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CRÍTICA | TEATRO
Crónica
Texto informativo con interpretación

El partido, a fin de cuentas

‘Ruz-Bárcenas’ es un documento cuasi exacto de la segunda declaración judicial del ex gerente y ex tesorero del PP, interpretado quirúrgicamente por Pedro Casablanc

Javier Vallejo

Teatro documento, pues reproduce literalmente una hora larga de las más de cuatro que duró la segunda declaración de Luis Bárcenas, gerente del Partido Popular entre 1990 y 2008 (y su tesorero después), ante Pablo Ruz, juez de la Audiencia Nacional. En su transcurso, el exsenador por Cantabria aseguró ser el autor del documento publicado por EL PAÍS en febrero de 2013, donde registraba los sobresueldos de los dirigentes del PP y las donaciones ilegales entregadas al partido por empresarios “con contratos vigentes con las administraciones públicas”, y ofreció un rosario de precisiones sobre su contenido: los nombres completos de los donantes (que en su doble contabilidad aparecen bajo iniciales), el procedimiento de cobros y pagos, las circunstancias bajo las que se realizaron...

¿Puede hacerse un espectáculo con semejante material lisa y llanamente expuesto? En Ruz-Bárcenas, Pedro Casablanc y Manolo Solo, intérpretes del hombre de números y del juez que le interroga, consiguen que nos sintamos parte del breve equipo de letrados y agentes judiciales que asistieron a su declaración y que nos cautive la verosimilitud de su cara a cara. El testimonio tiene un valor diferente de la noticia y, cuando el tiempo pasado ha ido diluyendo la conmoción inicial provocada por la publicación de la contabilidad b, ver a su autor explicándola con la naturalidad displicente y la exactitud con la que el encargado de un restaurante de comida rápida le explicaría a un empleado nuevo como se prepara una hamburguesa, resulta revelador y hasta divertido por momentos: una porción notable del público no puede evitar reírse nerviosamente ante la regularidad, extensión y alcance del desafuero descrito.

El Bárcenas de Pedro Casablanc no se muestra colaborativo ni molesto con las preguntas de Ruz, que van calando como lluvia fina: sencillamente, busca en su memoria, pues quiere ser preciso, y encuentra el dato casi siempre con rapidez asombrosa. El actor podría desencadenar una carcajada tras otra con que hiciese un mínimo comentario gestual a lo que su personaje dice, pero se los ahorra, y algo tendrá que ver en esto la limpia dirección de Alberto San Juan. No hay en su trabajo la más mínima concesión a la galería: nos recuerda, por su prodigiosa contención expresiva, a Maurice Benichou, otro actor inmenso (de la generación anterior), en Je suis un phénomène, documental de Peter Brook sobre Shereshevski, el hombre que no podía olvidar, caso analizado por el neurólogo Alekxandr Luria en La mente de un mnemonista.

RUZ-BÁRCENAS

Dramaturgia de Jordi Casanovas. Intérpretes: Pedro Casablanc y Manolo Solo. Voz del secretario: Carlos Encinas. Luz: Raúl Baena. Dirección: Alberto San Juan. Teatro del Barrio. Del 23 de mayo al 28 de junio, viernes y sábados.

La única licencia expresiva que Casablanc se permite son unas todavía larvadas esterotipias a través de las cuales en su personaje parece aflorar cierta incomodidad de fondo, por la contradicción entre su pasada bonanza y la prisión en que se halla. No menos elocuente, en su papel antagonista, el analítico y contenido juez Ruz que Manolo Solo compone con economía admirable. Escogiendo los fragmentos más significativos de la declaración, Jordi Casanovas ha hecho esta vez un trabajo periodístico sin aditivos. El público del estreno agradeció la labor de todos con una ovación.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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