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El discurso del PP se cuartea

El valenciano divide al Consell, la corrupción debilita la moral de los populares y el discurso económico no logra calar en la calle

Alberto Fabra con José Ciscar en una rueda de prensa.
Alberto Fabra con José Ciscar en una rueda de prensa.jose jordán

Los efectos de la crisis económica, los escándalos de corrupción que afectan al PP y los titubeos de Alberto Fabra a la hora de marcar una estrategia clara de gobierno y de partido han acabado por cuartear el discurso del PP. “Lo único que podemos hacer es trabajar para salir de esa situación”, aseguró el viernes el vicepresidente del Consell, José Ciscar, cuando se le interpeló por las demoledoras conclusiones del informe de la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas) sobre los efectos de la crisis en la Comunidad Valenciana.

Un informe que coloca a los valencianos entre los más damnificados —junto con manchegos, murcianos y andaluces— por la larga recesión económica, con un 28% de la población en riesgo de pobreza o exclusión social, un 29,2% de paro según la encuesta de población activa y una deuda que alcanza el 29,3% del Producto Interior Bruto regional. Con estos datos, la prioridad del Consell y del partido que lo sustenta debería ser la crisis económica, pero la grave situación financiera de la Generalitat y las discrepancias en el seno del PP han alejado a los populares de lo que, a priori, iba a ser su centro de gravedad.

Desde la dirección regional del PP, que pilota el secretario general y consejero de Gobernación, Serafín Castellano, y el grupo parlamentario en las Cortes se apuesta por colocar en la agenda política el debate identitario. “El tripartito es, de lo malo, lo peor: unos hablan catalán y otros proclaman la autodeterminación”, clamaba ayer el portavoz en las Cortes, Jorge Bellver, que aseguraba que solo el PP es capaz de defender los “límites territoriales” (sic) de la Comunidad Valenciana.

Por contra, en el “nuevo PP” ha calado la convicción de que el discurso identitario ya no ofrece los réditos electorales de antaño, especialmente tras el cierre de Ràdio Televisió Valenciana. “[Quienes impulsan esa estrategia] No quieren entender”, afirma un cargo del PP, “que la mayoría de nuestros propios votantes no sabe ya qué es eso de la batalla de Valencia y olvida que se han escolarizado con normalidad con la Llei d’Ús i Ensenyament del Valencià”. “Aparecemos como un partido alejado de la realidad”, sentencia esta fuente.

Las discrepancias entre Castellano y Català han acabado por salpicar a Fabra

Ante la opinión pública, el secretario general del PP, Serafín Castellano, y la consejera de Educación, María José Català, se han convertido en la imagen de las posturas enfrentadas dentro del PP. Y, enmedio, sufriendo el desgaste, se ha situado el jefe del Consell.

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“Me preocupa la falta de lealtad con el presidente”, explica una persona del entorno de Fabra, que considera que la consejera de Educación no actuó con la suficiente diligencia como para cortar la polémica sobre la definición de valenciano en el Diccionari de la Acadèmia antes de que se viese involucrado el propio Fabra.

No es este el único motivo de división en el seno del PP. La manera sobre cómo afrontar los escándalos de corrupción también está pasando factura. La tolerancia cero proclamada por Fabra se ha difuminado a medida que los sumarios judiciales y las revelaciones de material inédito —los contratos de la fundación del Papa o las fotos en bañador de Enrique Ortiz, por ejemplo— han añadido presión social. Hasta el punto de que en el PP se ha decidido que solo se expulsará a cargos procesados por corrupción si hay sentencia condenatoria y la Generalitat solo se personará en los juicios si el juez instructor detecta indicios fundados de perjuicio para las arcas públicas.

Con la crisis en la calle y los escándalos de corrupción en los juzgados, el Consell, que insiste en que la mejora de la financiación autonómica es su caballo de batalla, tiene auténticos problemas para colocar el discurso de la recuperación económica en la agenda política. Un problema que se agrava por la escasa actividad de un Gobierno valenciano que apenas adopta decisiones económicas en sus reuniones semanales desde hace meses.

La recuperación se fía a la industria y el turismo

J. F.

En medio de un mar de indicadores económicos negativos, el PP ha decidido fiar su recuperación a dos vectores: la industria y el turismo. Cada índice positivo es recibido con alborozo en Presidencia de la Generalitat, que considera que para que cale el discurso de la recuperación económica en la calle primero es necesario recomponer la macroestructura.

La mejora del índice de producción industrial en un 2% en 2013, el mayor —tras Galicia— de todo el Estado; el crecimiento de las exportaciones en un 13,4% el año pasado; el aumento del 11,4% en el número de turistas recibidos —casi seis millones— y los planes de inversión de empresas como Ford son algunos de los elementos que permiten al Gobierno de Fabra pensar que el castigo que vaticinan las encuestas en las elecciones al Parlamento Europeo será coyuntural.

Sin embargo, el Consell es consciente de que su talón de Aquiles sigue siendo el empleo. El presidente provincial del PP de Valencia, Alfonso Rus, lo verbalizó ayer en un acto con militantes: “Estamos estabilizando la situación, pero si no empieza a bajar la cifra de parados no hacemos nada”.

Rus reconoció que la política de comunición del PP ha sido un fracaso. “No lo hemos sabido explicar”, prosiguió Rus, que lamentó que el problema de los populares “sea el de no saber transmitir a la gente nuestro proyecto y qué estamos haciendo”. Y, en ese contexto, admitió también que uno de los problemas para que el discurso del PP cale en la ciudadanía es la corrupción. Esa lacra que creció durante las dos décadas de gobiernos del PP y que solo se empezó a erradicar cuando los juzgados empezaron a actuar.

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