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crítica | clásica
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una directora que es puro nervio

Al irresistible atractivo de las obras musicales hay que añadir la presencia de la directora australiana Simone Young

Un programa con las dos últimas sinfonías de Schubert supone una piedra de toque para una orquesta y un director musical. Con autores como Schubert, o como Mozart, no hay lugar para las apariencias. O se hacen muy bien o se queda en evidencia. Se llenó el Auditorio. Al irresistible atractivo de las obras musicales había que añadir la presencia de la directora más carismática del panorama actual, la australiana Simone Young, catapultada a las más altas cotas de prestigio desde la Opera Estatal y la Orquesta Filarmónica de Hamburgo. La semana pasada ofreció con la ONE un monográfico Bruckner. Este fin de semana el desafío era, si cabe, aún mayor. Pues bien, no solamente salió airosa, sino que obtuvo un éxito extraordinario.

Simone Young es puro nervio. Dirige con gran energía y sobre todo con un sutil dominio de los tiempos, las dinámicas y el equilibrio global. Controla todo con precisión y transmite fuerza. Consiguió movimientos primorosos como el andante con moto de la última sinfonía de Schubert, y dio en todo momento sensación de tener las ideas muy claras. Quizás su experiencia operística le llevó a enfatizar las tensiones. En cualquier caso, la orquesta sonaba fluida. Gustándose, convenciendo. La gestualidad y el movimiento de la directora pueden gustar más o menos. Los resultados sonoros fueron impecables.

PROGRAMA SCHUBERT

Schubert: Sinfonía en si menor D759 y Sinfonía en do mayor D944. Orquesta Nacional de España. Directora: Simone Young. Auditorio Nacional, 14 de marzo

Por poner un pero faltó, quizás, un punto de gracia en la lectura. La búsqueda de la perfección interpretativa, en un sentido más bien académico, se impuso al concepto de una versión más imaginativa. Es cuestión de un mayor conocimiento entre la batuta y la orquesta. Ello no impidió que se escuchase un Schubert de mucho mérito, pletórico de naturalidad y técnicamente bien resuelto. La Orquesta Nacional respondió al reto con brillantez. Esta tarde y mañana por la mañana se repite el concierto en el Auditorio. Si pueden, no se lo pierdan.

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