticos que más conflicto generó en el barrio fue la cesión de la parcela pública del nuevo estadio de Mestalla al Valencia Club de Fútbol. La renuncia municipal a este espacio, en el que estaba previsto ubicar un polideportivo para Benicalap, abrió un conflicto que los vecinos todavía recuerdan. Desde que se pusiera la primera piedra del estadio en 2007, las obras no han terminado. La incertidumbre sobre este espacio alimenta la sensación vecinal de pérdida de espacios públicos en favor de iniciativas privadas. “Estamos cansados. Benicalap está saturado de malas decisiones políticas justificadas con argumentos económicos o jurídicos”, critica Santiago Pérez.

La expansión de las grandes rondas ha dejado aislado su núcleo histórico

“Decían que no nos cerrarían La Fe y al final lo hicieron. ¿Por qué no usan ahora ese edificio para el centro social?”, se enfadaba una vecina a pie de obra bajo un sol de justicia. El espaldarazo que supuso el cierre de este puntero hospital de antiguas instalaciones mantiene enfadado a un barrio, con una población envejecida que, en lugar de cinco minutos, tarda ahora cerca de treinta en llegar al nuevo hospital.

El ámbito educativo no se queda fuera del repaso vecinal al deterioro del barrio. Dos de los tres centros de educación primaria de Benicalap son concertados y en los últimos años han podido acometer obras de remodelación. Los trabajadores y las madres de alumnos del único centro público que continúa abierto critican que las instalaciones se encuentran en un estado de conservación muy deficiente. Con una tasa de desempleo que ronda el 30%, una población joven que emigra y tocados por la crisis económica y la devaluación del valor de la vivienda, los vecinos exigen ser dueños de su propio devenir.

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