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La angustia de unas casas sin paredes

Los afectados por Los Chinchorros, un proyecto urbanístico frente al mar que comenzó en 1991 y permanece inacabado, creen aún en su viabilidad

Miembros de la Asociación de Afectados por Los Chonchorros, en Cádiz.
Miembros de la Asociación de Afectados por Los Chonchorros, en Cádiz.eduardo ruiz

Se dejaron llevar por una promesa. Una casa en primera línea de playa en Cádiz. La última gran oportunidad. La nueva promoción de viviendas necesitaba ocupar un terreno plagado de casitas bajas, muy deterioradas. Algunos cambiaron su suelo. Otros entregaron dinero confiando en que en poco tiempo tendrían sus nuevas habitaciones con vistas al mar. Pero ahora les duele ver cada día la realidad de aquella promesa incumplida: un enorme esqueleto de hormigón y ladrillos sin culminar. La promoción de Los Chinchorros, la última operación inmobiliaria junto al Paseo Marítimo de la capital gaditana, no avanza, enmarañada en un conflicto de crisis, concurso de acreedores y desesperación. En el camino se han quedado la angustia de los que se sienten engañados ante unas casas sin paredes.

Marcelo Villacorta, el presidente de la asociación de afectados, pone fecha al arranque de esta pesadilla: 1991. Sus padres tenían entonces una de esas casitas de única planta junto al cementerio de Cádiz. Dignidad en un barrio muy humilde poco acostumbrado a la visita de hombres de traje y corbata. Aparecieron aquel año. Llevaban maletines cargados de papeles. Eran los representantes de las constructoras que habían diseñado para esas parcelas una promoción de 171 viviendas en edificios de varias plantas. Para entonces el camposanto ya anunciaba su clausura y se proyectaba convertirlo en un parque. Todos se frotaron las manos. Los de los maletines soñaban con llenarlos de billetes y los habitantes de esas humildes casas imaginaban una nueva vida llena de comodidades.

La constructora permutó el suelo por futuras viviendas a sus propietarios

Las constructoras convencieron a los propietarios para que se marcharan y, así, comenzar a levantaran los nuevos edificios. No les ofrecieron dinero, sino la permuta de sus terrenos por una nueva vivienda. “La operación era perfecta para las empresas. No ponían un duro sobre la mesa y tenían el suelo. El dinero para empezar a construir lo consiguieron de otros interesados en comprar el resto de viviendas que iban a salir de la promoción”, explica indignado Villacorta. Esos vecinos comenzaron a aportar cantidades diversas para garantizarse un sitio en tan privilegiada zona.

Todo comenzó bien. Las obras arrancaron. Los vecinos que permutaron sus terrenos recibían incluso ayudas para alquileres. Hasta que empezaron los temores. “Nos asustábamos cuando veíamos que las obras se detenían, o que pasaban muchos días sin ningún obrero. Preguntábamos y nos decían que no pasaba nada, que en seguida recuperarían el tiempo perdido”, recuerda el afectados. Aunque, al final, sus miedos se hicieron realidad.

La obra se paró definitivamente y la empresa, tras años de espera, se declaró en concurso de acreedores. El plan inicial era terminar el proyecto en 1999. Contemplar el esqueleto de hormigón le duele a los afectados. A muchos les han desahuciado varias veces porque la empresa dejó de pagarles el alquiler prometido. Son los casos más graves entre el centenar de afectados, ahora unidos en una asociación. Algunos denunciaron de forma particular, aunque la fiscalía no ha apoyado su causa todavía.

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El juicio para cerrar la liquidación de la promotora será en abril en Cádiz

Ahora, todos están pendientes del próximo 28 de abril, cuando se celebrará la vista para cerrar la liquidación de la promotora en el juzgado de lo mercantil. “Será el fin de nuestras aspiraciones porque si se acuerda que pague todo lo que debe, el proyecto de las casas empezará de cero”, lamenta Villacorta. La empresa ofreció hace meses su propio plan de viabilidad para que el proyecto de construcción no se parara definitivamente. “Un disparate”, en palabras de los afectados. Se les planteó una quita de un tercio de lo que ya habían pagado y abonar por sus pisos el doble de lo acordado. Se ven como David contra Goliat. “A nosotros nos cuesta pagar nuestros abogados. Ellos han incluido una partida de un millón de euros para letrados en el concurso de acreedores”, denuncia Marcelo Villacorta.

La plataforma de afectados ha presentado su propio plan de viabilidad, muy diferente al planteado por la constructora y esa solución judicial que puede suponer la liquidación del concurso de acreedores. Su idea es dejar de lado a la constructora y llegar a un acuerdo con la juez y CaixaBank, la entidad financiera que iba a financiar toda la operación urbanística y que es también una de las perjudicadas en todo este proceso, para que la obra se pueda terminar. “La promoción es viable. Con apoyo público y privado, podemos sacarla adelante”, defienden los vecinos, que se resisten a abandonar su sueño.

Se han reunido ya con el Ayuntamiento, la Junta, CaixaBank, la juez de lo mercantil y el Defensor del Pueblo Andaluz. Lo malo es que han pasado tantos años que los interlocutores en todas las instituciones y entidades, han cambiado varias veces. Y cada cambio es volver a empezar. Ellos siguen siendo los mismos. Aquellos a los que en 1991 se les hizo una promesa todavía por cumplir.

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