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El fiscal intenta frenar las pesquisas de la juez de los ERE sobre los diputados

Anticorrupción recuerda que los parlamentarios son aforados y que los interventores del Estado no pueden investigarles

Javier Martín-Arroyo
La juez Mercedes Alaya, a su llegada a los juzgados de Sevilla.
La juez Mercedes Alaya, a su llegada a los juzgados de Sevilla.Julián Rojas

La intención de la juez Mercedes Alaya de investigar el conocimiento del Parlamento sobre el fondo de los ERE, y así abrir la puerta a extender las responsabilidades también a ciertos diputados del PSOE, PP e IU al margen del Gobierno andaluz, se ha topado con la negativa de la Fiscalía Anticorrupción. Los fiscales elevaron ayer su voz en un recurso ante la Audiencia de Sevilla para oponerse al propósito de la magistrada, que había ordenado a la Intervención General del Estado revisar si los diputados de la Comisión de Economía y Hacienda habían debatido sobre la polémica partida.

Y el ministerio público resalta en su queja la protección especial y el aforamiento de los parlamentarios, que recoge el Estatuto andaluz, para rechazar las intenciones de Alaya: “Los diputados gozarán (...) de inviolabilidad por las opiniones manifestadas en actos parlamentarios”. Esto hace “inoperante” cualquier investigación judicial que se pueda derivar del análisis de los comentarios de los diputados, recuerdan los fiscales.

¿Qué supone esta discrepancia? No es el primer desencuentro serio entre la fiscalía y Alaya en este caso con mil vías abiertas, pero sí tiene un gran peso específico porque implica el freno a poner en tela de juicio la actuación de parte del Parlamento como poder legislativo. Pero sobre todo, el momento es clave porque ahora se está perfilando el terreno penal sobre el que asentar la acusación contra los dos expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán, los cinco exconsejeros (todos ellos aforados) y los 20 altos cargos de la Junta imputados. Y la inestable unidad de criterio entre fiscalía y Alaya en la rama política del caso se tambalea desde ayer un poco más.

Razones del fiscal

La Fiscalía Anticorrupción rechaza la intención de la juez Alaya para investigar a los diputados de la Comisión de Hacienda por su conocimiento del mecanismo de pago de los ERE. El ministerio público argumenta que los diputados disponen de un fuero especial, fijado por el Estatuto de Andalucía, que impide a los peritos de la Intervención General del Estado investigar sus debates. Además, los fiscales destacan que la información sobre estos debates está disponible en Internet y cualquiera puede consultarlos para averiguar si discutieron con detenimiento sobre el fondo de los ERE, sin necesidad de recurrir a su “conocimiento científico”.

Anticorrupción resalta que la investigación de los peritos de la Intervención General del Estado es innecesaria por el simple hecho de que la transcripción de los debates (diarios de sesiones de la comisión) pueden ser consultados en Internet por cualquiera y no hace falta “especiales conocimientos científicos” de los técnicos para averiguar si los diputados discutieron sobre el fondo de los ERE.

Para reforzar el rechazo a que la Intervención del Estado intervenga, la fiscalía subraya que estos peritos carecen de competencias sobre las Cámaras legislativas, “ni estatal ni autonómicas, estando dicha materia fuera del ámbito de competencias”.

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Alaya ha abierto esta vía que señala al Parlamento esta semana tras señalar el abogado Juan Carlos Alférez que el fondo dispone de “amparo legal” y que todas las instituciones andaluzas pudieron conocer el mecanismo de pago de los ERE a través de las transferencias de financiación, un uso que Alaya considera ilegal. Y entre estas instituciones figuraba la Comisión de Hacienda y sus 51 diputados, que recibieron detalles muy concretos del uso de la partida. “Atender las necesidades derivadas de prejubilaciones, expedientes de regulación de empleo y proyectos de viabilidad de pequeñas, medianas y grandes empresas, incentivar la consolidación económica (...)”. Es solo un detalle del nivel de concreción que recibieron los diputados de esta comisión a través de los expedientes de modificaciones presupuestarias entre 2000 y 2010. ¿Qué implica este conocimiento? Pues que el uso de las transferencias de financiación para pagar los ERE era conocido también por los diputados, no solo por los 20 altos cargos imputados y los siete aforados señalados por la juez.

Y ante esta tesis, Anticorrupción ve “comprensibles” sus argumentos. Es decir, parece abrir una puerta a las defensas para que triunfen sus argumentos. Su escrito no lo deja claro, pero después de subrayar el fuero de los diputados, en cierta forma anima a los abogados a recurrir ante Alaya con el argumento de que el Parlamento conoció el uso de las transferencias de financiación, al igual que los 20 altos cargos ya imputados. Y en este punto el fiscal alienta a las defensa a que identifiquen los “actos parlamentarios” donde se debatieron los pagos de los ERE, para que sus tesis puedan ser valoradas por la fiscalía y Alaya.

