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“Este Ayuntamiento está dirigido por una panda de descerebrados”

Los pinchazos y declaraciones de la Pokémon desvelaron la guerra permanente entre los ediles

Prado, en una de sus últimas apariciones como portavoz del PP.
Prado, en una de sus últimas apariciones como portavoz del PP.ÓSCAR CORRAL

“En el Ayuntamiento de Santiago, o sobrevives o te suicidas”, confesó el concejal Adrián Varela cuando se encontró cercado por la juez De Lara en el interrogatorio. Si en algo coinciden y están compenetrados los exmiembros del gobierno compostelano, además de en su colección de imputaciones, es en la manera que tenían de defenderse ante la magistrada: echándole la culpa a los otros y evidenciando la guerra interna en la que vivía enfrascada la corporación tras la dimisión del alcalde elegido en las urnas, Gerardo Conde Roa, al ser imputado por fraude fiscal. “El Ayuntamiento está dirigido por una panda de descerebrados”, siguió describiendo en su declaración judicial Varela, conocido dentro de la supuesta trama de corrupción con el alias de Pijolandia.

 La desconfianza entre los diferentes ediles y el alcalde sucesor, Ángel Currás, era total. Las escuchas de Aduanas dejan patente que el ambiente se fue enrareciendo desde el primer momento, cuando tras la marcha de Conde Roa se le indicó la puerta de salida a su asesor, Ángel Espadas, y se cayó de la corporación Paula Prado. Con la llegada de las imputaciones, el aire ya se vició del todo. Resultó que lo de Santiago no eran “daños colaterales” de lo de Lugo, como predecía precisamente Prado el día de los primeros arrestos de la Pokémon. Poco tiempo después, cuando le tocó declarar a otra edil imputada, Rebeca Domínguez, la responsable del área municipal de Educación afirmó que “la situación del Ayuntamiento” era “insostenible”. Esa sí fue una predicción atinada.

Domínguez se defendió ante la juez responsabilizando del caos al alcalde, al jefe de gabinete e incluso a los funcionarios. El alcalde, según ella, la “puenteaba” y mancillaba su departamento ordenando directamente a un jefe de servicio, por ejemplo, que manipulase un informe en favor de Sermasa, una de las empresas del grupo Vendex involucradas en la trama de sobornos y favores políticos. Currás, por su parte, acusaba a Domínguez de lanzar “insidias” contra él: “Rebeca me calumnia de forma permanente”.

La brecha interna era tal, según los concejales de Deportes y Educación, que el alcalde ni siquiera les hablaba. Currás solo hacía caso a María Pardo y Reyes Leis, otras dos ediles del grupo de gobierno que pasaban “el día en el despacho” del regidor. Este ya tan mermado equipo de confianza de Currás, formado por dos personas, quedó la semana pasada reducido a la mitad, al dimitir junto a otros seis concejales María Pardo, todos ellos condenados por prevaricar al autorizar el pago del abogado de Varela con cargo al erario público.

Pero en las grabaciones autorizadas por la juez se oyen un sinfín de acusaciones mutuas y gruesos insultos que se brindan entre sí distintos miembros de la corporación. Desde el “todo lo que toca Conde Roa huele a pelotazo urbanístico” de Paula Prado, hasta las perlas de “frígida”, “subnormal” y “mal follada” que le dedicó Pijolandia a otra edil que, por cierto, fue la única agasajada por la trama que rechazó el regalo de la empresa. Paradojas de la vida, esta concejala cayó también con el septeto que aprobó costear su defensa. Sorprendentemente, en aquella reunión se ausentaron Reyes Leis y el alcalde, y esto les valió para librarse de la sentencia que inhabilitó al grupo por nueve años.

Las conversaciones entre Ángel Espadas, Paula Prado y el hermano de esta, Luciano, son quizás lo más elocuente. “Si es [alcalde] Currás, nos suicidamos”, comentaba la entonces edil a Espadas tras la dimisión de Conde Roa. “¡Qué me voy a cortar con estos cuatro niñatos de mierda!”, exclamaba el abogado Luciano Prado, en otra charla, después de anunciarle a Espadas que iba a mover en los juzgados una serie de denuncias anónimas de un potente empresario contra tres concejalas de Currás: “Esta va a ir imputadita, ¿eh?, va a ir imputadita y va a ir bien imputadita”.

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