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música clásica
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una obra maestra poco interpretada

El coro Tomás Luis de Victoria canta 'Las lágrimas de San Pedro' dirigido por Konrad von Abel

El sábado en la iglesia de la Concepción Real de Calatrava, en uno de los primeros conciertos del XXIV Festival de Arte Sacro de Madrid, y ayer en el Monasterio Santa María Real de Huelgas de Valladolid, se ha podido escuchar una rara obra maestra de Orlando di Lasso: Las lágrimas de San Pedro, compuesta al final de la existencia del compositor flamenco afincado en Munich, e interpretada por el coro Tomas Luis de Victoria, al mando, nada más y nada menos en esta ocasión, que de Konrad von Abel, asistente de confianza durante muchos años en el terreno coral del gran director de orquesta Sergiu Celibidache.

Cientos de personas se quedaron sin poder entrar a la iglesia de la calle Alcalá 25 en Madrid. En concreto, los que llegaron media hora antes o menos del comienzo del concierto. Yo fui de los últimos en entrar y llegué con cuarenta minutos de anticipación. La picaresca funciona en estos casos y los que estaban en la misa de las 19.30 horas tenían preferencia para quedarse, al margen de que luego se marchasen a los quince minutos de concierto, habiendo obstaculizado la asistencia de los verdaderamente interesados en la música.

Los veinte madrigales en italiano y el motete final en latín de Orlando di Lasso que componen Las lágrimas de San Pedro forman, en su conjunto, una obra maestra absoluta de la polifonía renacentista. Gracias al director alemán invitado, el coro español sonó mejor que nunca, con un equilibrio más conseguido que en otras ocasiones entre voces masculinas y femeninas. El recitado de los poemas en español fue, a mi modo de ver, prescindible. La música coral fue de tal belleza y refinamiento que merece sin reparos el calificativo de sublime.

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