¿Qué subyace detrás de esta batalla jurídica? Una cuestión esencial: si un alto cargo (dirigente de la Junta o parlamentario) debe leer todos los informes que recibe y si en caso contrario cometería un delito por ignorarlos. La juez Alaya lo tiene claro: en sus interrogatorios ha achacado a los altos cargos que “debieron conocer” en función de su cargo los avisos de la Intervención General, que además atañen a la conformación de los Presupuestos, por lo que la discusión afectaba a diversos cargos de la Consejería de Hacienda. El ejemplo más claro de esta cuestión se vio cuando la exconsejera de Hacienda imputada Carmen Martínez Aguayo convocó a los medios frente a un carrito de supermercado repleto de expedientes que ella podría haber analizado. “¿Alguien se cree que yo me estudié expediente a expediente?”. La dinámica de la actividad política provoca que exista una confianza en el sistema, que los dirigentes entienden respeta las garantías legales, según han repetido estos altos cargos. Otra cuestión es si todos han actuado con cierta fe ciega que deba ser punible. Y Alaya lo tiene claro. No así la fiscalía.

Mientras, los recursos de las defensas se multiplican y ahora el letrado José María Mohedano, que representa a los exdirectores de Presupuestos Buenaventura Aguilera y Antonio Lozano, exige que la causa se eleve al Tribunal Supremo dado que la juez instruye una causa general contra “los dos poderes propios de la Administración Pública Andaluza [Junta y Parlamento]”. Mohedano censura una investigación “global, bajo parámetros de estructura inquisitorial. Se trata de encontrar algún delito de los que ahora no existe ni el más mínimo indicio”. Y añade: “La juez instructora ya no tiene competencia para actuar en esta causa”.

En su duro escrito, el letrado critica la referencia que hizo Alaya sobre ella misma y los investigadores (“un equipo de unos pocos incansables”) y les achaca el retraso que arrastra el calendario de las declaraciones de los imputados. Mohedano achaca a Alaya haber incurrido en “dilaciones indebidas” que perjudican a los imputados, por los continuos retrasos al responder los recursos. Además, el letrado enfatiza la supuesta falta de transparencia porque las declaraciones no pueden ser grabadas.

Lo llamativo es que el escrito de Mohedano es premonitorio, ya que está fechado hace dos semanas, antes de que Alaya abriera la vía contra el Parlamento.

El PP achaca el auto a una ocultación de datos de la Junta

Las reacciones políticas al auto de la juez Alaya sobre la investigación al Parlamento fueron diversas y enfrentadas, y algunas de ellas, controvertidas. El Partido Popular atribuyó la decisión de Alaya a un éxito del PSOE. La iniciativa partió de un escrito de un abogado que representa a un ex alto cargo de la agencia Idea, pero el PP interpretó que detrás estaba el partido socialista. “El PSOE puso siempre, desde el primer momento, en el punto de mira al Parlamento porque no le interesaba que estuviera en el Ejecutivo andaluz”, dijo la vicesecretaria general del PP, Virginia Pérez.

La número tres de los populares consideró que el auto de la juez no se hubiera producido "si cuando se realizó la comisión [parlamentaria] de investigación de los ERE", que tildó de "paripé", los dirigentes "hubiesen dado todas las explicaciones y toda la documentación que se tenía que aportar". Es decir, Pérez estima que dado que existió una supuesta ocultación por parte de la Junta, esto ha provocado que la juez indague en las sesiones de la Comisión de Hacienda y las discusiones de los 51 diputados que la formaron entre 2000 y 2010.

Ello sin tener en cuenta que los debates siempre han estado disponibles en Internet y que la juez ha evitado la petición para identificar a los diputados que recibieron la misma documentación que el Consejo de Gobierno remitió al Parlamento sobre la Ley de Presupuestos.

“Si se hubiesen dado todas las explicaciones y toda la documentación que se tenía que aportar (...) ahora Alaya no se plantearía que hay que investigar a los parlamentarios andaluces”, censuró Pérez.

Por su parte, la presidenta de la Junta, Susana Díaz, evitó valorar el auto y se limitó a pedir "celeridad" a la justicia, como en anteriores ocasiones, para que "quien ha obrado mal que lo pague y que lo pague pronto (...) Tengo un respeto profundo, creo que es mi obligación, al trabajo de la justicia, pero sí le pido rapidez". "Cuanto antes se conozca quien haya actuado mal y se haya llevado un euro que no es suyo de lo público, mejor, y que lo pague".

Mientras, el vicepresidente de la Junta, Diego Valderas, al que afecta una de las pesquisas por una ayuda a empresa, estimó que el auto tiene un alcance “muy preocupante en la medida en la que pueda poner en tela de juicio el trabajo de los parlamentarios”. “La juez sabrá de su responsabilidad y capacidad de intervención y la juez sabrá del cuestionamiento que deja ante la opinión pública del Parlamento andaluz”, enfatizó el vicepresidente.

“A mí lo que me preocupa de esto no es lo que la juez tenga que hacer, que lo respeto, sino lo que se queda en el aire y el pensamiento libre de la ciudadanía que pueda pensar mal, nada más y nada menos, que de su Parlamento y los parlamentarios”, remarcó Valderas.

Por último, el presidente de la Cámara, Manuel Gracia, enfatizó su disposición a colaborar con la instrucción y advirtió de que el Parlamento aún no ha recibido ningún auto de la juez Alaya, pero matizó que en cuanto se reciba, le enviará “la información que solicite”.

“Como siempre, este Parlamento demostrará una vez más su colaboración con el poder judicial. El juzgado ya solicitó en su día el dictamen de la Comisión de Investigación sobre los ERE y así se le remitió de inmediato”, subrayó Gracia.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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