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La supervivencia del campo

La renta agraria sube el 24,4% en tres años y se sitúa al nivel de 2002 El sector trata de fortalecerse con la fusión de cooperativas y la transformación ecológica

Lluís Pellicer
Josep Casas, en su granja de Gallifa.
Josep Casas, en su granja de Gallifa. cristóbal castro

El campo no quedó al margen de la recesión, pero sí pudo levantar cabeza un poco antes que el resto de la economía. La renta agraria, que calcula el valor generado por la actividad de la producción del sector, acumula un crecimiento del 24,4% en los últimos tres años después de cuatro ejercicios seguidos de caída. Sin embargo, el sector advierte de que ese empujón solo ha servido para recuperar el nivel de 2002 y que en términos reales está incluso alrededor de un 20% por debajo de hace una década. Además, según la Encuesta de Población Activa (EPA), el campo ha perdido uno de cada cuatro puestos de trabajo en los últimos cuatro años. El crecimiento de las explotaciones para ahorrar costes y ganar poder de negociación y la especialización de los cultivos son las dos salidas que están hallando los agricultores y ganaderos catalanes.

La agricultura ecológica ha sido la salida para muchos productores que no conseguían que su actividad fuera rentable. El comportamiento del campo no ha sido ajeno a la crisis, si bien el ciclo recesivo ha sido más corto que en el resto de sectores. Por el contrario, la producción se ve influida por factores que el agricultor no puede controlar y que influyen en la cosecha, como el clima o las enfermedades. Según el Departamento de Agricultura, la renta agraria se incrementó el 3,95% en 2011; el 13,09% en 2012, y los primeros datos arrojan un crecimiento del 7,37% en 2013.

El porcino representa el 35% de la producción catalana

El último año con datos definitivos es 2012. Ese año la renta agraria se situó en 1.993 millones de euros corrientes, una cantidad similar a la de 2002. Lo hizo más por una subida de precios que de producción. Esta última, de hecho, bajó. Lluc Mercadé, investigador del Centro de Investigación en Economía y Desarrollo Agroalimentario (CREDA), recuerda que “el porcino representa el 34,7% de la producción agraria en Cataluña. En España, no hay ningún subsector con tanto peso”. El coordinador de Unió de Pagesos, Joan Caball, sostiene que ello puede hacer variar mucho la renta agraria de un año. “Un buen año del porcino puede hacer que crezca mucho. Y al revés”, asegura. En 2012 subieron sobre todo el vino, las legumbres y la fruta fresca, mientras que el precio del porcino se incrementó cerca del 10%.

El jefe del Gabinete de Estudios del Departamento de Agricultura, Francesc Reguant, recuerda que la renta agraria depende también de los consumos intermedios. Es decir, que a la producción hay que restarle los gastos del sector en productos fitosanitarios, energía, alimentos... Reguant señala que los valores se mantuvieron estables y los de los productos fitosanitarios bajaron. Con una excepción. “Hubo un crecimiento del 8% de la energía. Tenemos que ver qué ocurrió en 2013, aunque pensamos que esa subida pudo ser mayor”, sostiene Reguant, que considera que el sector tiene un “componente anticíclico”.

De tradicional a ecológico

La familia de Josep Casas se ha dedicado siempre a la ganadería. Lo hizo primero en la calle de Rogent de Barcelona, hasta que a principios de la década de 1970, cuando él tenía 20 años, se trasladaron a Gallofa (Vallès Occidental). Cuando se tuvo que dedicar él solo a la explotación, optó por las vacas de pastoreo. “Empecé a tener más vacas y terneros para engordar. También adquirí más fincas, pero me percaté de que si bien ampliaba el ganado, no conseguía más beneficio”, explica Casas.

Ello se debía a lo que gastaba en materias primas, cuyo precio solo crecía. Hoy, tiene un ganado de 80 terneros y 100 vacas, con la diferencia que integra todo el proceso. Tras convertirse en una explotación ecológica, produce los cereales y los alimentos en sus tierras y vende a clientes de la comarca.

El presidente del CCPAE, Daniel Valls, recuerda que los productores ecológicos surgieron hace unos 35 ó 40 años. Desde entonces, el sector no ha parado de crecer, influido por las ayudas para pasar los dos o tres años que requiere la reconversión de la explotación tradicional a ecológica. “La agricultura ecológica ha sido una opción para mantener población agraria, a pesar de que el mercado de consumo es de solo el 1%, frente a otros países europeos, donde va del 4% al 6%”, explica. La mayoría de los agricultores ecológicos se dedican al vino, los olivos o los cereales, mientras que hay poca producción de fruta dulce.

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Los precios de los consumos intermedios crecieron de forma moderada, pero Caball recuerda que la actividad agrícola soporta dos lastres: los costes energéticos y la presión fiscal. Los productores de porcino añaden otro: el elevado precio del alimento para el ganado, que la asociación sectorial Porcat estima que supone entre el 60% y el 70% del coste de los productores. “El precio nos viene dado en buena medida por el mercado internacional. En 2007 ya sufrimos una grave crisis por la subida del precio del cereal. Entonces sonaron todas las alarmas”, asegura el director de Porcat, Ricard Parés, que explica que en su subsector no se toma en consideración tanto la renta agraria como la relación entre el coste de producción por kilo de cerdo, que ronda los 1,2 euros, y la cotización de esa misma cantidad de ganado. “Hay momentos del año en los que pierdes y otros en los que ganas. Eso demuestra que los costes están muy ajustados”, afirma.

Los agricultores han tenido que afrontar estos costes desde una posición de debilidad, puesto que la atomización del sector les resta capacidad de negociación. Por ello, Agricultura está favoreciendo la concentración de cooperativas con ayudas. Para el periodo de entre 2012 y 2013 la Generalitat destinó al sector 10,3 millones. Dentro de ese proceso se dio la fusión de las cooperativas de l’Espluga de Francolí y la de Solivella, que dio a una nueva entidad con una producción de 9,3 millones de kilos de uva y más de 800.000 kilos de aceitunas. Para la Generalitat, ese proceso de fusiones debe permitir afrontar “la creciente competencia por la reducción de las barreras comerciales”, el desarrollo de “las tecnologías del transporte y las comunicaciones” y la “elevada concentración y poder de negociación de las cadenas de distribución”.

Lluc Mercadé expone dos salidas para los agricultores: crecer o especializarse, que no son “excluyentes”. El investigador del CREDA sostiene que la primera opción pasa por “comercializar más volumen”, tratando de aprovechar las economías de escala y conseguir más poder de negociación con el cliente, pero también por ser más eficiente o concentrando la oferta. Es decir, mediante las fusiones. Caball está de acuerdo con que “en algunos casos la fusión de cooperativas ha sido la solución”, pero opina que es mejor seguir con la modernización del campo; “hay que adaptar los modelos las al siglo XXI”.

La otra opción pasa por la especialización. “Un ejemplo es la agricultura ecológica, pero también se puede conseguir con un producto local, con la venta directa, variedades y razas autóctonas…”, afirma Mercadé. En Cataluña ha habido una explosión de la agricultura ecológica, aunque el mercado todavía es muy pequeño, de solo el 1% del total, según el Consejo Catalán de la Producción Agraria Ecológica (CCPAE). En diez años, el número de operadores del sector se ha triplicado, pasando de 805 a 2.470, mientras que la superficie dedicada a esa actividad ha pasado de 56.211 a 112.408 hectáreas. La facturación se ha más que multiplicado por cuatro: de 34,5 millones en 2003 a 152 millones en 2012.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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