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Una cornisa cae junto a la entrada de visitantes del Museo San Pío V

Los bomberos sanean la cornisa del techo de la pinacoteca valenciana Los desprendimientos se producen a la seis de la mañana y no afectan a los transeúntes

Ferran Bono
Cascotes desprendidos de la fachada del Museo de San Pío V, en Valencia.
Cascotes desprendidos de la fachada del Museo de San Pío V, en Valencia.Tania Castro

Justo al lado de la entrada principal del Museo de Bellas Artes San Pío V, en la acera donde se suelen concentrar grupos de visitantes para acceder a una de las pinacotecas más importantes de España, cayó entre las seis y las siete de la mañana del jueves un trozo de cornisa del tejado. “Menos mal que ha sido de madrugada”, era el comentario de alivio de policías, bomberos y responsables del centro, entre ellos, la directora Paz Olmos, unas horas más tarde, mientras observaban los cascotes. “Podía haber pasado una auténtica desgracia. Yo mismo paso por ahí prácticamente todos los días cuando entro al museo”, señalaba el catedrático de Estética Román de la Calle, presidente de la Real Academia de San Carlos, cuya sede se ubica, precisamente, en el edificio histórico del San Pío V.

Llueve sobre mojado. Porque no es la primera vez que se producen desprendimientos en la misma fachada en los últimos años, si bien de menor magnitud. De hecho, se han tenido que practicar con anterioridad alguna actuación de emergencia, como atestigua la malla metálica que recubre tan sólo una parte de la fachada del inmueble que fue construido entre los siglos XVII y XVIII para alojar el Colegio Seminario San Pío V, y que se convirtió en sede del Museo de Bellas Artes a partir de 1946.

Un simple vistazo a la fachada del museo, de titularidad estatal y gestión autonómica, permite observar el elevado grado de deterioro del edificio, cuya rehabilitación se postergó a la quinta y diferida fase de ampliación de la pinacoteca. Esta arrancó hace tres meses por unas catas para comprobar el estado de la cimentación, después de años de polémicas y retrasos generados por cambios en el proyecto del Ministerio de Cultura y por discrepancias entre la Administración central, la autonómica y la local.

La Consejería de Cultura estudiará con los técnicos del Ministerio de Cultura la posibilidad de avanzar la restauración de la pared exterior en el plan de intervención, que contempla primero actuar en el interior del edificio y en la habilitación de un almacén. El vicepresidente del Consell, José Ciscar, se refirió a esta cuestión al término del pleno del Consell y sostuvo que la caída de cascotes “no tiene, en principio, por qué cambiar el plan de obras”, si bien todo dependerá del informe técnico que se elabore. Ningún representante del ministerio de Cultura se pronunció sobre el asunto, debido a que el jueves era festivo en Madrid.

En una primera intervención, los bomberos ya tuvieron que sanear las cornisas y la policía local valló la puerta principal, impidiendo el acceso por la misma. Se acordó también una actuación urgente para asegurar la fachada y abrir cuanto antes la entrada principal del museo, que atesora una importante colección de pintura gótica, renacentista y del Siglo de Oro español, y exhibe obras de artistas como Ribalta, Goya, Maella, López, Sorolla o un muy solicitado autorretrato de Velázquez. De hecho, una empresa fue contratada el mismo jueves para afianzar la fachada con el propósito de abrir el Viernes Santo el acceso principal.

Los bomberos, en cualquier caso, manifestaron en su informe sobre el suceso la necesidad de recubrir toda la fachada con una malla metálica por precaución y para evitar otros posibles desprendimientos.

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Esta caída ha vuelto a poner de manifiesto la lentitud en la actuación en un museo que suele ser glosado por los representantes de la Generalitat como la segunda pinacoteca española, tras el Museo del Prado. Sus fondos son, en cualquier caso, de un indiscutible valor artístico y patrimonial.

Su origen del museo está relacionado con la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, que aprobó el rey Carlos III en 1768. Las donaciones de maestros y alumnos constituyeron el primer núcleo de obras del futuro museo que recibió un impulso definitivo con la desamortización de 1835-1837 al sumar las obras incautadas a los conventos. Abrió sus puertas en 1839, primero en el Palacio del Temple, después en el antiguo convento del Carmen y finalmente en su actual sede.

Sin embargo, ni el escaso presupuesto con el que cuenta ni la atención que recibe están en consonancia con la excelencia de su contenido. Los múltiples avatares, dilaciones, cambios y enfrentamientos que han jalonado su restauración y ampliación son una prueba de ello. Ahora cuenta con 8,3 millones de presupuesto para ejecutar en 32 meses la quinta fase de ampliación, según anuncia un gran cartel del Ministerio sobre la fachada, a unos metros de la cornisa que se vino abajo.

“Ha sido un aviso, un recordatorio de todos los retrasos y de lo que se ha hecho mal durante tanto tiempo”, comentaba Román de la Calle sobre la caída de los cascotes.

Este suceso guarda, además, paralelismos con el desprendimiento de una parte del trencadís del Palau de les Arts el pasado mes de diciembre. Se advirtió con anterioridad de ese riesgo; en el caso de la ópera por los abombamientos o arrugas que surcaban la fachada de la ópera diseñada por Santiago Calatrava, y en el de San Pío por los derrumbes previos. Y en ambos casos cayeron los cascotes sin causar daños personales gracias sólo a la buena fortuna, porque ni el acceso al auditorio donde fueron a parar los trozos del trencadís ni el acceso al museo contaban con medidas previas de protección.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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