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Italia compra los bosques quemados del Empordà para producir electricidad

El puerto de Palamós ha triplicado en tres años las toneladas de biomasa exportadas

Tala de árboles quemados en los bosques del Empordà.
Tala de árboles quemados en los bosques del Empordà.PERE DURAN

Pasadas las 12.30 horas sonó la primera alarma. Un incendio se había declarado en un aparcamiento de Portús, en la frontera entre Cataluña y Francia. Poco después el fuego ya era imparable, empujado por la tramuntana que ese 22 de julio de 2012 tenía rachas de más de 90 kilómetros por hora. El resultado del desastre: cuatro muertos y cerca de 14.000 hectáreas arrasadas por las llamas en el Empordà, de las que más de una cuarta parte era superficie arbolada. Un paisaje desolador, repleto de oportunidades.

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“Un tronco cuando se ha quemado y pasan seis meses ya no sirve para hacer ni pasta de papel ni madera, pero sí para leña”, explica Miquel Soliva, gerente de la empresa Forestal Soliva, que desde hace ocho años exporta parte de la biomasa de los bosques catalanes a Italia, un negocio que no para de crecer, por la demanda de un país en el que la producción de electricidad con biomasa está subvencionada.

Un testigo del creciente envío de biomasa a Italia es el puerto de Palamós. De allí parten la mayoría de barcos cargados con más de 4.000 toneladas de combustible. El pasado año más de 102.000 toneladas salieron de Palamós a Italia, lejos de las 38.000 de 2010. La gran mayoría de la biomasa que sale del puerto catalán va a la isla de Cerdeña.

Cerdeña tiene dos centrales de producción eléctrica con leña. El Gobierno italiano prohibió en 1987 las producción de energía nuclear y además de sustituyó una parte de las calderas de carbón por otras de leña. Una política alimentada en la actualidad por las cenizas del Empordà.

Solo Soliva envió el pasado año diez buques, más de 40.000 toneladas de biomasa. “Es una lástima que en Cataluña no hayan centrales para producir electricidad”, se queja el empresario. Este no paga ni un euro por la materia prima, ya que los acuerdos con los propietarios de los terrenos indican que las empresas de biomasa limpian sus bosques a cambio de la leña que obtienen. Después la recogen, la trituran y la transportan al puerto, donde la venden entre 40 y 45 euros la tonelada. “Solo llevarla hasta Palamós cuesta cerca de 10 euros la tonelada”, se queja Ignasi Carré, gerente de Biomassa del Gironès, otra empresa que exporta leña a Italia.

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Los técnicos no ven con buenos ojos la limpieza indiscriminada de los bosques calcinados

Aunque parte de la producción de estas empresas se queda en Cataluña, donde la generación de electricidad a partir de la biomasa no tiene el apoyo económico de las Administraciones y solo cuatro pequeñas centrales producen 15 megavatios, el equivalente al consumo eléctrico de 4.500 hogares. En trámites administrativos se encuentran otras 16, muchas paradas por los recortes a las primas con las que el Estado subvenciona estas instalaciones, advierte el Gobierno catalán.

A Toni Burgot se le quemaron 80 hectáreas de encinar en el incendio de 2012. Sus tierras están a caballo entre Damius y Capmany, donde las llamas arrasaron el 99% del municipio. A diferencia del pino blanco, la encina aguanta mejor el fuego por la capa de corcho. Sus árboles, “casi todos muertos” a pesar de la protección natural, siguen en pie. “No se puede hacer biomasa con la encina porque el corcho produce muchos residuos y no lo quieren”, asegura. Pero Burgot espera las ayudas que la Generalitat está a punto de aprobar para limpiar los encinares por los que pasó el fuego.

La limpieza de estos bosques ha despertado el recelo entre los científicos. Sandra Saura del Centro de Investigación Ecológica y Estudios Forestales (Creaf) asegura que las encinas tienen una capacidad mayor de regeneración, por lo que muchas no tendrían que ser taladas, y remarca que la velocidad a la que pasó el fuego provocó que muchos pinos, pese a su aspecto, no murieran. “En general se están cortando los árboles muertos, pero faltan estudios para determinar qué ejemplares están vivos”, señala. Además, advierte, algunas talas se realizan con maquinaria pesada “por lo que se compacta el suelo y se evita que el bosque se regenere de forma natural”.

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