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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cerrar canales de televisión

Se han de reducir los canales para dar más espacio a la telefonía, pero debe hacerse de forma negociada y transparente

A menudo, por desgracia demasiado a menudo, ocurre que los gobiernos toman medidas que tienen un fundamento racional y esconden al mismo tiempo una intencionalidad política. Quienes toman la decisión solo explican la racionalidad, y quienes la combaten solo ven la intencionalidad. Esto es exactamente lo que está ocurriendo con la necesidad de cerrar algunos canales de la Televisió de Catalunya (TVC). Habiendo vivido este tema durante los últimos 20 años desde perspectivas temporales y geográficas distintas (Bruselas, Barcelona, Madrid), intentaré ayudar a reducir la confusión.

Digitalización. Las cosas ocurren cuando alguien lo intenta, y la tecnología lo permite. Expresar los datos numéricos o alfabéticos en forma de bits es fácil y necesita muy poca capacidad; ello ocurrió hace más de medio siglo (ordenadores, procesadores de texto). Poner en forma de bits la palabra y la música es más complejo y necesita más capacidad; ocurrió en los años 70-80 (telefonía digital, CD's). Más adelante se digitalizó la imagen (fotografía) y finalmente la imagen en movimiento (TV, DVD y cine), que exige enormes capacidades de proceso, almacenamiento y transmisión.

Mientras cada una de estas actividades tenía su propia tecnología, cada una tenía sus propios sistemas de almacenamiento (discos de vinilo, cintas magnéticas, películas de celuloide….) y de trasmisión. Cuando todo se pone en forma de bits, todo puede estar en el mismo almacén y transmitirse por las mismas vías. Esta unificación tiene muchas ventajas, pero también genera algunos conflictos sobre cómo repartirse los almacenes y las vías.

Autopistas de la información. En los 90 se puso de moda esta denominación para los sistemas de transmisión de bits. Los bits pueden moverse por ondas electromagnéticas a través del aire, o a través de cables, sean de cobre o de fibra óptica. Por una serie de razones históricas, la mayoría de países europeos llegaban a final de siglo con dos grandes redes de transmisión: la red telefónica (cables) y la red de repetidores y antenas de televisión (aire). A muchos nos pareció una gran irracionalidad que el teléfono, que era algo personal, no pudiera moverse junto con la persona, porque estaba condenado a estar atado por un cable a una pared y que, en cambio, el televisor, pesado y sedentario por naturaleza, recibiera las imágenes a través del aire.

De ahí nació la telefonía móvil digital, que se impuso espectacularmente en todas partes porque aumentaba mucho la utilidad del aparato. También se aceleró en algunos países la recepción de la televisión por cable, que posteriormente ha dado lugar a la recepción de la televisión a través de Internet. Pensando en el futuro, lo más racional era que el tránsito a la televisión digital fuera acompañado de un progresivo tránsito hacia la recepción de la misma por cable, dejando libre el aire para que puedan circular por él las ondas que llevan bits a los teléfonos móviles o aparatos similares. Así ocurre ya en muchas partes de Europa, con lo que se ha aumentado enormemente la capacidad del llamado espacio radioeléctrico. Un espacio escaso porque en el aire los bits se interfieren, mientras que en los cables viajan protegidos.

Incongruencias. A pesar de los informes que en este sentido hicimos durante los 90 en Bruselas, y que yo mismo repetí en la década siguiente en Madrid y en Barcelona, la transición a la TDT (televisión digital terrestre) se hizo en España en dirección opuesta. Primero, se concedieron nuevos canales analógicos (NETtv, VEOtv). Y al llegar la TDT, aprovechando que la transmisión digital es mucho más eficiente, y que por donde pasaba una canal pasan ahora cuatro, se permitió que cada canal adjudicado se transformara en cuatro canales digitales. Con ello se aumentó de forma exagerada e innecesaria el número de canales y no se liberó espacio para la telefonía móvil, que era uno de los objetivos de la digitalización. Fruto de esta imprevisión, ahora que se necesita más espacio, resulta que hay que cerrar canales…

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Política. Tengo muy claro que hay que reducir canales. Se equivocan los que se oponen a ello; la discusión no debe estar ahí; la discusión deber ser qué canales se eliminan. Y es ahí donde el Gobierno esconde su intención política de eliminar televisiones autonómicas. O en el caso de TVC, ya que la eliminación es impensable, reducirla. Hay que exigir que el planteamiento sea más amplio y transparente. Formulo algunas preguntas: ¿Necesita TVE ocho canales? No estoy seguro. ¿Necesita TVC ocho canales? Seguramente tampoco. ¿Necesitan otras televisiones autonómicas cuatro canales? Creo que no. Hay muchos canales adjudicados a privados que no se usan, se usan para objetivos secundarios (tiendas, tarot…), o se han alquilado a terceros. ¿Se puede hacer una limpieza en este sector? Es necesario.

Todas estas decisiones no solo responden a intereses políticos, sino que también afectan a intereses económicos de empresas de distintos sectores. Acepto que existan y hasta que son legítimos, pero lo que no se puede hacer es ocultarlos. Hay que ponerlo todo sobre la mesa y negociarlo.

Joan Majó es ingeniero y ex ministro.

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