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Un legado sin tregua

El conflicto por la colección de Muñoz Ramonet revive en los juzgados tras 23 años

José Ángel Montañés
Dos de las obras localizadas en el interior del palacete de la calle Muntaner, tras acceder el Ayuntamiento.
Dos de las obras localizadas en el interior del palacete de la calle Muntaner, tras acceder el Ayuntamiento.josep lluis sellart

No hay tregua. El enfrentamiento entre el Ayuntamiento de Barcelona y las herederas del industrial barcelonés Julio Muñoz Ramonet sigue vivo. Las denuncias cruzadas es el último capítulo de una historia de 23 años en la que las hermanas Muñoz han luchado para que la última voluntad de su padre no se cumpla; una lucha que han perdido en los juzgados en tres ocasiones en las que se les ha condenado a entregar las obras a la Fundación Julio Muñoz Ramonet, creada por el Ayuntamiento en 1995.

“Las hijas de Julio Muñoz Ramonet han empleado una energía criminal importante”. Marc Molist, abogado del Ayuntamiento de Barcelona, lo dejó claro el pasado 19 de marzo al anunciar que el consistorio había presentado una querella criminal contra las hermanas Muñoz, tras comprobar que “habían sido sustraídas hasta 853 obras de arte del legado que el industrial había dejado a Barcelona en 1991”. Entre ellas, las joyas de la colección firmadas por figuras como Goya, Rembrandt, El Greco y Murillo, entre otros. Menos de una semana después, y como si quisieran darle la razón, el lunes 24, las hijas respondían con el anuncio de una demanda contra el concejal de Cultura Jaume Ciurana “ante el irreparable y gravísimo perjuicio personal y profesional”, asegurando que “miente” y que “añade cuadros a su reclamación de forma arbitraria”. Pese al anuncio, un portavoz del Ayuntamiento aseguró el viernes que no habían recibido la denuncia, mientras que el portavoz de la familia se limitaba a pronunciar un lacónico: “No hay nueva información”.

Fuentes jurídicas que han seguido el proceso, consultadas por este diario, aseguran que el anuncio de la demanda de las hijas se corresponde con “la defensa retorcida y hábil que han hecho durante todo el proceso, pero no tiene mucho futuro ya que está planteada sólo para intimidar al Ayuntamiento”. Se trata, según estas mismas fuentes, del “último cartucho, porque saben que lo tienen todo perdido”. En el comunicado que hicieron público la semana pasada, las hermanas Muñoz aseguraban que “no ha habido sustracción” y que han cumplido con la última voluntad de su padre, ya que han entregado “todo lo que especifica el inventario de 1998”, algo que el “ayuntamiento conocía”. Pero los especialistas en leyes consultados mantienen que: “El Ayuntamiento no puede pedir ni más ni menos que lo que está establecido en las tres sentencias que dejó el testador a su fundación, que es lo que aparece, como mínimo, en los inventarios de 1968, 1998 y 2005. En caso contrario se les puede acusar de hacer dejación de su obligación y la ciudadanía pedirles responsabilidades políticas y legales. El problema es que la justicia es lenta y torpe”, remachan.

De eso se han valido las hermanas Muñoz: Intentaron “dinamitar la voluntad del padre y apoderarse directamente de su patrimonio, dejando sin efecto el testamento, del que solicitaron su nulidad a la justicia suiza, a pesar de que el padre había dejado una cláusula en la que desheredaría a quien lo impugnase”, según escribe la ponente Maria Sanahuja, que redactó el fallo de la sentencia de la Audiencia Provincial de 2009. Aquí también se puede leer que: “El testador no enajenó el legado, le fue arrebatado, mediante engaño, para violentar su voluntad de que fuera constituida una fundación que llevara su nombre”.

Solo fue el principio. En 1991, tras la muerte de Julio Muñoz, ni ellas ni los albaceas comunicaron la última voluntad a Barcelona, hasta que, cuatro años después una persona a la que la familia Muñoz debía dinero, informó al Ayuntamiento de su legado. En 1996 Barcelona presentó una denuncia al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña por apropiación indebida de bienes y estafa que el alto tribunal decidió archivar hasta que se agotara la vía civil. Algo que, pese a lo que la familia asegura que el Ayuntamiento ha ocultado, era conocido ya que lo publicó EL PAÍS. Tres años más tarde, las hermanas intentaron que el Ayuntamiento aceptase la nulidad del testamento en un acto de conciliación en Suiza para que no llevara a cabo la fundación, pero Barcelona no aceptó y en 2001 el testamento fue declarado válido.

La primera sentencia en España fue la del juzgado de primera instancia en 2007, refrendada, tras recurrir las hijas, por la Audiencia Provincial en 2009, en la que se obligaba a entregar todos los bienes inventariados, al menos, en 1968 y 1998, o una compensación económica. La sentencia fue seguida de dos recursos de casación en materia de derecho sucesorio y de infracción procesal que en marzo de 2012 rechazó el Tribunal Supremo. Pero las hermanas Muñoz no acabaron aquí su lucha por las obras de arte municipales y a los dos meses pidieron una aclaración a la Sala de lo Civil del Supremo y recurrieron al Constitucional, con la intención, como ahora, de alargar el proceso al máximo. Este tampoco les dio la razón.

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Como ahora, recurso tras recurso, con la intención de que la historia de esta fabulosa colección de arte y la ciudad de Barcelona se diluya.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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