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Una ciudad sin taxis contra la llegada de opciones de coches compartidos

La huelga fue un éxito. Sólo dos vehículos de servicio privado fueron atacados

Huelga de taxistas en Barajas.
Huelga de taxistas en Barajas.Kike Para

Como en muchas grandes ciudades europeas, los taxistas madrileños pararon ayer en bloque y solo dejaron circular para servicios mínimos a un centenar de los 15.500 taxis de la capital. Protestaban así por la implantación de la tecnología Uber, que permite conseguir un coche con conductor a golpe de móvil sin licencias ni impuestos de por medio.

Uber dijo ayer en un comunicado no ser “el enemigo de los taxistas”, sino “una aplicación de móvil que pone en contacto a usuarios que buscan fórmulas de consumo colaborativo y una manera más económica de desplazarse”.

Colapsarán la ciudad si no hay acuerdo con Fomento

Tras una asamblea en la terminal T4 del aeropuerto, las dos grandes asociaciones convocantes del paro —la Asociación Gremial de Auto-taxi de Madrid y la Federación Profesional del Taxi de Madrid— acordaron comenzar una huelga indefinida el 1 de julio, si antes el Ministerio de Fomento no garantiza que va a impedir que se ejerza sin licencia gracias a aplicaciones móviles como Uber. “No solo habrá huelga indefinida. También manifestaciones y cercos a Madrid. Somos 15.700 taxis, nos ponemos de acuerdo un día y hacemos una marcha lenta”, explica Jesús Fernández, vicepresidente de la federación. La idea de las asociaciones madrileñas es que la iniciativa prenda en otras comunidades.

La huelga está descubriendo a muchos la existencia del consumo colaborativo. Lo saben bien en Cabify que ayer multiplicó por cinco su demanda. “A los clientes habituales, el martes les aconsejamos que reservasen el servicio”, cuenta Juan de Antonio, fundador y director ejecutivo de la empresa, nacida a finales de 2011, y que dobla la facturación cada dos meses y medio. Cabify no tienen vehículos en propiedad, media —mediante su página web o una aplicación telefónica— entre particulares que necesitan desplazarse y 300 chóferes con licencias VTC (vehículos de transporte con conductor) que están a su disposición. Por este enlace se llevan un porcentaje que prefiere no cuantificar. “Los chóferes empezaron trabajando las horas muertas y ahora, a pleno rendimiento, contratando a otros para sus coches, creando sus propias empresas”, explica De Antonio. Además, desde hace dos semanas se han asociado también con 1.000 taxis —con las tarifas oficiales— a los que proporcionan clientes a cambio de un 5% de la factura final.

La manifestación de los profesionales por el paseo de la Castellana comenzó a las 11 de la mañana frente al Ministerio de Economía y terminó en el de Fomento con la entrega de un escrito en el que reclamaban que Uber no se asentase en la capital. Según los convocantes, acudieron unas 10.000 personas, pero cálculos de este periódico sitúan la cifra en unos 5.000. Encabezaban la marcha ocho taxis y una pancarta con el lema “Contra el intrusismo en el taxi y la economía sumergida. Uber ilegal”. La marcha transcurrió con normalidad hasta el puente de Raimundo Fernández Villaverde, donde los congregados vieron un taxi que supuestamente llevaba a un pasajero. Varios manifestantes salieron detrás del vehículo, pero logró huir.

La peor parte se la llevaron dos VTC (vehículos de transporte con conductor) que pasaban por el lateral de la Castellana. Un grupo de manifestantes salió corriendo y con bloques pequeños de cemento les reventaron los parabrisas y las lunas laterales, les arrancaron los retrovisores e, incluso, les hicieron pintadas con pulverizadores de color negro. Un coche se marchó a toda velocidad gracias a la presencia policial, mientras que el otro tuvo que quedarse aparcado justamente en una parada de taxis hasta que le retiró una grúa.

Ayer solo circularon unos 100 coches en servicios mínimos para atender las urgencias y a los pacientes de hospitales y ambulatorios que necesitaban ser trasladados, como los enfermos que necesitan diálisis.

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La imagen en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas era atípica, ya que los puntos de carga estaban vacíos ante la sorpresa de decenas de viajeros que tuvieron que optar por el transporte público, en especial por el metro. La EMT, por su parte, reforzó en un 50% —de seis a nueve autobuses— la conexión de Barajas con el centro. Sin embargo, la empresa del suburbano, a las 16.00 horas de ayer, solo había detectado un aumento del 3% en la afluencia —en especial la línea 8 al aeropuerto—, por lo que no aumentó los trenes.

Los más afectados por el paro fueron los turistas. Aunque las asociaciones de taxistas repartieron folletos informativos en el aeropuerto, no había nadie que explicase a los recién llegados lo que ocurría. En el caso de los trenes, Renfe optó por avisar por la megafonía del contratiempo. Pero la peor parte se la llevaron los extranjeros que trataban de salir de la ciudad. Este desconcierto lo ilustraron en Atocha —donde una cadena de acero en el pasillo de espera de vehículos alertaba de la huelga— cinco japoneses con siete maletas de grandes proporciones. Estaban completamente desorientados.

El transporte privado de pasajeros, a diferencia del público, sí que se vio ayer muy beneficiado por el paro, que sirvió en muchos casos a las compañías para darse a conocer. En Mototaxi —una modalidad de desplazamiento rápido en motocicleta— ayer se ofertaron 300 viajes en 12 motos (toda su flota), el doble que habitualmente. La compañía admite que tuvo que rechazar muchos servicios por falta de vehículos. Su oferta es tentadora, porque no están sometidos a los precios municipales y no aplican suplementos por salir o llegar al aeropuerto. En el caso de Shuttle Madrid, que trabaja con furgonetas propias y chóferes con licencia, las peticiones se incrementaron un 40%. Sus tarifas, que no entran en las tablas municipales, también resultan muy competitivas comparadas con las de los taxis.

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