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Escatología de mercado

Mierda de artista. El musical’ recrea en la vida de Piero Manzoni, célebre por enlatar sus excrementos para venderlos a precio de oro en uno de los hitos del arte contemporáneo

Una escena de 'Mierda de artista. El musical', que se representa en los Teatros del Canal.
Una escena de 'Mierda de artista. El musical', que se representa en los Teatros del Canal.Samuel Sánchez

Piero Manzoni dio en 1961 una última pirueta diabólica a la creación artística. No le había bastado con la impresión de huellas dactilares en huevos cocidos o con inflar globos con su aliento como forma de hacer arte, de que las marcas de su cuerpo fueran la obra. En una crítica feroz al caprichoso mercado produjo 90 cajas de 30 gramos cada una con la etiqueta de Mierda de artista. Eran sus excrementos tasados al precio del oro los que supuestamente iban dentro. Después han formado parte de la colección del MoMA, de la Tate Modern o del Centro Pompidou o se han vendido, como sucedió en 2008, por casi 120.000 euros. Con dirección de Alicia Serrat, Ferran González y Joan Miquel Pérez han tomado esta historia y la vida de Manzoni para crear el musical que se estrenó ayer en los Teatros del Canal, una apuesta por temas inusuales para un género que conectó a ambos creadores ya desde Fama. El episodio del enlatado fue lo que primero los inspiró para la puesta en escena. Con el fin de conservar su aura las misteriosas latitas de Manzoni no podían ser abiertas.

González y Pérez buscan hacer un tipo de musical “muy consciente de sí mismo” en que texto y música se integren de manera natural, contra “la moda de unir canciones de un grupo famoso o espectáculos en los que se interpreta y se para toda la función para poder cantar”, explica González. En su haber cuentan con dos Premios Max al mejor espectáculo de teatro musical y a la mejor dirección musical por Pegados, estrenado en 2010, y basado en el caso real de una pareja que no se puede separar tras la copulación. El humor destaca de nuevo en Mierda de artista. El musical. A la materia prima que ya la ocurrencia de Manzoni les proporcionaba —el número del enlatado supone en ecuador de la función—, los autores han añadido un triángulo dibujado por aquellos que revolotean alrededor del arte en una escenografía simple que recrea el estudio del artista, con vestuario de la Italia de los años sesenta. Está la novia que trata de apoyar al creador que se ve incomprendido; la periodista del Corriere della Sera ligera de cascos” y la marchante que conspira contra Manzoni.

Dinero, intereses, frivolidad… Canciones de homenaje a los musicales clásicos y la música italiana de mediados del siglo pasado lo relatan. Manzoni quiso que con la ironía de su obra la brutalidad del consumo se mirara al espejo, un paso más allá de aquel que dio el francés Yves Klein con su venta de lo intangible. La gente está dispuesta a pagar a precio de oro por la mierda. Otra cosa es que su mensaje calara. La leyenda de lo que realmente contenían los envases se mantiene: o era yeso, como después aseguró Agostino Bonalumi, socio del artista, o algo más. El francés Bernard Bazile escenificó en 1989 la apertura de una lata y supuestamente encontró dentro de ella otra de menor tamaño, en un juego de muñecas rusas. Otras habían explotado. El musical no descarta ninguna de esas posibilidades. “La figura del artista nunca queda ridiculizada; él es el serio, con unas ideas muy claras, una potente crítica que sigue vigente, aunque él entre en una contradicción”, dice Ferran González, quien también le da vida sobre el escenario. “Lo frívolo es el entorno, el mercado que absorbe cualquier forma de expresión”, añade Joan Miquel Pérez. Pero ¿cuál es el verdadero arte?

Mierda de artista. El musical no pretende aleccionar, prosiguen sus creadores, aunque la pregunta de qué es arte ronda todo el espectáculo sostenida por la comedia. Si digo que esta bandeja vale tres millones de euros”, dice González apuntando a la pieza de metal que tiene enfrente, “¿cómo mantienes que es así? ¿Quién tiene la culpa, el artista o el que se lo ha creído y paga ese precio?”.

Piero Manzoni murió a los 29 años de un infarto o de un colapso alcohólico en su estudio de Milán, algo que tampoco su biografía deja claro. Y el espectáculo sigue, como se verá en Mierda de artista. El musical.

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