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“Danzar es como escribir en la arena”

El coreógrafo sueco Mats Ek, que estrena 'Casi-Casa' en Sevilla con la compañía nacional, anuncia que se retira en 2015, cuando cumpla 70 años

Margot Molina
Mats Ek, en el Teatro Central de Sevilla.
Mats Ek, en el Teatro Central de Sevilla. paco puentes

Mats Ek, uno de los pilares básicos de la danza contemporánea del siglo XX, vive y crea ajeno a su fama. Obsesionado con la perfección, el coreógrafo sueco lleva toda la semana en Sevilla dándole los últimos retoques a Casi-Casa, la pieza que la Compañía Nacional de Danza (CND) estrenará este viernes en el Teatro Central, “una historia cotidiana en la que surgen elementos nuevos” que Ek coreografió para Danza Contemporánea de Cuba y que, por primera vez, representará una compañía europea.

Director del famoso Cullberg Ballet de 1985 a 1993, la mítica compañía que fundó su madre Birgit Cullberg y en la que entró “por puro nepotismo” —revela con una sonrisa un tanto malévola—, Ek es un trabajador incansable a quien parece no importarle la admiración que despierta su trabajo. “Esas cosas las dicen otros, no es responsabilidad mía. Yo no tengo ninguna definición de mí mismo. Mis ballets son mi definición”, aclara el creador de más de 40 obras para las mejores compañías del mundo, entre ellas su versión de Giselle de 1982, en la que revolucionó el clásico para llevarlo a su terreno.

Su colaboración con la CND comenzó en 1994, cuando la compañía montó dos de sus  obras

Aunque se retiró de los escenarios en los años ochenta, siempre encuentra un motivo para subir de nuevo a las tablas. A pesar de sus 69 años, Mats Ek sigue bailando en ocasiones especiales junto a la zaragozana Ana Laguna, quien además de su pareja artística y esposa, es su asistente, la persona que hace el grueso del trabajo con los bailarines. Sin embargo, el coreógrafo y director de escena ha fijado ahora una fecha para su jubilación: “En abril de 2015, cuando cumpla 70 años. Cada día pienso en retirarme y ya me he decidido, aunque no sé si será definitivo o por algún tiempo”, medita en el Teatro Central de Sevilla, poco antes de comenzar uno de los ensayos de su obra, el quinto de sus trabajos que interpretará la CND.

“El año pasado hice con Ana una pieza corta en París. Cada vez que me planteo volver a subir a un escenario es un gran reto; pero es fantástico ver que todavía soy capaz”, aunque viéndolo moverse y precisar cada detalle de la coreografía en el ensayo, nadie lo diría. Perfeccionista hasta el extremo, pero tierno en la manera de relacionarse con los bailarines, el creador otorga mucha importancia a la música. En la pieza que estrena en Sevilla, y que también podrá verse en el Teatro Real de Madrid los días 24, 26, 27, 29 y 30 de mayo y el 1 de junio, la música es del grupo sueco Fleshquartet.

Ensayo de 'Casi-Casa', de Mats Ek.
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La relación de Mats Ek (Malmo, 1945) con la Compañía Nacional de Danza comenzó cuando un joven Nacho Duato entró en el Cullberg Ballet en 1980. Desde entonces, la CND ha interpretado Hierba y Niños viejos (1994), Solo for two (2002) y Aluminio (2005), esta última es la única que ha creado especialmente para la compañía española.

Ante el futuro de la danza contemporánea y el de su legado, el coreógrafo sueco se muestra pragmático: “La danza contemporánea es una prima pobre de las grandes artes escénicas. Primero está la ópera, después el teatro, el ballet clásico y, por último, viene la prima del pueblo que es la danza moderna. Aunque yo soy muy feliz trabajando con la danza, no me importa si es algo prestigioso o no, mientras que tenga una oportunidad de seguir”. Y bien que la tiene. Mats Ek empezó a bailar a los 17 años con un curso de tres meses sobre las técnicas modernas de Martha Graham, luego estudió Arte Dramático y fue asistente de Ingmar Bergman y no volvió a la danza hasta los 27. “Yo estaba dirigiendo West side story en Estocolmo, pero en el mismo teatro los bailarines estaban ensayando Una noche en febrero, de Staffan Göthe, así que sin decir nada me puse a ensayar con ellos cada día y me sentí tan bien que decidí dedicarme a bailar. Entré en el Cullberg en 1973 y lo que viene después es una larga historia”, cuenta este artista, de quien muchos han escrito que sus obras tienen un fuerte compromiso social.

El compromiso social presente en sus obras es "solo un efecto colateral"

“Parto de historias humanas, no me importa de qué nacionalidad sean, y esos dramas siempre surgen en un contexto social determinado, pero esa no es mi intención. Son solo efectos colaterales”, aclara el artista quien en 1978 hizo una versión de La casa de Bernarda Alba, de García Lorca, en la que Bernarda era un hombre con muchos rasgos del dictador Franco. “Leí todo Lorca y me gustaron especialmente sus poemas, pero ésta era la obra que mejor se ajustaba a lo que yo quería hacer. Bernarda era la mezcla de un tirano, un militar y un cura; pero, en el fondo, era una mujer sola y amargada”.

“Todas las artes tienen que probar que son necesarias. Danzar es como escribir en la arena. La memoria que tienes es tu cuerpo y el conocimiento lo almacenas tú, las próximas generaciones no tendrán esos conocimientos, pero tendrán otros. El clásico que se baila ahora no tiene nada que ver con el que yo aprendí, es distinto, más técnico”, explica.

“Es un negocio peligroso, si te la tomas seriamente corres muchos riesgos. Actualmente, las grandes compañías europeas tienden a mantener un amplio repertorio y a monopolizar todo el espacio”, arguye el artista, quien dice no hablar nada de español. “Ana fue tan rápida aprendiendo inglés y sueco, que yo no he tenido oportunidad”, bromea.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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