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Identificados los restos óseos hallados en La Pedriza

Corresponden a un excursionista que se perdió hace unos dos años, según el estudio de la Guardia Civil

F. Javier Barroso
Jesús González Gutiérrez
Jesús González Gutiérrez

Los restos óseos hallados a principios de noviembre del año pasado en La Pedriza ya tienen nombre y apellidos. La Guardia Civil ha logrado identificar gracias a las pruebas de ADN y a la dentadura hallada a Jesús González Gutiérrez, un ciclista de 38 años que desapareció el 11 de septiembre de 2011. “Al que no le haya pasado no se puede imaginar lo que han sido estos dos años”, relata su pareja, Sara, al otro lado del teléfono. Este informático residía en el barrio de Las Águilas (Latina) y tenía dos hijos.

El hallazgo de los huesos se produjo el viernes 1 de noviembre del año pasado por parte de unos excursionistas cuando bajaban desde el collado de la Ventana, por el callejón de las Abejas. En este punto hallaron unos restos óseos parcialmente momificados. Los deportistas alertaron a la Guardia Civil, que hizo el levantamiento del cuerpo e inspeccionó la zona al día siguiente.

Los restos fueron trasladados al tanatorio de Colmenar Viejo, donde se le hizo una primera autopsia. Esta determinó que llevaba bastantes meses muerto y que podría haber sido presa de alguna alimaña o de los buitres. Faltaban los pies, entre otras partes.

A partir de ahí, se inició una ardua investigación para determinar la identidad del fallecido. Al principio se especuló con que se tratara de una mujer, pero los análisis periciales y forenses descartaron este extremo. Se cotejaron las denuncias de desaparecidos, pero las características antropológicas no coincidían con ninguna persona. Se abría una larga y difícil búsqueda de meses.

Los restos fueron remitidos al antropólogo del Instituto Anatómico Forense Enrique Dorado, que los estudió y determinó algunas características del fallecido. Se trataba de un varón de entre 30 y 45 años, que medía entre 1,65 y 1,75 metros, con la piel clara, que tenía el pelo castaño o rubio claro y en poca cantidad. El cuerpo presenta una dentadura cuidada, con empaste con amalgama de plata en el molar inferior derecho. Había fallecido hacía más de un año. Los nuevos datos tampoco arrojaron luz a las pesquisas, que entraron en un callejón sin salida para los agentes de la Policía Judicial de Colmenar Viejo.

Mientras, en los foros de Internet de desaparecidos y en los de amantes del ciclismo se colgó un aviso de la desaparición de Jesús González Gutiérrez. Ocurrió el 11 de septiembre de 2011 en Madrid. Se hacía en ellos una relación de sus características: 38 años; 1,75 metros, cabello liso castaño y ojos castaños. Aquel día vestía pantalón corto beige, camiseta blanca y zapatillas blancas.

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Según sus familiares, desapareció en el barrio de Las Águilas o de Aluche. Salió a mediodía de su casa con una bicicleta de la marca TopBike de color blanco-granate. La familia hizo una relación de los lugares que solía frecuentar: Pozuelo de Alarcón, Boadilla del Monte, Villaviciosa de Odón y la Ciudad de la Imagen. Llevaba también una bolsa con comida y una botella de agua. “Puede que se dirigiera a la sierra de Madrid [Cercedilla-Cotos] en Renfe. Solía realizar salidas de tres o cuatro horas y por lo visto hacía bastantes kilómetros porque está en buena forma física”, añaden.

La Comandancia de la Guardia Civil de Madrid hizo un llamamiento el pasado 13 de enero a los medios de comunicación. Se les pidió que difundieran los datos revelados por el antropólogo Dorado. Y surtió efecto. El padre de Sara, la pareja de Jesús González Gutiérrez, llamó a Telemadrid y pidió un número de contacto del instituto armado. Las agentes de prensa remitieron sus datos a sus compañeros de la Policía Judicial. Las principales características halladas en los restos óseos coincidían.

Los investigadores tomaron muestras de saliva del padre de Jesús y las cotejaron con el ADN extraído a los restos óseos. También comprobaron la dentadura. Todo coincidía. “Sus pasiones eran el senderismo y la bicicleta. Cuando se marchó, no dijo nada de adónde iba ni el tiempo que iba a estar. Muchas veces iba por La Pedriza o Cercedilla”, explicó Sara, su pareja desde hace 17 años. “Era una persona muy normal, que le encantaba estar con sus hijos [de nueve y 11 años] y salir con ellos. Llevaba una vida muy tranquila”, añadió.

Lo que es un misterio es dónde se encuentra su bicicleta. “Lo más seguro es que la dejara atada con la cadena en el aparcamiento y alguien se la llevó al verla allí durante tiempo. Como no hay ningún sistema para identificarla...”, señaló. “Ahora, después de tanto tiempo, al menos sabemos dónde estaba”, destacó Sara, que agradeció el trabajo de la Guardia Civil.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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