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Las víctimas del metro reclaman el cambio

Los maquinistas que usaron el vagón accidentado declararán en el juzgado

Joaquín Gil
La plaza de la Virgen de Valencia volvió a llenarse de personas solidarias con las víctimas del accidente del metro.
La plaza de la Virgen de Valencia volvió a llenarse de personas solidarias con las víctimas del accidente del metro.TANIA CASTRO

Beatriz Garrote está indignada y lo demuestra. Siete años y nueve meses después del accidente de metro más grave de España, la asociación que preside para iluminar las sombras del descarrilamiento que dejó 43 muertos y 47 heridos, ha lidiado con dirigentes de todo pelaje. Unos le dijeron que les llevaban en el corazón. Otros, que les llamaran por su nombre. Pero ninguno les dio respuestas. Ayer, ante una riada humana de varios miles de ciudadanos, Garrote aireó un mensaje propio del 15-M. “Si el cambio no lo hacemos nosotros, nadie lo hará”. Y la plaza de la Virgen de Valencia explotó en aplausos. “Sí se puede”, resonó con fuerza.

La concentración número 90 planeó sobre las críticas a la investigación que instruye desde enero la juez Nieves Molina y el papel de Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV). La Asociación reprochó a la empresa pública del Consell que no entregara al juzgado un organigrama con las responsabilidades de los empleados. Y sacó a colación una reciente sombra que ha eclipsado las pesquisas: Ningún representante del juzgado asistió a la lectura de la caja negra del vagón en las instalaciones de FGV.

Entre pancartas de “Justicia” y “Criminales: lo pagaréis”, la portavoz de las víctimas incendió los ánimos cuando pidió indagar porqué faltaba la baliza que pudo evitar el descarrilamiento. La frase retumbó el mismo día que el Tribunal Superior de Justicia de Valencia (TSJCV) informaba de que la juez tomará declaración a los maquinistas que pasaron por el vagón accidentado entre el 20 de junio y el 3 de julio de 2006.

La concentración recibió a los varios miles de manifestantes que durante media hora recorrieron un kilómetro del corazón de Valencia clamando contra la austeridad, los recortes y la ofuscación de Bruselas por mantener a raya el déficit. Un itinerario que se desarrolló sin incidentes y proyectó la imagen de un país espoleado. Mari Cruz Morilla se quejaba de que su sueldo de administrativa cayó un tercio tras dos décadas. José Medina, de 74 años, arremetía contra los jóvenes que recurren a las redes sociales en lugar de pisar la calle para protestar. Y una veintena de trabajadores de Ràdio Televisió Valenciana exigía a gritos la dimisión del presidente Alberto Fabra y cantaba contra el saqueo de fondos públicos perpetrado por las redes corruptas de Emarsa, Nóos y Gürtel. Cada uno mostraba su furia de forma distinta. Señal de que los tijeretazos más severos de la democracia —102.000 millones solo en España— han trastocado las vidas de 500 millones de ciudadanos comunitarios.

Sus relatos golpeaban como un martillo de acero esta marcha convocada por los sindicatos CC OO, UGT y USO que en Alicante atrajo a un millar de participantes, informa Ezequiel Moltó. La iniciativa es el preludio a la Euromanifestación que este viernes clamará en Bruselas por inversiones públicas. Un 2% del PIB para crear unce millones de empleos. “Volvamos a la protesta”, solicitaba Medina.

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Sobre la firma

Joaquín Gil
Periodista de la sección de Investigación. Licenciado en Periodismo por el CEU y máster de EL PAÍS por la Universidad Autónoma de Madrid. Tiene dos décadas de experiencia en prensa, radio y televisión. Escribe desde 2011 en EL PAÍS, donde pasó por la sección de España y ha participado en investigaciones internacionales.

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