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Planos robados al fotograma

Víctor Soler combina en sus cuadros las técnicas de toda la vida con la última tecnología La Galería Kreisler reúne 10 de sus obras en la exposición 'Lo que el cine no me contó'

El ilustrador ante uno de los cuadros que conforman la exposición.
El ilustrador ante uno de los cuadros que conforman la exposición.Álvaro García

Cierre los ojos y rememore un combate cualquiera de la película Toro Salvaje. Olvídese de los púgiles e imagine que el protagonista de la escena está a pie de ring, en la esquina inferior del cuadrilátero. Por ejemplo, un reportero ataviado con una gabardina y un borsalino que se aferra con fuerza a su libreta. Está emocionado. Tal vez sea su primer trabajo para el periódico, o la primera vez que asiste a una pelea de este calibre (aunque le haya relegado a un segundo plano, no olvide que quien se está dando de puñetazos ahí arriba es Jake La Motta).

La muestra incluye secuencias ficticias de 'Con faldas y a lo loco' o 'El padrino'

Este pequeño juego cinéfilo al que apenas ha dedicado unos segundos es el pan de cada día de Víctor Soler. Su trabajo es ese: jugar a inventar finales alternativos, sacarse de la manga realidades distintas a las que captan las cámaras, fantasear con escenas insólitas, y plasmarlas en una pantalla táctil. Como un cuadro, solo que en vez de lienzo y pinceles él usa un ordenador y lápices digitales. "De esta forma puedo agrandar la imagen para pintar los detalles, girarla a mi antojo o mezclar colores sin mancharme, es una gozada", explica el castellonense de 42 años. Aunque cuando se trata de trazar los primeros bocetos, sus "rayajos", el artista prefiere hacerlo a la antigua usanza, como cuando de niño hacía bodegones en el colegio.

Ahora, por primera vez desde que llegó a Madrid hace una década con 500 euros en el bolsillo y una carpeta de dibujos, el ilustrador presenta 10 de sus obras, panorámicas de 250 x 100 centímetros, en la exposición Lo que el cine no me contó. La muestra se puede disfrutar hasta el próximo 15 de junio en la Galería Kreisler, la más antigua de la capital. "El objetivo es que la gente sienta lo mismo que yo sentí cuando vi estas películas por primera vez, que reviva las sensaciones que nos dejaron algunas de las cintas más simbólicas del celuloide". Entre las seleccionadas están Con faldas y a lo loco, 20.000 leguas de viaje submarino o El padrino.

"Nuestra máxima es que el artista tenga un lenguaje propio, diferente, y Víctor lo tiene"

La aventura comenzó hace dos años en The Cómic Co, una librería en Malasaña de la que Soler es socio junto a un amigo y donde, por aquello de no aburrirse, había trasladado su estudio de dibujo. Aunque por entonces ya era un ilustrador curtido (storyboards para Los Fruittis o Los Picapiedra; largometrajes como El Cid, la leyenda para Filmax; publicidad para Telefónica), fue allí, sentado junto a una pequeña ventana, donde descubrió lo que era tener contacto con el público. "Perdí el miedo escénico y me acostumbré a que la gente me viese pintar", recuerda con una sonrisa. Un día pasó por allí el empresario Pablo Cenalmor, reparó en las ilustraciones del castellonense y, con las mismas, le encargó pintar un mural para colgar sobre la cabecera de su cama. Satisfecho con el trabajo, Cenalmor decidió presentarle a Juan Kreisler, director de la galería: "La máxima que tenemos aquí es que el artista tenga un lenguaje propio, diferente. Víctor lo tiene, su trabajo es elegante y muy original".

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El dibujante, visiblemente emocionado ante su primer gran proyecto, se para frente a uno de sus cuadros. Una gigantesca y turgente pierna levita sobre Gene Kelly en Cantando bajo la lluvia. "Este es un homenaje a mi padre. Recuerdo que, mucho antes de verla, no sé si en casa o en un cine de verano, él ya me hablaba de esta película, de la escena del paraguas y de la bailarina". Lejos han quedado ya esos días. Como lejos han quedado los Mazinger Z que dibujaba para sus amigos en el recreo o las clases de dibujo con Porcar Queral, un hombre de la huerta amante de la pintura, sencillo, de los que enseñan el oficio. "Todo lo que aprendí con él lo aplico ahora a mis ilustraciones, no importa cuánto tiempo haya pasado o la tecnología que use".

Lo que el cine no me contó. Hasta el 15 de junio en Galería Kreisler, C/Hermosilla, 8, Madrid. Entrada libre.

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