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CONGRESO DEL PP EN ANDALUCÍA

Moreno tiende la mano a Díaz

El presidente del PP ofrece cinco pactos a la socialista. “El reto ahora es mantener y mejorar la cuenta de resultados, el reto es San Telmo”, dice Rajoy

Mariano Rajoy, flanqueado por Juan Manuel Moreno Bonilla y Javier Arenas, en la clausura del congreso del PP andaluz celebrado en Sevilla.
Mariano Rajoy, flanqueado por Juan Manuel Moreno Bonilla y Javier Arenas, en la clausura del congreso del PP andaluz celebrado en Sevilla.JULIÁN ROJAS

“Tienes una ventaja, lo deseabas intensamente. Tú lo has querido. Todos te vamos a ayudar y yo el primero”, le ha dicho Mariano Rajoy a Juan Manuel Moreno Bonilla en la clausura del congreso extraordinario del PP de Andalucía. Fue como decirle “hala, ahí lo llevas”, porque un momento antes el presidente del Gobierno y del PP le marcó al sexto dirigente que pilota la derecha andaluza una lista de tareas. “El reto ahora es mantener la cuenta de resultados y mejorarla. El reto es San Telmo [sede de la presidencia de la Junta], la unidad del partido y sumar a más personas”.

La cuenta de resultados a la que aludió Rajoy la integran las tres victorias electorales consecutivas del PP en Andalucía (municipales, generales y autonómicas) aunque hay otro dato más: el 44,8% del incremento de votos que sacó Rajoy al PSOE en las generales de noviembre de 2011 salió de las urnas andaluzas. Este es el partido que hereda Moreno Bonilla que tiene ante sí otro reto: el de “resetear” o reiniciar el PP, como dicen que hará fuentes de su entorno, tras 19 meses de transición y una batalla interna con perdedores y vencedores. Moreno va a intentar buscar su propio perfil con un equipo nuevo al que no conoce demasiado salvo a Elías Bendodo, el poderoso presidente de la Diputación de Málaga y del PP malagueño y del que es muy amigo. Este puesto puede parecer bastante decorativo y accesorio, pero no lo es si el que lo ocupa es alguien con el perfil de Bendodo.

Al contrario de lo que el día anterior hizo su secretaria general, Dolores de Cospedal, cuando instó a Moreno a no “desorientarse por lo que ha pasado”, es decir, por la quiebra de la unidad, Rajoy se limitó a celebrar que el partido haya sabido “resolver la gobernanza interna”. Frente a la extensísima nómina de agradecimientos públicos mostrada por Juan Ignacio Zoido y Moreno Bonilla, Rajoy se limitó a citar tan solo a cuatro personas —“yo no puedo dar las gracias a todo el mundo”, admitió— en el capítulo de reconocimientos: al presidente saliente y alcalde de Sevilla, al presidente de honor, Javier Arenas, al nuevo presidente regional y al ex secretario general, José Luis Sanz, al que la televisión del congreso enfocó en ese momento. Su cara era un poemón más que un poema. Sanz fue durante meses el gran favorito para coger las riendas del partido, hasta que Rajoy, a pocas horas del registro de candidaturas, hizo saber que su opción era otra.

A partir de hoy se empezará a comprobar si el nuevo presidente del PP andaluz, que pide una “ola de rebeldía por el cambio político”, hará otro tipo de oposición que la que ejercieron Antonio Hernández Mancha, Gabino Puche, Teófila Martínez, Javier Arenas y Juan Ignacio Zoido, políticos que integran la galería de retratos de ex del PP andaluz sin que ninguno de ellos haya logrado, después de nueve elecciones autonómicas, llevar a su partido a la presidencia de la Junta.

El nuevo líder del PP tendió ayer la mano a la presidenta de la Junta de Andalucía, la socialista Susana Díaz, a la que a veces llamó “señora Díez”. Moreno Bonilla prometió una “oposición leal y constructiva” en cuatro asuntos: empleo, educación, fiscalidad, administración pública y regeneración política. “Hay que abrir ventanas”, señaló, usando las mismas palabras que Díaz en su toma de posesión. “Hay que acabar con todas las sospechas y la corrupción que han sometido a esta tierra día a día en los últimos 32 años”, aseguró. El caso de los ERE, en el que hay imputados una treintena de altos cargos de la Junta, sigue sin estar en su guion. “Ese tema está ya muy cansino”, dijo un dirigente provincial a modo de explicación. También dio otra: que serán los nuevos pretorianos de Moreno los que sigan exprimiendo el caso.

La mano tendida ya se la ofreció al PP la presidenta de la Junta de Andalucía en una comparecencia en el Parlamento celebrada el 22 de enero. Seis temas puso sobre la mesa la socialista: empleo, regeneración democrática, financiación territorial, financiación europea, corredor ferroviario y política agraria común. La respuesta de los populares, bastante desnortados por el guirigay interno, fue desabrida, aunque también es cierto que no había nadie con autoridad para coger el guante, algo que Susana Díaz sabía a la perfección. Zoido, que ya tenía un pie fuera de la presidencia del PP, la tildó de “lavado de cara” y una “escenificación”.

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En cuanto al empleo, el presidente del PP andaluz propuso un gran pacto del que dejó fuera al Gobierno de la nación, la instancia a la que se dirige el Ejecutivo de coalición cuando reclama un plan de acción específico para una comunidad con una tasa de desempleo del 36% de la población activa. Moreno implicó en ese pacto a la Junta de Andalucía, a los agentes sociales y a las corporaciones locales, pero dejó fuera a los ministerios. Y eso que había interlocutores de lujo. Además de Rajoy, en primera fila le escuchaban la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y cinco ministros (Cristóbal Montoro, Fátima Báñez, José Manuel Soria, Miguel Arias Cañete y Ana Mato). Todos ellos hicieron referencia a la “ayuda” financiera que el Gobierno central ha hecho a Andalucía, de 20.000 millones de euros según dijeron, para financiar los servicios públicos.

El proyecto de ley de Transparencia también será otra prueba de fuego para comprobar si hay un giro en la línea de oposición del PP con Moreno Bonilla en el Parlamento, donde no tiene escaño. La acogida de los populares a la iniciativa ha sido esquiva.

La coyuntura política que se avecina, con unas elecciones europeas que se celebrarán en tres meses, no parece que vaya a facilitar el acercamiento entre las tres fuerzas políticas del Parlamento, aparte de que a Izquierda Unida, miembro del Gobierno de coalición, el roce con la derecha no le gusta nada.

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