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Poeta laureado, político frustrado

Juan María Calles, en horas bajas, gana el premio de poesía Miguel Hernández

El concejal del PSPV en el Ayuntamiento de Castellón, Juan María Calles.
El concejal del PSPV en el Ayuntamiento de Castellón, Juan María Calles.ÀNGEL SÁNCHEZ

Juan María Calles (Cáceres, 1963) ha pasado de serlo todo para el socialismo castellonense a convertirse en un alma errante dentro del partido y dentro del grupo municipal de Castellón. Hace años que este político y poeta no tiene otra función que asistir a los plenos y levantar la mano en las votaciones. Sin expectativas políticas ha sido su vertiente literaria la que le ha granjeado su última gran satisfacción (ganar el premio Miguel Hernández de poesía dotado con 15.000 euros por su poemario Una figura de barro) y le ha hecho recibir los halagos de sus colegas que no encuentra entre las filas socialistas.

Su éxito literario es inversamente proporcional al político. Es la segunda vez que sus jefes dentro del PSPV le piden que se vaya. La primera cuando la derrota en los comicios locales de 2011 fue de tal calado que le dejaron sin la portavocía y le exigieron que dejara su acta de concejal. Ante lo primero no pudo hacer nada. Ante lo segundo optó por atrincherarse a la espera de que el tiempo curara las heridas.

Pero a las 4.25 horas de la madrugada del miércoles día 19 de marzo le pillaron conduciendo con unas copas de más por Benicàssim. Un resultado de 0.84 miligramos por litro de aire espirado (más del triple de lo permitido) que le valió su condena judicial pero también política. Consciente de que este incidente bastaba para que sus compañeros de partido le forzaran a irse, escribió un comunicado de disculpa en el que pedía que no se tomaran con él medidas que fueran más allá de la censura social por un hecho “personal”. No fue así.

La ejecutiva del PSPV local le ha dado una semana de reflexión que termina este lunes para que dé “un paso adelante ejemplarizante y consecuente con la actividad pública que realiza y con su trayectoria política en Castellón”.

Una trayectoria que se disparó cuando en 2004 fue aupado como subdelegado del Gobierno en Castellón con el apadrinamiento del exministro Jordi Sevilla. El puesto que ocupó hasta 2011 le hizo acumular gran protagonismo. “Convirtió la Subdelegación en una plataforma política y mediática sin precedentes”, cuentan desde el PSPV. Los esfuerzos para concentrar en él todos los focos le llevaron en ocasiones a dar rodeos en coche oficial por Castellón para retrasar su aparición en los actos y asegurarse la atención.

No resultó extraño que en 2007 fuera elegido candidato a acabar con los años de gobierno del PP en el Ayuntamiento y que se llegara a soñar con conseguirlo. Pero este doctor en Filología se quedó en líder de la oposición. Lejos quedan sus envites a Carlos Fabra (cuando era edil) y lo que citó en su día como una de sus grandes alegrías: las victorias judiciales de las querellas que el todopoderoso le interpuso al confundir la crítica política con ataques al honor.

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Calles, profesor de Secundaria, daba entonces clases en Almassora. Trabajo que cambió por el de máximo responsable del Ministerio de Trabajo en los años en los que el paro empezó a pasar factura a Castellón y, por extensión, a él. Desde el PSPV califican esta decisión como uno de sus grandes errores porque regaló a sus contrincantes la ocasión de centrar en él todas las responsabilidades por el desempleo que tanto ha azotado a la provincia. En las elecciones de 2011 registró tal fracaso electoral que sus compañeros intentaron echarle. El cacereño estuvo un mes de baja por depresión. Después volvió y tomó posesión de su sillón en el pleno e inició su era errante.

De esta época es su texto La crisis final, el último post de su blog en el que juntó su vertiente literaria con la política. “Mientras me toca el turno para ser juzgado, yo prefiero un infierno distinto y me voy a pasear por la playa de la Almadraba…”, escribió. Calles no se ha ido a la costa benicense sino a Estambul antes de comunicar este lunes una decisión que le alejará (presumiblemente) de forma definitiva de la política. Si no se va, sus compañeros de partido ya han anunciado que tomarán acciones más firmes.

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