_
_
_
_
_

El alumnado de centros abocados a cerrar se matricula en otros colegios locales

El temor de muchos centros aparece cuando les cierran las unidades de infantil

Cuando el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, dijo en noviembre de 2013 que no cerraría ningún colegio para mantener RTVV, no recordaba que el curso pasado ya había cerrado El Seráfico de Elda. Ni imaginaba que los alumnos de dos colegios públicos de infantil y primaria (CEIP), el Josep Camarena de Gandia y el Ciudad de Oviedo de Torrevieja, tendrían que matricularse en otros centros de esas poblaciones porque cerraban los suyos. Es lo que están haciendo ahora. La Consejería de Educación ha abierto un periodo extraordinario de matrícula para que puedan escolarizarse en un centro de su preferencia. En el colegio rural L'Arc de Monòver, como tenía apenas 5 alumnos, la operación es de menor envergadura, pero lo cierto es que también se cierra.

El cierre del colegio torrevejense ha estado marcado por las protestas, que llegaron hasta la puerta de las Cortes Valencianas. Hay quien ve en este caso un modelo de futuros desmantelamientos de colegios públicos. “Hace dos años nos quitaron una de las dos unidades que teníamos de tres años”, explica una profesora del Ciudad de Oviedo. Tras expandirse el rumor de que “se iba a desmantelar el curso pasado”, la matrícula descendió de 330 alumnos a 265. Es el temor que asiste a muchos centros cuando les cierran la vía de entrada de nuevo alumnado, al suprimirles la clase de tres años en el arreglo escolar. Una quincena de colegios se hallan en esta circunstancia, en Valencia, Novelda, Orihuela, Castellón, Almassora, Alaquàs (con el Ciutat de Cremona en su 35 día de encierro), La Vall d'Uixò, Bolbaite y Cortes de Arenoso.

Además de su inminente liquidación, otro rasgo en común entre el Ciudad de Oviedo y el Josep Camarena es que han estado siempre en barracones, lo cual permite a la Generalitat utilizar el doble argumento de la bajada demográfica y el ahorro en alquiler de aulas prefabricadas para proceder a su cierre.

Si alguien pregunta por qué en Torrevieja se resisten a abandonar un centro en barracones, tienen más de una respuesta. Una, que siguen esperando estrenar un edificio, no la dispersión del alumnado en otros centros. Dos, que el colegio no solo son instalaciones, sino una comunidad y un proyecto, donde “el 80 % del alumnado se beneficia de medidas compensatorias, puesto que la mayoría es extranjero”, aclara una profesora. Explica que para examinar en una clase de veinte niños, puede llegar a poner cuatro ejercicios diferentes, porque unos hablan castellano, otros no, otros empiezan a hablarlo y los hay con atención de Pedagogía Terapeútica.

Si el presidente de la Generalitat no evita el cierre de estos colegios, con los cierres de Torrevieja y Gandia podrá decir que avanza en su compromiso de acabar con el 75% de los barracones en 2015.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_