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Os Diplomáticos vuelven a Monte Alto

La mítica banda del rock ‘bravú’ vuelve a los escenarios

Souto, con el puño levantado, durante la presentación del libro de Rodri Suárez sobre Os Diplomáticos.
Souto, con el puño levantado, durante la presentación del libro de Rodri Suárez sobre Os Diplomáticos.GABRIEL TIZÓN

Decenas de personas se apelotonan en el bajo del número 8 de la Travesía da Torre, junto al Campo de Artillería, en el barrio coruñés de Monte Alto, rondando ya –si somos puristas- con el de Atochas. Es la sala Mardi Gras, el templo de la música en directo con más solera de la ciudad. Aunque en realidad, no tanta. Hace 20 años, aquí estaban las Bodegas Villarreal y en ellas, hace dos décadas justas, un grupo de chavales hacían entrega de su primer disco en rendido homenaje a uno de sus ídolos, el entrenador del entonces Súper Dépor, Arsenio Iglesias. El disco era el seminal Arroutada pangalaica de Os Diplomáticos de Monte Alto. La gente que abarrota el Mardi Gras, viene a escuchar a aquella banda que, en su última formación, dejó los escenarios en 2005.

No es solo la vuelta de Diplomáticos al lugar del crimen. La excusa es la presentación de Non temos medo (Nicetrip) una biografía escrita por el periodista Rodri Suárez. “La vida no te la cambia solo un amor, o una profesión. Te la puede marcar una canción o un concierto. Yo soy periodista gracias a Xurxo Souto [el líder de Diplomáticos] y la visión de la vida que tengo la encontré aquí gracias a esta banda. Soy de A Coruña, pero mi familia de Fisterra, pasaba nueve meses en la ciudad y tres en el pueblo, y esas raíces las ocultaba, estaban prohibidas”, dice Suárez, que fue jefe de la sección de Política en Xornal de Galicia y de la de Deportes en La Opinión de A Coruña.

“Los Diplos tuvieron una enorme influencia no solo en la música, lideraron todo un movimiento, sino en la literatura, en la pintura, en series de televisión como Mareas vivas. Pero su enorme impacto sociológico a veces oculta una realidad igual de potente: que tenían unas canciones excelentes”, dice el autor de Non temos medo (uno de los estribillos más conocidos). El libro, según lo subtitula su autor es “una historia oral de Os Diplomáticos de Monte Alto”. La vida, la trayectoria, la historia y en general la descripción del planeta bravú están hechas en base a narraciones orales de los propios músicos y de allegados, como los músicos o escritores Julián Hernández, Manu Chao, Mercedes Peón, Antón Reixa, Manuel Rivas, Carlos Blanco, Fran Alonso o Carlos Ares.

Algunos –Peón, Blanco, Ares- están presentes entre el público al que Xurxo Souto, después de realizar un acto-pintada en el Campo de Artillería, explica el origen montealtista del grupo: “Guni Varela, de familia de Aranga, tocaba la guitarra en un grupo heavy, Atila, que ensayaba en el galpón donde se criaban los cerdos –sí, se criaban cerdos en Monte Alto- cuando quedaba libre después de la matanza. Rómulo Sanjurjo, que procedía de Viveiro, escuchaba rancheras en casa y tenía un grupo folk conmigo, nieto de un fundador de Los Satélites que conoció a los Beatles en Dinamarca. Y como también existe el mundo exterior, se incorporó al bajo Mangüi Martín, al que le privaban Los Chichos y vivía en Katanga [un grupo de viviendas sociales de O Ventorrillo]. Y al final, para la batería, Marcos, que se cambió el apellido, Aboal, por el de su aldea, Viascón”.

Una hora después, el local es un horno. Diplomáticos han descargado los temas de aquel disco que regalaron al entrenador deportivista en este mismo local. Ana Barxa tenía entonces dos años. “Los empecé a escuchar cuando tenía 16 y aluciné, porque hasta entonces únicamente conocía lo que oía en las discotecas con mis amigos, los 40 principales y así”, dice esta estudiante de Allariz que ahora los ve por segunda vez (la primera fue en su pueblo, en una reaparición fugaz en 2010). “Yo soy de la generación Xabarín. Hace 20 tenía 11 años y al llegar del colegio mi madre me ponía delante de la tele con una rebanada de pan de bolla untada de nocilla. Los escuchaba y leía las letras en aquella especie de karaoke que ponían”, dice Mercedes Cernadas, que afirma que Diplomáticos le gustaban y le gustan, “pero vengo más por el libro”. Es periodista y Rodri Suárez fue su jefe.

Aunque haya venido principalmente por el libro, ella y los demás han escuchado –y cantado- una primicia. Un himno del Dépor, O son das túas ondas, con letra de Suárez, que ya circula en las redes sociales, y cuyo estribillo reza: “Seguiremos xuntos cantando /borrachos de emoción/ onde esteas estaremos/ aí vén o mar de Riazor./ Seguiremos xuntos cantando / borrachos de emoción / onde esteas estaremos / O Depor somos nós”.

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Sobre si seguirán juntos o no los intérpretes del himno hay versiones, o más bien matices. “Nada de plantearnos giras y movidas de esas de rompernos la cabeza. En realidad, nos reunimos para grabar el tema y el videoclip Deitado frente ao mar que presentamos en Cans”, señala el acordeonista Rómulo Sanjurjo. En el video, con la letra del poema de Celso Emilio Ferreiro, Os Diplomáticos hacen de A Coruña y Vigo una sola ciudad por la que marchan en alegre turbamulta. “El que movió todo, como siempre, es Xurxo, ahora con la excusa de celebrar los 20 años del bravú”, justifica el guitarra, Guni Varela, encantado, como Sanjurjo, de volver a los orígenes y al sonido “de antes del mestizaje ese”.

Igual de ilusionado está el bajista, Mangüi Martín: “No tenemos 20 años, es más duro cargar con los instrumentos, pero sí tenemos para un par de foguetes. Y si alguna vez hubo malos rollos, ahora estoy más alegre y más amigo de mis amigos”, sonríe. “Como decía Rosendo, pasamos de no ser nada a ser dinosaurios, ahora que sabemos que el gallego no vale para dar matemáticas, o física o química, que no sé cómo se arreglan en Brasil, no tenemos la tensión de la ruta, podemos permitirnos ser felices, celebrar las cosas”, dice Xurxo Souto.

Entre las cosas que quieren celebrar será una exposición en Pontevedra, en el mes de septiembre, y una serie de “sesiones bravú”, “pequeños actos basados en redes de amistades, como homenajes a Josefa de Bastavales [la “abuela” gallega de Manu Chao] o a Pinto de Herbón, o reagrupamientos como el de Os Verghalludos”, asegura Souto. Marcos Viascón, sin embargo, reconoce que “ando detrás de ellos para grabar un disco”. “Hagamos lo que hagamos, por dinero no será, porque no hay” resume Sanjurjo, “lo haremos, como dice Mangüi en el libro, por amor”.

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